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La moda del exceso

Ahora que se acaba el año, debíamos pensar en la gente que sufre los excesos sonoros. Es que tengo en mi mesa una carta fechada el 12 de diciembre de 2008 por 27 vecinos del Edificio Altamira, en calle O, número 58, Vedado, en el municipio capitalino de Plaza, encabezados por Doris García Rubio, del apartamento 25 de ese inmueble.

La misiva de los vecinos señala que están afectados por diversos ruidos que impiden el descanso reparador. A partir de las 7 y 30 u 8 de la noche, aproximadamente, comienzan a funcionar los aires acondicionados del colindante Salón Rojo del Capri, que les impiden hacer su vida normal.

Ellos señalan que «a veces los ensayos por las tardes, y particularmente el segundo show —de madrugada— se “cuelan” en nuestras casas. Y si habíamos conciliado el sueño nos despierta estrepitosamente, pues los decibeles se instalan en nuestros hogares».

Lo cierto es que esos vecinos, firmantes de la carta, sostienen que las emanaciones del centro nocturno no les dejan dormir, sobre todo a partir de que los asistentes salen del mencionado centro nocturno.

La segunda carta también la envían varios vecinos, afectados por los excesos sonoros de La Maison, sita en Séptima Avenida y calle 16, en el municipio capitalino de Playa.

Sostienen Luis Font, Clara González y Lourdes de la Guardia, que en las asambleas de rendición de cuentas de la circunscripción, hace mucho tiempo se viene denunciando las molestias a los vecinos por la contaminación sonora de esa unidad.

Esas violaciones, sostienen, se registran a pesar de que ya se prudujo un estudio por la Dirección Municipal de Higiene y Epidemiología, y se le retiró la licencia ambiental a ARTEX, la entidad que regenta esa casa. Entonces, se le condicionó a la referida empresa mantener su actividad siempre que cumpliera los niveles de decibeles autorizados y los horarios establecidos.

Pero ARTEX sigue, en sus espectáculos en esa Casa, poniendo la música por encima de los niveles fijados, sobre todo los viernes, sábados y domingos.

Refieren los vecinos que realmente les preocupa la impunidad sonora —ya recalcada aquí en varias ocasiones—, y el hecho de que un centro se mantenga violando impunemente las leyes del país.

«Es inconcebible que ARTEX —sostienen— se mantenga haciendo los espectáculos, a pesar de habérsele retirado la licencia, y que La Maison conserve la licencia a pesar de no tener absolutamente ninguna condición creada para realizar espectáculos musicales en una zona residencial, y de no respetar el dictamen de la Comisión Municipal de Higiene y Epidemiología. Además, ambos —infiero que se refieren a ARTEX y La Maison— han hecho caso omiso de los reclamos que han hecho los ciudadanos directamente, y de los planteamientos al Poder Popular».

Este redactor no quiere despedirse del viejo año y asumir el nuevo sin agradecerles esa capacidad de seguir incidiendo, con sus cartas, en el debate nacional de tantos asuntos que, más allá de la historia individual, reflejan tendencias y problemas de la sociedad.

Aquí estaremos en el 2009 al lado de nuestros lectores. Si alguien se molesta por nuestro reflejo de las realidades, es cosa de él. Lo cierto es que vivimos al pulso de los acontecimientos, y trabajamos por el mejoramiento humano: el de la sociedad, y el de los individuos en particular.

Si alguien se ha molestado con nuestro acompañamiento a los dramas de cada ciudadano, entienda que trabajamos por la democracia socialista. Si otros la obstaculizan, es un problema de ellos. Nosotros seguiremos aquí.

Esta columna próximamente reflejará el estado de las respuestas institucionales, y reflexionará acerca de los asuntos cardinales con que las administraciones atienden o no las inquietudes de los ciudadanos.

En el 2009, les aseguro, bregaremos por ensanchar esa democracia. Estaremos allí, pésele a quien le pese, al lado de cada ciudadano que sufra, aun cuando su mal no tenga solución y sí requiera todo el respeto del mundo para explicarle el porqué y la verdad, sin tanta burocracia. Vamos a ver si entonces seremos mejores y dejemos atrás tanta basura mental.

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