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Extravíos imperdonables

Hay extravíos imperdonables, de constancias acerca de asignaturas vencidas, que pueden incidir sobre las posibilidades estudiantiles de cualquier persona.

Anisley Torres (Carlos Hidalgo 126, entre 16 y 20, Alcides Pino, Holguín) es estudiante de 6to. año de la carrera de Comunicación Social en la Sede Universitaria Municipal de esa ciudad. Y se encuentra imposibilitada de graduarse en el curso 2009-2010, por motivos ajenos a su desempeño.

Cuando los directivos de ese centro revisaron su expediente y recorrieron las notas de seis cursos, el pasado 10 de octubre, descubrieron que faltaban las notas de Filosofía, y de Redacción y Estilo del segundo semestre del primer año. Sin embargo, Anisley sostiene que las examinó, y obtuvo 5 y 3, respectivamente. También firmó las notas, como constancia.

Anisley cursó el primer año en Derecho, y solicitó cambio de carrera al pasar al segundo. Se le concedió, y debido a que el primero es tronco común y esas asignaturas son complementarias, esas calificaciones debían valerle para la nueva carrera. «Ellos las extraviaron», afirma.

Ella cuestiona cómo aprobaron entonces el cambio de carrera si esas notas, según ellos, no existían. «Esa es la primera violación», argumenta, porque no se puede hacer ningún cambio de carrera con asignaturas pendientes.

Anisley, que es trabajadora social, ha cursado los seis años con sacrificios. Se prepara ahora para su examen estatal, y, según el director de la sede, no se puede graduar este año, después que ellos mismos botaron sus papeles. Le dicen que debe cursar de nuevo las asignaturas (¡…!).

Le zumba...

La historia de la sinrazón la cuenta Esperanza Estín (Fernández de Castro 10014, entre Oeste y Pastora, Los Pinos, Boyeros, Ciudad de La Habana), quien en noviembre de 2004 inició los trámites para traspasar a su propiedad la casa donde vive, que se encontraba a nombre de su mamá, fallecida en enero de 2003.

Entonces acudió a la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda (UMIV), como le orientaron, con la tasación y el plano de la casa, hecho por el Arquitecto de la Comunidad. Durante meses y años, Esperanza fue a la UMIV semanalmente, y allí hacía las correspondientes colas. La atendían, la anotaban en una lista, solicitaban documentos y le decían que volviera la semana próxima. Así, se venció la tasación, y tuvo que pagar 85 pesos nuevamente por rehacer la misma.

Extenuada ya, le solicitó una entrevista al Director, quien le pidió los documentos para conformar un expediente, y se comprometió a firmarlo para la siguiente semana. Cuando ella retornó, siete días después, ya había otro Director. Intentó verlo infructuosamente durante varias semanas. Entonces habló con el Subdirector, y este le dijo que su expediente «estaba extraviado», pero que él lo iba a buscar. Cuando apareció el expediente, entonces le informó que no estaba firmado porque faltaba un documento que ella debía entregar. Después del paso de los ciclones del 2008, le dijo que la Dirección Municipal de Vivienda (DMV) no estaba recibiendo los expedientes.

Esperanza fue a la DMV y habló con la compañera que recibe los expedientes firmados por la UMIV. Esta le dijo que eso no era cierto, además de que fue a ver al Director para que le entregara el expediente.

El 23 de octubre de 2008 la inspectora de la DMV le dijo que en 60 días estaría firmado el expediente. Y en agosto de 2009 la llamaron porque la Declaratoria de Herederos no estaba en el expediente. «Desconozco dónde la perdieron, si en la UMIV o en la DMV», apunta.

El 16 de septiembre hizo un mes de que ella entregara otra Declaratoria de Herederos, y el 24 aún no estaba firmado el expediente porque el Director disfrutó de vacaciones, primero, y después estaba pasando un curso. Solo él puede firmar.

«No quiero escuchar más explicaciones de la Dirección de Vivienda de Boyeros; quiero una solución», apunta con disgusto.

 

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