Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Se secan los argumentos...

Cada vez más inundan las alforjas de nuestra sección cartas con agónicas historias en torno al agua. Y con las denuncias de los consabidos déficits coexisten las quejas acerca de múltiples despilfarros como consecuencia de los salideros.

Pero lo peor en asunto tan de vida o muerte como el agua, es que muchas veces las respuestas dadas por las entidades correspondientes a los ciudadanos sufrientes, dejan mucho que desear en cuanto a integralidad y convencimiento. Y las personas sienten la sensación de que les manipulan «la verdad verdadera» y arguyen ligeramente cualquier razón para salir de ellas.

Javier Arzuaga me escribe desde la calle 8 número 66 y medio, entre G y 10, en el reparto Mármol de la ciudad de Santiago de Cuba. Y lo hace porque precisamente con el importante proceso inversionista de redes hidráulicas que experimenta esa ciudad, paradójicamente el servicio de agua se ha agravado en su barrio, la zona llamada Mármol Bajo.

Argumenta el lector que con las tuberías obsoletas, el servicio se mantenía cada 20 o 25 días, y desde hace unos meses, después de haberse realizado los trabajos de cambio de tuberías y válvulas, la situación se ha agudizado, al extremo de que cuando Javier me escribió, en esa zona llevaban más de 40 días sin agua. Pero sí iban a cobrarles el servicio.

Javier se ha acercado a diferentes responsables del control del bombeo del agua y de la manipulación de las válvulas, y las respuestas son muy contradictorias y ambiguas para los vecinos: «Tenemos problemas con el bombeo», arguye alguien. Y luego otro sostiene «por problemas en la conductora principal y los trabajos que se realizan en la Carretera Central, está suspendido el ciclo para ese lugar». Y no falta quien señale: «Existen muchos salideros, y viene una brigada a reparar».

Ya no saben a quien creerle, y eso es lo más desmoralizante, aparte de no tener agua.

«Esas explicaciones no las entiendo, sentencia Javier. Pues si existen todos esos problemas, ¿cómo es posible que en Vista Hermosa, Mármol Alto, carretera de Punta Gorda, todos esos sitios a menos de una cuadra, llegue el agua?»

No menos confusiones y dudas experimenta Rebeca Ortiz Linsuaín, vecina de Aguacate 162, La Habana Vieja, en la capital. El 30 de de junio pasado, cuando me escribió, llevaban unos 15 días con interrupciones en el servicio de agua, hasta que en los últimos cinco días ya no se bombeaba agua para esa zona, asegura.

Han llamado a Aguas de La Habana en diferentes ocasiones, y «nos han respondido indistintamente que un rayo afectó los motores que impulsan el agua, que hay tuberías rotas, que no somos el único municipio afectado, y hasta que no saben qué es lo que pasa, porque no hay problemas y se está bombeando agua»...

Lo más increíble en argumentos, según Rebeca, es que «a La Habana Vieja le llega el agua por gravedad».

Presa ya de tantas dudas, Rebeca se cuestiona por qué, si como dicen, el agua le llega a La Habana Vieja por gravedad, entonces ella se afecta cuando se rompen los motores, y no en tal envergadura otros municipios. Por qué si no llueve se afecta La Habana Vieja y no otros territorios de la ciudad. Por qué si las presas del sur de La Habana tienen niveles de agua bajos, se afecta más La Habana Vieja; e incluso cuando se avería la conductora El gato, que no es precisamente la que les suministra el agua a ellos.

Rebeca lo denomina «el misterio de la ausencia de agua en La Habana Vieja»; y a todas luces su ánimo refleja que ella, y quizá muchos habitantes de esa parte ancestral de la ciudad, no han sido debidamente informados, con la transparencia requerida, de por qué el agua se aleja de sus vidas.

Ya es bastante que falte el agua para que también vayan secándose las fuentes de las razones y los argumentos...

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