Acuse de recibo
Es inaceptable que en un país tan celoso en materia de seguridad social, que por demás envejece demográficamente, haya un solo anciano con dificultades para cobrar su chequera por descuido o insensibilidad de alguien.
Hace dos meses que viene presentando problemas con su chequera de pensionada la mamá de Adelaida Rodríguez, quien escribe desde Calle Central No. 168, entre Cupey y 3ra., en el reparto Agramonte de la ciudad de Camagüey.
Cuenta ella que su madre, con 74 años, y padecimientos de diabetes, hipertensión arterial y otras patologías, en abril pasado fue a la tienda donde habitualmente cobra su chequera, y le plantearon que no podían pagarle: la numeración del chequecito del mes de mayo no se veía.
Adelaida fue en busca de solución a la filial de Seguridad Social. Hizo la cola y le dijeron que debía volver después del 2 de mayo, pues se le haría un cheque para que pudiera cobrar en el Banco.
Después del 2 de mayo, Adelaida y su mamá fueron a Seguridad Social y les dieron el cheque, al tiempo que les recogieron la chequera para hacer otra. El 23 de mayo Adelaida fue a buscar la chequera, y detectó que la nueva venía con el mismo problema que la anterior.
El 26 de mayo Adelaida retornó a Seguridad Social, y allí no encontró una recepcionista que le orientara e informara, como debe ser en un sitio que presta servicio tan sensible. Para colmo, el local no tiene las condiciones para atender a ancianos: apenas un pasillo muy estrecho, donde permanecen de pie las personas de la tercera edad pues no tienen donde sentarse. Al llegar al sitio donde atienden, tocó la puerta y planteó que necesitaba realizar una pregunta, pues no sabía a quién dirigirse.
Las personas que esperaban comenzaron a protestar, pues llevaban muchas horas allí. Adelaida explicó que, como a la entrada no hay recepcionista ni nadie que oriente, ella solo iba a preguntar. Al no poder aclarar su caso, fue a la Dirección y preguntó por la Directora. Había algunas personas esperando por ella. Al poco rato salió la Directora, a la cual se dirigió
Adelaida. Le dijo que necesitaba hablarle y la Directora siguió caminando. Adelaida fue tras ella y entonces esta le dijo que debía hacer la cola para atenderla. La cola era… ¡de 40 a 50 personas! Solo para aclarar una duda.
Adelaida le dijo que no se iba hasta que no la atendiera, y la Directora le dio la espalda. Una compañera se compadeció de su situación y la atendió, pero lo cierto es que cuando me escribió, aún aguardaba por la nueva chequera.
El pasado 26 de enero, Gilberto Suárez contaba aquí que en el edificio donde vive (Campanario 1009, Centro Habana) hacía más de dos años que una tubería de desagüe de los apartamentos superiores, que no estaba empotrada, se derramaba por las paredes, las cuales ya presentaban síntomas de daño.
El problema, que según Gilberto se resolvía con unos metros de tubería que podían costear los vecinos, no encontraba solución, aun con las gestiones que él había hecho en la micro social y en la oficina de rehabilitación y desarrollo de su territorio.
Responde Nelson Córdoba, director general de la Empresa Constructora de la Administración Local 2, del Grupo Empresarial Constructor de Ciudad de la Habana, que «los compañeros de la UEB (Unidad Empresarial de Base) de Conservación y Rehabilitación de Centro Habana se personaron en el inmueble, y comprobaron la situación planteada por Gilberto Suárez, de la cual no tenían conocimiento».
Apunta que se procedió a realizar trabajos de demolición en el primer nivel del edificio, en pared y bajo meseta. Se sustituyeron piezas de tuberías que estaban en mal estado, lo cual provocaba filtración hacia la planta baja, pues la descarga de los pisos de arriba está conectada a la ciudadela.
Precisa que todas esas tuberías se sustituyeron por piezas plegables; y se realizó la prueba de agua, mediante la cual se confirmó que la filtración se había eliminado, con la conformidad del promovente y demás vecinos.
¿Cuántas filtraciones no se podrán sellar como esta?
22
