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No se cocinan las respuestas…

La sustitución de efectos electrodomésticos ha sido eficaz para la economía cubana, pero también ha dejado insatisfacciones en ciertos segmentos de familias, como la de Enrique Cino, en calle 9na. No. 10, entre 2da. y Calzada de Managua, reparto Parcelación Moderna, municipio capitalino de Arroyo Naranjo.

Apunta Enrique que, cuando se hizo el censo preliminar en su barrio para la sustitución, no se tuvo en cuenta a los núcleos divididos. Y a la larga se quedaron muchos sin adquirir los módulos de cocción. Así, luego de entregarse estos, se limitó la distribución de las balitas de gas licuado a una por año. Pero él, quien fue cliente de la Empresa de Gas Licuado por muchos años, no fue beneficiado con cocina eléctrica ni con olla Reina. Resultado: no tuvo otra alternativa que comprar el gas a 120 pesos la bala. Y aunque actualmente se distribuyen tres de ellas al año, ni así le alcanza.

Las cocinas eléctricas y otros componentes del módulo, señala, se desgastan  con el intenso régimen de cocinar a diario, lo que les limita la vida útil. A ello se suma la escasez de piezas de repuesto para las ollas arroceras y Reina, y que las reparaciones resultan costosas.

A su vez, Irma Martín (Edificio 6, apto. C-3, reparto Hermanos Cruz, Pinar del Río), refiere que las primeras cocinas eléctricas duraron poco por su baja calidad. Y de las posteriores, una gran parte ha tenido que recibir nuevas resistencias. Ya ni siquiera alude a aquellas jarras y calentadores eléctricos, que apenas funcionaron y representaron un gasto para el país, porque al final, a los clientes se les devolvió el dinero pagado por ellos.

Incluso de la olla Reina, la más elogiada del set, ya una parte de ellas se ha averiado por el uso, según ha podido apreciar. Y los repuestos, cuando aparecen en los talleres estatales, tienen precios altos. «El gas licuado —refiere— se oferta en muy baja cobertura. Por tanto, con los equipos ya de baja, ¿con qué cocinan las familias?».

Si bien es cierto que el país ha disminuido su consumo eléctrico con estas sustituciones, no se puede soslayar que con el decursar del tiempo, ante este programa han surgido nuevos problemas, que ameritan ser evaluados para encontrar soluciones.

¿Garantía?

Israel C. García (General García 477, Bayamo, Granma) cuenta que, gracias a la Revolución Energética, en el 2008 pudo sustituir su viejo equipo acondicionador de aire soviético por un flamante LG.

Pero, transcurridos dos años, y aún en garantía el LG dejó de funcionar, y él lo reportó a Servi-hogar. El 23 de marzo pasado, el técnico enviado dictaminó que la máquina estaba quemada. Y le orientó que la empresa DIVEP era la que tenía que ver con la garantía.

Ahí comenzó la odisea: «Que si es DIVEP —refiere—, que si una entidad de nueva creación que se subordina a aquella… En eso estuve desde marzo hasta julio de este año sin que se me diera una solución, no obstante que sigo pagando al Banco el equipo roto».

Actualmente, precisa, la «responsabilidad» pasa a la Empresa Provincial de Servicios en Granma. Pero allí le responden que podrán resolverle «cuando DIVEP nos venda la máquina…».

A fines de septiembre, retomaron el cambio de acondicionadores de aire. Pero el director de la Empresa Provincial de Servicios le dijo que en casos como el suyo lo orientado no es cambiar el equipo, sino la pieza que se rompe, de la cual no tiene en existencia.

Israel cuestiona: «Ya llevo siete meses con el aire roto y sigo pagándolo. ¿Cuánto más debo esperar? ¿No estaremos creando nuevos y mayores problemas al cambiar más equipos sin solucionar antes aquellos que están en garantía? ¿Por qué no se admite el recambio del equipo completo cuando se trata de una rotura mayor y no existe posibilidad de reparación, en plena garantía? ¿Cuántas nuevas excusas y trabas tecnicistas y burocráticas tendré que enfrentar para solucionar mi problema?»

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