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Un trato uniforme en materia de uniformes

EL pasado 31 de agosto referí las penas de Pedro Anaya, un abuelo desconsolado porque su nieta ya iba a comenzar el segundo grado en el curso escolar 2006-2007, y seguía sin uniforme desde el período docente 2004-2005, cuando ingresó en preescolar.

Anaya, quien reside en calle Central No. 5, Los Reinaldo, Songo La Maya, provincia de Santiago de Cuba, relataba entonces que cuando la niña comenzó el preescolar no aparecía en el listado imprescindible para adquirirle uniforme, esa ilusión de todo pequeño cuando se estrena en las aulas.

La madre de la pequeña se pasó el año detrás del maestro, la directora de escuela y el director municipal de Educación. Todo fue en balde: la colegiala hizo todo el curso sin uniforme. Al ingresar a primer grado, aún no le correspondía la reposición. Y alguien solidariamente le prestó un uniforme viejo. Ahora que iniciaba el segundo grado, fueron a comprar el uniforme, y no es hasta tercero que le corresponde el derecho.

Anaya persistió y se entrevistó con el funcionario que atiende Abastecimiento en Educación municipal. Este le dijo «que iba a ver qué podía hacer». Pero nada hizo.

La reclamante, en la carta reseñada aquí, señalaba que no iba a permitir también en este curso que su nieta fuera a la escuela con un uniforme viejo, por culpa de alguien que no garantizó en su momento el que le correspondía.

Ahora responde al respecto Rafael Darío Pacheco, director provincial de Educación en Santiago de Cuba, quien corrobora toda la historia, y aclara que la niña no recibió su uniforme inicialmente en el curso 2004-2005, «producto de un error cometido por la maestra al conformar el listado inicial del grado… que no fue revisado por la directora de la escuela».

Precisa que luego se percataron y se le entregó el bono para el uniforme, pero ya estos se habían agotado en la tienda del poblado, y Comercio no les autorizó a comprarlo en otra localidad. En el pasado curso se le dio un bono adicional, y tampoco pudieron adquirirlo, pues Comercio alegó que se habían terminado.

Asegura el funcionario que el pasado 1ro. de septiembre, al día siguiente de la publicación, hubo una reunión con la madre de la niña, los maestros de preescolar y primer grado, la directora de la escuela y funcionarios de Educación municipal, en la cual se analizó el caso y se solucionó el problema del uniforme, «al entregarles a la madre y la niña los que se les debían desde el inicio del preescolar».

A consecuencia de todas las irregularidades fue demovido el jefe de Abastecimiento, y se acordó aplicar medidas disciplinarias a la maestra de preescolar y a la directora de la escuela.

A propósito, subraya Pacheco que «se han impartido las orientaciones necesarias y se han establecido las coordinaciones con la Dirección de Comercio para solucionar cualquier situación de ese tipo, u otra que provoque que algún escolar no posea su uniforme».

Agradezco la ágil y eficaz respuesta. Y felicito el hecho de que esta historia evite otros olvidos con algo tan sensible como el uniforme escolar.

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