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Apagar la indolencia

La Dirección Provincial de Vivienda en Guantánamo parece decidida a impedir que chispas de indolencia e insensibilidad se transformen en fuegos que arrasen con sus buenos propósitos.

Eso es lo que denota la respuesta de Osvaldo Céspedes, director de esa institución, a la queja de Wilder Lovaina, reflejada aquí el pasado 22 de enero.

Entonces, Wilder narraba que el 6 de junio de 2006 un incendio devastó su casa, en Playa de Barriguita, Baracoa, provincia de Guantánamo. Aunque no hubo que lamentar desgracias humanas, todo lo perdieron, incluidos los documentos de la licencia de construcción que tenían. Y después de año y medio, esa familia permanecía sin techo, a pesar de todas las gestiones de Wilder en el Consejo Popular, con el delegado de la circunscripción, la comisión de distribución de materiales del barrio, la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda y el vicepresidente del Consejo de la Administración Municipal.

Al fin, el primero de octubre de 2007 le entregaron algunos recursos, pero sin el orden requerido para una obra. Y le adujeron que el techo ya no era para el 2008, porque están destinados a otro tipo de problemas, pues para casas incendiadas no entran, dado que se queman pocas. Como si esto no fuera una afectación de gravedad.

Al respecto, Céspedes agradece a esta columna el enterarse del caso de Wilder, al cual calificó de «lamentable». Y precisa que a raíz de lo publicado, pudieron profundizar en el problema. El demandante fue visitado por el Director provincial de Inversiones de la Vivienda, «y en intercambio con el afectado y con funcionarios de la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda en Baracoa, se comprobó que ciertamente fue afectado: la vivienda era de madera, techo de guano y piso de tierra. Por ello, se había emitido con anterioridad licencia de construcción, que autorizaba cubierta ligera, paredes de madera, piso pulido, tres cuartos, portal, sala y comedor».

Recalca que desde que se conoció el incendio se corrieron los trámites pertinentes, pero reconoce que «hubo demora, y eso afecta en un caso como este, tan sensible». Agrega que, «aun cuando Wilder no se acercó a las autoridades de Vivienda provincial, era de interés a partir de la publicación profundizar en el caso, y en entrevista con el quejoso, y visitado el lugar, se pudo comprobar que la información desacertada sobre las tejas la recibió en el almacén... donde no se le explicó correctamente, ni lo orientaron para tratar de acortar su sufrimiento».

Reconoce Céspedes que, desgraciadamente, esas insolencias perduran en esa entidad, y deben erradicarse, por lo cual se realizaron los análisis pertinentes, y se adoptaron las medidas correspondientes, las cuales no precisa.

Al final, entregaron a Wilder la boleta con los recursos que faltaban, incluyendo el techo de zinc. Ofrece disculpas al afectado, y asegura que trabajan para que hechos como este no manchen el esfuerzo que hacen. Así sea.

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