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Yeni Turiño: lo más importante es la sinceridad

La joven trovadora ha encontrado en la Asociación Hermanos Saíz la oportunidad de realizar sus sueños artísticos. Las becas Lázaro García y El reino de este mundo le han permitido grabar su primer disco, Niña de mar

Autor:

Mónica Sardiña Molina

SANTA CLARA.— Inquieta y laboriosa como una hormiga loca, pero consciente de cada paso, se define la trovadora santaclareña Yeni Turiño. Quienes la conocen también describen así a la muchacha que desanda las calles de la ciudad, con guitarra a cuestas, un puñado de canciones que ya no le cabe en las manos, un montón de versos, melodías y sonrisas «en el directo», y tantos o más sueños por cumplir, para lo cual trabaja incansablemente.

Desde niña supo que sería artista, a los nueve años comenzó a tocar la guitarra y, con el apoyo de sus padres, las lecciones de buenos maestros y la influencia de dos primos dedicados a la música, encontró un camino propio. Consagrada como joven creadora la hemos visto en escenarios donde conspira el buen arte, y es anfitriona de dos espacios que ha convertido en laboratorios: la Peña de la hormiga loca y la Peña sin nombre.

—¿Cuánto te ha influenciado Santa Clara?

—Haber nacido en Santa Clara condicionó que mi vida esté llena de arte. Desde pequeña, mis padres me llevaban a todas las actividades culturales en la ciudad, y cuando pude salir sola, tampoco me perdía nada. Santa Clara es uno de los espacios más propicios en Cuba para crear y crecer como artista.

—¿Cómo elegiste la trova como medio de expresión y de vida?

—Primero descubrí la guitarra y durante mi adolescencia hubo un momento en que no sabía exactamente qué iba a hacer de mi vida. Empecé a pasar por los talleres literarios de Yamil Díaz, Frank Abel Dopico, Lorenzo Lunar, y siempre me gustó mucho la poesía y la literatura en general. Llegó el Longina 2014 y el último día de ese festival, después de amanecer en el Parque Vidal, rodeada de trovadores, nació mi primera canción. La trova mezcla la música y la poesía. Eso era exactamente lo que estaba buscando, sin saber.

—¿Qué son para ti El Mejunje y Ramón Silverio?

—El Mejunje es mi casa y Silverio es mi guardián, y el guardián de muchísimos artistas. El Mejunje siempre ha sido un oasis para los creadores. Cuando empecé a componer mis canciones Silverio me abrió las puertas, y nació la Peña de la hormiga loca. Silverio ha sido quien muchas veces me ha sacado de mi zona de confort: me incluyó en una noche de cabaré, me permitió incursionar en el teatro, ser parte del Guiñol de Santa Clara y del grupo dramático de la emisora CMHW, además de la Compañía Teatral Mejunje.

—La literatura, la música, la experimentación con las artes visuales, la incursión en el teatro, la insistencia en definirte artista, más que trovadora… Imagino que tendrás una definición bastante abierta del arte.

—El arte es como una cura para muchísimas cosas negativas inherentes al ser humano. Primero decidí llamarme trovadora; pero, aunque la trova es un pilar en mi vida, no puedo vivir sin las otras manifestaciones: el teatro, el cine, la música, la literatura, son las aristas por las que logro navegar. A pesar de declararme pésima en el baile y las artes visuales, son manifestaciones que logro apreciar y practicar como hobby. Pero el arte en general forma parte importante de mi vida y de mi inspiración. Influye mucho en mis composiciones y en mi creación musical.

—Entre tantos escenarios en los que te has presentado, ¿tienes alguna preferencia?

—Todos aportan algo. Tengo recuerdos muy lindos en la Casa de las Américas, el Museo Nacional de Bellas Artes, el teatro de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas y, por supuesto, El Mejunje. Pero no importa el lugar donde te presentes, sino el momento que estés viviendo o las personas a tu alrededor. Por ejemplo, tengo recuerdos muy bonitos de un concierto en la sede de la Uneac de Caibarién, hace muchos años, que fue uno de los primeros conciertos en mi vida, y pocos lo han superado.

—¿Cómo has vivido las experiencias en comunidades montañosas, donde la cultura y el arte no llegan con la frecuencia que merecen esos públicos?

—Siempre digo que el proyecto Monte soy, de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) de Villa Clara, es la musa de los artistas que pertenecemos a esta organización, y cada vez que subimos al Escambray regresamos siendo mejores seres humanos. Existen pueblos intrincados donde las condiciones de vida son bastante difíciles y lo único que llega es nuestra brigada, una vez al año.

«Cuando subimos por primera vez los pobladores no nos miraban muy bien. Luego descubrieron que íbamos también a ayudar durante el día en las labores de la comunidad y asimilaron la parte artística con mejor ánimo. Ahora nos esperan con muchísima alegría y casi formamos parte de esas comunidades, principalmente, de Pico Blanco».

—¿Cuánto te ha aportado la AHS y cómo has recibido las becas Lázaro García y El reino de este mundo?

—La industria de la música es complicada y que esté la AHS para ayudar a los jóvenes trovadores con este tipo de becas es una luz al final del túnel. El sueño de cualquier músico es tener un álbum donde incluir parte de su obra para mostrarla a las personas, y la beca Lázaro García ayuda a cumplir ese sueño que yo veía tan lejano.

«La beca El reino de este mundoa hizo realidad un proyecto que veníamos soñando hace mucho tiempo con el Guiñol de Santa Clara y Trovarroco. Ayudó a que se concretara Concierto de Luna, un espectáculo de gran formato, cuando existen tantas limitaciones para hacer este tipo de montaje. La beca permitió hacerlo en el Guiñol de Santa Clara durante varios fines de semana, con la sala llena y personas que se quedaban fuera. Tenemos el sueño de moverlo por varias partes del país, es algo que nos falta aún. Las becas de la AHS son una forma de hacer realidad estos sueños artísticos».

—A estas alturas, me permito una pregunta cliché: ¿el trovador nace o se hace?

—Las dos cosas, porque uno nace con un don que puede desarrollar o no en alguna manifestación artística. Mis padres influyeron mucho en que siempre las artes estuvieran en mi vida, a pesar de que ellos no fueron artistas. Cuando uno crece, va tomando decisiones y, si decide ser trovador, empieza a aprender a serlo y a vivir como tal. La trova es la canción a partir de la guitarra, la canción con alto vuelo poético, y yo todavía estoy aprendiendo a ser trovadora. Creo que es una carrera de la vida.

—Siempre has dicho que necesitas vivir experiencias para componer. ¿Qué te inspira?

—A mí me inspiran mucho las otras manifestaciones del arte: escuchar música distinta a la que hago, ver una película, ir a una exposición, a una obra de teatro… También me inspira viajar. Todavía no lo he hecho fuera del país, pero dentro de Cuba me encanta. Los viajes y los festivales son experiencias que alimentan mi creatividad, tan así es que durante la pandemia de la
COVID-19 me pasé dos años sin componer absolutamente nada, por el simple hecho de estar encerrada entre cuatro paredes. Eso bloqueó por completo mi inspiración. Cuando las personas empezaron a salir un poco a la calle, mi mamá me mandó a buscar el pan, y ahí hice una canción (ríe).

—¿Qué son para ti tus canciones? ¿Prefieres alguna?

—Mis canciones son como un libro que voy a estar escribiendo eternamente, un libro muy grande, y que puedo ir a consultar a cada rato. Son como curitas, porque cada vez que tengo algún tipo de necesidad espiritual, voy a las canciones a buscar consuelo. No prefiero ninguna en particular. Mi canción favorita siempre es la última que componga, la más reciente.

—¿Qué proyectos inmediatos tienes en mente?

—El proyecto más inmediato es terminar de grabar el disco Niña de mar, con el sello Bis Music, que forma parte de la beca Lázaro García. Proyectos futuros tengo un montón. Quisiera incursionar en la televisión o en el cine, ya sea desde la actuación o desde la música. Me hace mucha ilusión, y son planes a largo plazo, pero creo que en algún momento pueda hacerlos realidad, porque grabar un disco alguna vez también fue un sueño.

—En aras de trascender espacios, tiempos y lo cantado por otros, ¿cómo proyectas tu voz?

—Cuando has crecido entre tantos trovadores es complicado crearte un discurso propio, pero creo que con el tiempo he aprendido a decir las cosas a mi manera. A pesar de que sigo teniendo la influencia gigantesca de los trovadores de Santa Clara, y no lo puedo evitar. Tengo mi propia forma de decir y la puedo perfeccionar, por supuesto.

«Soy un resumen de los trovadores de Santa Clara, el ajiaco de todos vive dentro de mis canciones, porque tengo influencias de Leonardo García, Roly Berrío, Yaíma Orozco, de todos. El público asume las canciones, no por difíciles ni por profundas, sino por sinceras, más allá del vuelo poético que tengan. Eso es lo más importante: la sinceridad».

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