Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¿Educación sin educación?

Parece que los ruidos continúan cercenando la tranquilidad de muchos. Ahora la queja llega desde Las Tunas…

La madre de Deyvis García Viamonte, una anciana de 66 años con varias enfermedades y que ha necesitado tratamiento psiquiátrico, sufre la algarabía de altos decibeles.

Frente al hogar en que conviven, en calle César Suárez No.11, Rpto. Las Estancias, en Amancio Rodríguez, los niños de la escuela primaria Vicente Pérez Elías realizan las actividades de Educación Física, en plena vía pública.

Ya la familia del remitente se ha quejado tanto a los directores que ha tenido el centro escolar, como a las autoridades del territorio, pero nada cambia.

Siempre se argumenta, explica Deivys, que la escuela no tiene otro espacio disponible para realizar estos ejercicios. Esta cuestión no es del todo real, asegura el doliente, porque ellos poseen un área que solo necesitaría para acondicionarse algunos materiales y un mínimo trabajo.

La educación física, antes que todo, debe ser educación, con la carga humana y de solidaridad que implica esa palabra. ¿Será imposible hallar una solución que, sin perjudicar al centro docente, aligere las tensiones sonoras de la veterana vecina enferma?

Un techo

La segunda misiva de hoy también habla de las angustias de una jubilada. Isabel Fonseca Milán (Las Piñuelas de Buecito, Buey Arriba, Granma) tiene sus pertenencias en la vivienda de unos vecinos. Su hogar, de tabla y guano, fue afectado, según cuenta, por el huracán Dennis en el 2005.

En ese momento —narra la remitente— dio parte a las autoridades comunitarias, pero en espera de la respuesta de aquellas, al parecer sus datos como damnificada se traspapelaron, pues ahora no aparecen.

«Ya he llegado a todas las instancias. El techo de mi vivienda se fue abajo completo y tuve que sacar mis cosas para la casa de los vecinos, a los cuales agradezco su solidaridad», se duele la anciana.

«Ya no sé con quién hablar desde la base hasta las autoridades municipales. Solo solicito un techo, porque lo demás —madera, clavos, etc.— lo tengo», afirma.

Y teme Isabel que cuando llegue la cubierta, ya sean muchas otras cosas las que necesite para armar su domicilio.

¿Había que aguardar?

Desde 1998 el holguinero Roberto Yarián Peña Pérez y su familia (Cuatro Caminos, Yaguajay, Banes) vienen arrastrando problemas de vivienda. Ellos poseían un apartamento en el Reparto Obrero, de Banes, y no lo estaban habitando, pues vivían en la casa de los abuelos maternos.

«El Gobierno del municipio le propuso a mi papá que si entregaba el apartamento, para dárselo a una trabajadora de Salud, le darían a cambio una vivienda en Cuatro Caminos, Yaguajay. Mi papá aceptó. Ahí comenzaron los problemas», cuenta Roberto Yarián.

Dicho hogar solo tenía disponible la mitad delantera, muy inferior en tamaño al apartamento entregado. Entonces el Gobierno Local se comprometió a construir en el lateral de la edificación de placa, una cocina y un dormitorio de tejas.

«En el 2000, ya viviendo nosotros en Cuatro Caminos, se presentó una brigada, pero solo hicieron una zanja, con el compromiso de que en dos semanas quedaría ejecutada la obra. Aún no han regresado», evoca el remitente.

A partir de ese momento se sucedieron varias visitas al Poder Popular y a la Dirección de Vivienda del territorio. «En el 2007, incluso pretendieron que mi papá firmara la propiedad de la casa como que el agregado ya se había realizado. Por supuesto, no lo firmó».

Arribó el 2008 y una comisión visitó a la familia. Prometieron que antes de finalizar el año estarían los materiales.

En el resto de la historia, aparecieron las aguas y vientos del huracán Ike sobre la provincia. Y Roberto Yarián y su familia han seguido esperando. Les queda el sabor amargo de una interrogante: ¿Había que aguardar la tormenta?

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