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El mundo contra la matanza de elefantes

En 2016 abundó en pasos de avance en la lucha contra el tráfico de especies salvajes, una cuestión que figura desde este año en el informe de la Oficina de la ONU contra la droga y el crimen

Autor:

Juventud Rebelde

NAIROBI, diciembre 16.— Al realizar la mayor incineración en la historia de marfil, más de un centenear de toneladas de colmillos de elefantes, Kenia lanzaba en el mes de abril un mensaje firme a los cazadores furtivos: el marfil solo tiene valor en un elefante, recuenta AFP.

El hecho constituyó una estrategia comunicativa excelente, permitiendo a Kenia promover un enfoque que combina la militarización creciente de la lucha contra la caza furtiva y una persecución firme en el plano judicial. Este hecho evidencia la toma de conciencia de la humanidad ante el conflicto de los naturalistas con la extinción de las especies.

La toma real de conciencia comenzó hacia el año 2010, según la agencia noticiosa citada, cuando la recrudescencia de las masacres de elefantes y rinocerontes, celebridades como el príncipe Guillermo de Inglaterra hicieron de este tema una causa personal. También por esa época, varios gobiernos entendieron la importancia de luchar contra este flagelo al mundo animal.

En 2016 abundó en signos positivos en la lucha contra el tráfico de especies salvajes, una cuestión que figura desde este año en el informe de la Oficina de la ONU contra la droga y el crimen, precisa AFP.

China, considerada como el primer mercado de demanda mundial de marfil, ha endurecido su legislación sobre las importaciones de el llamado oro blanco.

Incluso si el debate sobre los medios para luchar contra la caza furtiva de elefantes no ha terminado, las ONG celebraron la negativa de la Cites a conceder a Namibia y Zimbabue una autorización especial para vender «su» marfil al extranjero para financiar programas de protección de estos animales, estimando que ello podría alimentar el tráfico.

Aunque la atención mediática recaiga en especies emblemáticas como los elefantes, hay que recordar que al proteger al paquidermo, «todas las especies que viven en ese hábitat salen beneficiadas», recuerda Kelvin Alie, alto responsable del Fondo Internacional para la Protección de los Animales (Ifaw).

Según el Banco Mundial, las donaciones internacionales destinadas a combatir el tráfico de especies salvajes oscilaron entre 200 y 300 millones de dólares entre 2013 y 2016, frente a los 25 millones de 2010.

Pero «que se hayan logrado algunas victorias en algunos lugares no significa que todo vaya bien», matiza Mark Gately, de la ONG Wildlife Conservation Society. «Si no redoblamos los esfuerzos, vamos hacia la catástrofe».

Mientras, la masacre continúa al vertiginoso ritmo de 30.000 elefantes por año. El kilo de marfil puede alcanzar los 60.000 dólares.

La Cites estima que el tráfico de especies supone 20.000 millones de dólares anuales, lo que lo convierte en el cuarto tipo de comercio ilegal del planeta, solo por detrás de las armas, las imitaciones y los seres humanos, detalla la agencia citada.

 

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