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Las aguas sucias

Lourdes Toirac (calle 87 No. 1203, entre 12 y 14, Tulipán, Cienfuegos) experimenta una especie de vergüenza por verse precisada a ventilar un asunto que le afecta hace más de año y medio, y constatar que, allá en su ciudad, se demuestra de hecho la incompetencia total para resolverlo.

Relata Lourdes que en estos más de 18 meses permanece tupida la fosa de los edificios que colindan con su vivienda. Las aguas negras o residuales salen por un registro que queda al costado de su casa, y el patio se inunda de excrementos, con la consiguiente pestilencia y focos perniciosos. Hay que experimentar aquello para saber qué es.

La lista de los S.O.S. que ha lanzado la cienfueguera es interminable: Carlos, el jefe de brigada de Acueducto que atiende ese Consejo, le dice que no tiene herramienta alguna para destupir la fosa. La delegada de la circunscripción le dijo que lo ha tramitado a diferentes niveles. El número de la queja es 3374, y nada se ha hecho. Acueducto y Alcantarillado conoce del asunto, al igual que Atención a la Población del Gobierno Municipal. Higiene y Epidemiología inspeccionó y dejó un dictamen, señalando el peligro del foco.

Extenuada de tanto andar en falso, sin ninguna respuesta, Lourdes acudió a la periodista Mercedes Caro, quien atiende la sección homóloga a esta, Diálogo Directo, del periódico local 5 de Septiembre. La queja salió publicada el 13 de noviembre, y hasta el 1ro. de diciembre pasado, cuando me escribiera la reclamante, no aparecía en el horizonte ninguna respuesta ni esperanza alguna. Nadie había ido a atenderla, por elemental sensibilidad comunicacional. Las aguas sucias siguen corriendo por el costado y frente de su casa, y desembocan por toda la calle 87, entre 12 y 14.

Lourdes confiesa que se siente muy apenada de sacar esos «trapos sucios» —más bien aguas sucias— de algo tan local, en un periódico nacional. Pero no se resigna a vivir entre la porquería; esa es la palabra y no otra para designar lo que sigue proliferando sin que las entidades correspondientes den siquiera la cara.

Me uno a mi colega Mercedes Caro, pues sé que hace un gran esfuerzo en Cienfuegos por atender los reclamos y penas de los ciudadanos, muchas veces con la incomprensión, incluso la molestia, de quienes no reparan que cualquier responsabilidad pública solo tiene sentido para atender al ser humano y no darle la espalda.

Y a Lourdes, solo le digo que no es precisamente ella quien debe avergonzarse de sacar «las aguas sucias» del límite de su ciudad. A ella le deben más de una explicación y de una solución.

Insomnio al pie de la ceiba

Mire usted. Lourdes también, pero Perna, reproduce una historia similar, allá en Carretera de Santa Cruz 109-E, en el reparto Torre Blanca, de la ciudad de Camagüey: una ceiba inmensa, en el patio de la vivienda 107-E, hace años amenaza a unas diez viviendas a su alrededor: grietas en las paredes, caída de gajos en techos, derrumbes, obstrucción de alcantarillado, roturas de tuberías de agua potable…

Hace años los vecinos gestionan a todos los niveles la tala del árbol. «Han pasado ciclones y tornados, y seguimos pasando por el trauma, sin solución. Los oídos se mantienen sordos. En 2008, con la inminencia de los ciclones que nos afectaron, nos dirigimos a la brigada que estaba realizando la tala de árboles. Y nada», afirma.

En la lista están delegado de la circunscripción, Comunales y Gobierno municipal y provincial…

«Esto se ha convertido en un círculo vicioso sin solución», confiesa Lourdes.

Así trascienden los límites de los municipios y las provincias los dramas de mucha gente, ni siquiera una respuesta fundamentada de qué imponderable impide atender su reclamo. ¿Será posible? No me resigno; no se resignan nuestros lectores.

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