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El micromundo de Zenia

En manos jóvenes, la agrobiotecnología apuesta por la sustitución de importaciones y el cuidado del entorno. Así lo atestigua una ganadora del Sello Forjadores del Futuro

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SANTIAGO DE CUBA.— Zenia González Giro es licenciada en Biología desde el año 2005 y apenas cinco años después es ya máster en Biotecnología del Centro de Estudios de Biotecnología Industrial (CEBI) y una de los 131 jóvenes santiagueros ganadores en el año 2010 del Sello Forjadores del Futuro, que entregan las Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ).

«Entré a la carrera de Biología motivada por la biología marina —cuenta—, pero cuando empecé a conocer la microbiología, o sea, la rama que estudia a los microorganismos, me cautivó tanto que dejé atrás mi deseo por la biología marina».

Su vocación de investigadora viene desde que se vinculó, como estudiante aún de cuarto año de la carrera, al CEBI, perteneciente a la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de Oriente, y comenzó a adentrarse en una línea prioritaria del Centro, encaminada a influir en el rendimiento de los cultivos y el medio ambiente.

«Trabajamos en la obtención de enzimas o microorganismos que puedan luego favorecer procesos como la biofertilización o el mejoramiento de los suelos.

«Esta idea comenzó a germinar en el año 2005 con mi tesis de licenciatura, que estuvo centrada en la evaluación de bacterias con potencialidades para ser utilizadas como biofertilizantes y controladoras de hongos fitopatógenos, o sea, de hongos que atacan a las plantas, como el Fusarium. Desde entonces comencé a trabajar en el CEBI y he continuado investigando sobre la misma línea de los agrobioproductos», recuerda Zenia.

Luego de años de investigación, para Zenia son incontables las satisfacciones y los deseos de continuar la labor de búsqueda en el micromundo.

Resultados alentadores

«En nuestras investigaciones hemos conseguido aislar una bacteria que puede inhibir el crecimiento de microorganismos fitopatógenos, cerca de un 60 o 70 por ciento, lo cual es alentador, porque el hecho de que el microorganismo que afecta a la planta pueda reducir su nivel de virulencia en esa cifra nos da indicio de que es una cepa que puede ser promisoria para producir biofertilizantes», asegura Zenia.

A raíz de la búsqueda de la sustitución de importaciones, Cuba ha avanzado mucho en la producción de agrobiopreparados (productos que se obtienen a partir de microorganismos), como el AZOFER, la Fosforina o el ECOMIC, obtenidos por centros de investigación que también trabajan esta línea.

«La novedad está —nos cuenta Zenia— en que nosotros estamos apostando por la utilización de una bacteria propia de la localidad, que pensamos aplicar en el mismo sitio de donde se aisló, para no interferir con el equilibrio que normalmente se establece en los ecosistemas. Lo que hacemos en el laboratorio es incrementar su número para que ella pueda ejercer su efecto a mayor escala.

«También trabajamos en la obtención del compuesto activo que excreta esa bacteria al medio (responsable de la inhibición del crecimiento de esos microorganismos), que es el punto de partida para la formulación del biofertilizante y así poder generalizarlo a todo el país sin el riesgo de romper el equilibrio en otras localidades donde esa cepa no sea característica».

La investigación todavía se trabaja in vitro, pero gracias a un convenio del CEBI con la Estación Territorial de Investigaciones de la Caña de Azúcar (ETICA), en el municipio santiaguero de Palma Soriano, este año pretenden validar los resultados en el campo con este cultivo.

«Esperamos que a nivel de campo el potencial varíe por la influencia de muchos factores ambientales, pero que siempre se mantenga por encima de un 50 por ciento de efectividad», declaró Zenia.

Esta investigación ha obtenido varios premios en certámenes de las BTJ, como las ediciones municipal y provincial del EcoJoven, celebradas en el año 2008, y en la tercera exposición Forjadores del Futuro.

También ha sido galardonada en eventos internacionales específicos de la temática celebrados en La Habana y Granma. Todas estas investigaciones valieron para la Maestría de Zenia, discutida en el mismo Centro en el año 2009, y para realizar el expediente por el que le otorgaron el reconocimiento de las BTJ.

«Me siento muy dichosa de haber obtenido el Sello —afirma Zenia—, porque es un gran reconocimiento a la labor científica que realizamos muchos jóvenes en el país».

Esta joven brigadista afirma sentirse muy afortunada de poder contar con el apoyo de su familia, sus compañeros de estudio y de trabajo y, especialmente, de su directora, la doctora Suyén Rodríguez Pérez que, según nos cuenta, ha sido puntal para obtener mejores resultados en su trabajo y alcanzar las metas que se ha propuesto.

Confiesa que realmente le gustaría llegar a validar a nivel de campo los resultados de su investigación: «Esa es la meta más próxima, y continuar con otras investigaciones también relacionadas con el tema de la agrobiotecnología que me permitan encaminarme hacia el Doctorado en Ciencias».

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