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¿Licencia para dos meses?

Con el auge del trabajo por cuenta propia que vive Cuba, Juan Ruiz (Jovellanos No. 153, Casilda, Trinidad) hizo las gestiones establecidas y en su territorio le otorgaron una licencia de instructor de prácticas deportivas. Pero solo pudo desarrollar su labor de julio a octubre pasados. En la Dirección Municipal de Trabajo le dijeron que ya no podía ejercer ese trabajo no estatal.

«No he confrontado problemas con el tributo —explica—, y he cumplido con la Ley. Todo está en regla. Sin embargo, me explicaron los inspectores que de continuar ejerciendo, me podrían multar. En la Dirección de Trabajo me plantean que debo devolver la licencia, pues ahora no la puedo ejercer. Solo tiene valor en los meses de julio y agosto».

Apunta él que ha consultado toda la legislación al respecto publicada en la Gaceta Oficial de la República, y en ninguna parte ha encontrado que en las actividades aprobadas aparezca alguna disposición que ciña a un tiempo limitado del año el derecho a ejercer la labor escogida.

Juan señala que se encuentra en una situación muy difícil, después que decidió adscribirse a esta nueva forma de empleo, y puso todo su empeño en ello, confiando en que existe la voluntad de favorecer el auge de la misma. «Ahora no tengo trabajo, y sí una familia que mantener».

Sería muy útil que las autoridades territoriales de Trinidad, tanto la Dirección de Trabajo como el Consejo de la Administración Municipal, explicaran la fundamentación de la medida, si es una decisión o atribución local.

E incluso, en el caso de que fuera una directiva nacional, habría que explicarla con argumentos convincentes, pues no tiene sentido estimular el ejercicio de una actividad, para luego limitarla a ese extremo.

¿Por qué sucedió?

No queda esclarecido del todo lo que denunció aquí el pasado 11 de agosto el matancero Julio Valido, cuando uno lee la respuesta de Raida Betancourt, subdirectora de Atención a la Población de la Dirección de Vivienda de esa provincia.

Recordemos: En 2010 a Valido se le otorgó un terreno para la fabricación de su casa, que había solicitado desde 2006. Al llegar allí, se encontró que otra persona estaba levantando la suya en esa área. Al igual que él, había pagado el terreno, con licencia y permiso de Vivienda.

Valido confesaba que sufrió «peloteos» en sus trámites. El colmo, según él, era que el terreno había sido vendido también a una tercera persona. Y cuando escribió, no se había solucionado el problema. Este redactor apuntaba entonces: «Esperamos que se investigue exhaustivamente el asunto, y los responsables, con nombres y apellidos, respondan por tamaña tropelía. Qué vergüenza. Apena revelar barbaridades como esta».

Ahora responde Raida Betancourt que, el 25 de agosto, Valido fue atendido por la directora provincial del Sistema de la Vivienda, la directora provincial de la UPICV (no pormenoriza la sigla) y el director de la UMICV (ídem); pero se supo que él nunca había acudido a las instancias correspondientes. Siempre fue atendido por un trabajador del Departamento de Control Territorial de la UPICV.

Reafirma que a Valido le había sido entregado, por acuerdo del Consejo de la Administración Municipal (CAM), una licencia de construcción por esfuerzo propio y a su vez la ubicación de un terreno. Y, ciertamente, cuando fue allí, estaba en la misma parcela la ciudadana Ileana Álvarez. Pero señala que no existe una tercera persona.

Afirma que se acordó entregar a Valido nueva ubicación de terreno con la correspondiente licencia de construcción por cambio de parcela, sin gastos adicionales a los ya incurridos por este.

Y señala que «en cuanto a la funcionaria implicada en dicha violación, se analizó la responsabilidad correspondiente, dejando claro el mal actuar, y tomando la medida de separación del puesto de trabajo».

Agradezco la respuesta, pero el hecho de que Valido no hiciera la queja con «las instancias correspondientes», no exonera de culpas a quien vendió un terreno dos veces ni a quienes debían controlar que eso no sucediera. ¿Por qué vender dos veces una misma área? ¿Qué se escondía tras ello? ¿Fue intencional o descuido? ¿Y el culpable de los peloteos sufridos por Valido al reclamar? ¿Por qué no se solucionaba tamaño disparate durante meses y meses? ¿Qué hubiera pasado si Valido no escribe a esta columna?

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