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No les correspondía

El pasado 28 de septiembre, esta columna reflejó, bajo el título Extensión al olvido, la queja de Lidia Puentes, residente en el batey del antiguo central azucarero España Republicana, en Perico, provincia de Matanzas.

Relataba Lidia que su esposo, Roberto Cruz, jubilado del referido Complejo Agroindustrial (CAI), poseía hace años en su casa una extensión de la vieja pizarra del central, la cual quedó desactivada tras el paso del huracán Michelle en noviembre de 2001.

Se logró restablecer las comunicaciones, mas la pizarra no fue reinstalada. Los argumentos eran que no había cable ni capacidad. Tras varias gestiones, les dijeron que debían esperar, pues la misma se iba a digitalizar.

Llegó ese día. La pizarra fue digitalizada y le instalaron teléfonos directos a quienes tenían extensión de la anterior. Y, según Lidia, el de ellos nunca llegó.

Al respecto, responde José Luis Batista, director de Comunicaciones del Ministerio del Azúcar, quien explica que las extensiones telefónicas se instalaban en los centrales a los funcionarios y trabajadores que, por su función, requerían una comunicación inmediata.

En el caso del CAI España Republicana, tenía cerca de cien teléfonos instalados, y el que reclama Lidia pertenecía a un especialista, ya fallecido, que se había trasladado a la Empresa Azucarera René Fraga en 1999, y se mudó para el poblado de Agramonte. Por ello, se decidió retirar ese servicio ese año.

De 1999 al 2004, aclara, permaneció viviendo en esa casa el hijo de este especialista, que está casado con la hija de Lidia y Roberto, sin servicio de la pizarra. Y precisa que en las investigaciones realizadas, se comprobó que Roberto vive en dicha dirección desde 2004.

«De lo anterior —apunta— se deduce que cuando Roberto Cruz comenzó a vivir en esa dirección, no contaba con el servicio de extensión telefónica de la pizarra del central; solo tenían el equipo».

Ya en un plano más general, refiere Batista que en 2002, cuando se inició el traspaso de los servicios telefónicos de la población residente en los bateyes, que eran atendidos por las pizarras telefónicas del MINAZ, en cada reunión con ETECSA en los centrales se indicó que se confeccionaría un listado con el nombre y dirección de quienes poseían extensiones de la pizarra.

Y se aclaró que, en el momento en que ETECSA asumiera esos servicios, lo haría bajo estas condiciones: solo se instalarían teléfonos a quienes estuvieran en esa lista y vivieran en las direcciones anotadas. No podría haber incremento de teléfonos después de elaboradas las listas. Y en caso de que la persona a la cual se le había instalado el teléfono se mudara, falleciera o fuera separada de su función en el central por mal trabajo, no se instalaría un servicio de ETECSA en ese lugar.

Señala que en 2008 ETECSA comenzó el proyecto para la digitalización de la pizarra del central, y solicitó a este el listado de las extensiones que estaban recibiendo el servicio. Y entre esas no estaba la de Roberto.

Asevera que durante el proceso de instalación, sí surgieron reclamaciones, las cuales se ventilaron a distintas instancias; y se les dio solución de una u otra forma, con la participación de ETECSA, el MINAZ y el Consejo de la Administración Municipal.

Asegura Batista que entre las citadas reclamaciones no estuvo la de Lidia y Roberto, por lo cual no fue analizada esa solicitud que ahora se hace.

Y tras un análisis del caso, agrega, se concluyó que para acceder al servicio telefónico, Lidia y Roberto tendrán que solicitarlo como se establece por ETECSA, bajo las condiciones de otorgamiento aprobadas para la población.

Puede o no satisfacer la respuesta a Lidia y Roberto, pero lo cierto es que, en este caso, el MINAZ ha respondido con los elementos y pruebas. Y en una columna en la cual algunos dejan brechas y rendijas para la conjetura y la duda, lo desmenuzado por Batista responde al respeto necesario a cualquier inquietud de un ciudadano.

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