Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Tristeza en el zoo

Pasa el tiempo y, de acuerdo con las reiteradas quejas al respecto en esta columna, pareciera que el famoso Zoológico de 26, en la capital, no levanta cabeza por sobre su deterioro.

Esta vez escribe Yumis Gaínza, vecina de Piñera No. 368, apto. E, entre Vista Hermosa y Mariano, en el municipio habanero de Cerro. Ella guarda recuerdos memorables de sus paseos por ese zoo junto a sus padres, cuando era niña, y teme que su hija de un año no pueda atesorar las mismas vivencias.

Relata Yumis que recientemente visitó el popular parque con su esposo y la niña, y considera que «es muy deprimente encontrar tan destruido un lugar que, por demás, siempre fue orgullo de los cubanos por su majestuosa arquitectura. Y enumera las razones de su decepción:

«Los legendarios monos, con sus distintas variedades, están repartidos en varias jaulas, para creer que son muchos, cuando en realidad suman alrededor de 20 y tantos. Existen jabalíes, una hiena que apenas se levanta cuando pasa el visitante…

«En otra jaula había algo que parecía un toro o un búfalo. Lo mismo nos sucedió con otros animalitos, tampoco se sabía si eran perros, lobos o zorros. No pudimos saber, porque el sistema de señalética y descripción de los animales no aparece en la mayoría de las jaulas, y las que lo tienen, se encuentra deteriorado al punto de que no se termina de leer la información.

«Todavía quedan un avestruz, mapaches, una pitón y no podía faltar el majá de Santa María. Pero la sección destinada a la pradera africana está inhabitable, ya no te infunde ese miedo mezclado con júbilo de antaño: solo queda un león, una leona con su cachorro.

«El hábitat maravilloso de los cocodrilos, esa perfecta isla de Cuba enorme, que siempre fue sonora, mágica, ahora es un enorme estanque que, aun con cocodrilos, parece sin vida. El estanque de los flamencos fue el único que me recordó mi infancia.

«El hedor que se respira es increíble. Las características físicas de los animales se muestran muy descuidadas. La bella fuente ubicada casi en medio de la instalación ahora es guarida de las hojas secas que caen y de otras cosas que prefiero no describir. El tren no funciona; nadie me supo decir por qué.

«Los parques de diversiones sí están en buen estado; las cafeterías, bien surtidas. Pero la naturaleza… Me pregunto, tal como veo las cosas, si en un futuro no lejano le enseñaremos algo a nuestros hijos. ¿Existirán el amor, el cuidado y la constancia con nuestra madre naturaleza?

«Quisiera ver a mi zoológico de vuelta. Quisiera poder salvar ese pequeño universo…», concluye Yumis.

Se lo salvaron

Ángel Ariel Marín siempre estará en deuda con los médicos, enfermeras y personal de servicio de la sala de terapia intensiva del hospital pediátrico La Balear, de San Miguel del Padrón; porque allí le salvaron la vida a su hijo de solo siete meses de vida.

Cuenta el padre agradecido que el bebé ingresó el pasado 16 de junio en ese recinto, con una sepsis severa. Y durante 12 días todas esas personas lucharon sin tregua por el derecho de esa personita a crecer y vivir sanamente. Hoy, en la calle 10, en el No. 40720 de Santiago de las Vegas, una familia disfruta con más razones la sonrisa del inocente, que va ocupando su espacio en este bendito país.

La orden que no llega

Martha Batista González (calle 3, No. 2214, apto 4, Sierra Caballo, Isla de la Juventud) cuenta que su mamá, Delia Rosa González es residente en Tacámara-Hicacos, en el municipio holguinero de Báguanos. Y hace cuatro años está postrada en una cama, producto de un accidente cerebrovascular.

En consecuencia, Salud Pública le tiene asignado un módulo para encamado, pero el mismo nunca llega. Según refieren los trabajadores sociales, en la tienda La Loma, del territorio, se encuentran 42 módulos, pero no se han distribuido «porque no ha llegado la información de quien debe dar la orden de entrega». Esa situación, señala, es conocida por las autoridades municipales y la dirección de Salud allí.

Lamentable. La centralización y el burocratismo se conjuran para hacer sufrir...

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