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Sobre la «colateral»

José Antonio Mora Despaigne, jefe del Órgano de Cuadros de la Delegación Territorial de Cubanacán en Santiago de Cuba, ha situado un tema controversial sobre el tapete, al meditar en su carta acerca de las esquemáticas interpretaciones de la llamada «responsabilidad colateral» de funcionarios y dirigentes.

Ante todo saludo algo inusual: que un funcionario estatal venga a esta columna a reflexionar como ciudadano; y no, urgido y compulsado, a responder la queja o el planteamiento de un ciudadano, como es lo habitual.

Explico primeramente que en el Decreto Ley 196/1999, acerca del Sistema de Trabajo con los Cuadros del Estado y del Gobierno, se exige por la responsabilidad colateral «al cuadro que, siendo superior jerárquico de los violadores o infractores, y sin tener participación directa en los hechos, por su falta de exigencia, o por su actuar negligente o por la no aplicación de los controles establecidos, facilitó la realización de las acciones violatorias de la disciplina por parte de los infractores, o que habiendo conocido de dichas violaciones e infracciones, no las enfrentó o no informó de inmediato dichas ocurrencias, a los niveles correspondientes».

Mora entra al ruedo defendiendo el concepto ético político, de ejemplo y vanguardia en todo sentido del directivo, defendido brillantemente por Ernesto Che Guevara en su antológico artículo El cuadro, columna vertebral de la Revolución. Y destaca el valor y la dignidad que supone ser cuadro de dirección, con independencia del escenario donde se desarrolle.

Apoya que funcionarios y dirigentes tengan que responder con severidad cuando, por su falta de exigencia y de control, se generen bajo su mando indisciplinas, acciones violatorias, delito y corrupción, aun cuando ellos no hayan tenido participación alguna en esos desmanes.

Pero alerta acerca de que la aplicación de la «responsabilidad colateral» no se convierta en una campaña rasante, con orejeras. «Cada caso —sostiene— debe analizarse en su contexto; evaluar causas y condiciones. La situación problema no es la misma en cada sitio, aunque el hecho sea parecido. Los infractores y el delito pueden apreciarse a través del mismo modo de operación, pero los colectivos laborales no son iguales. Los métodos y estilos de dirección varían en la misma medida en que cambian los actores y colaboradores de la organización en cuestión».

Mora no comparte lo que caracteriza como un proceder en boga, «amenazador, cazador de brujas y bastante desmotivador para los que dirigen», el cual genera criterios muy variopintos: «¿Cuadro yo? Ni loco, me coge la colateral»… «Ya aquí no se puede dirigir… todo es con la colateral»… «¿No viste lo que le pasó a Fulano?… un cuadro brillante, él mismo denunció al ladrón y como quiera lo cogió la colateral. No puedes tomar decisiones seguras…».

«Soy cuadro, y a mucha honra, manifiesta el remitente. Raúl nos ha pedido a los revolucionarios que discrepemos. Creo que no es digno obedecer todo lo que se orienta. Mucho daño le hacemos a la Revolución si, por no buscarnos problemas, no señalamos con sana intención los errores que cometen los hombres al hacer cumplir lo establecido. El socialismo no es un sistema de leyes ciegas. Y la colateral en muchos casos es interpretada en un estado de ceguera total», concluye.

Agradezco a Mora su invitación a debatir tema tan actual, en medio de una verdadera cruzada que lleva la sociedad cubana contra el descontrol, las indisciplinas, el delito y la corrupción. En mi parcial consideración —a fin de cuentas no soy cuadro—, considero que la «colateral» es imprescindible, siempre que se aplique puntualmente, con mirada profunda y sentido de justicia.

Pero lo esencial es atacar los problemas de raíz a tiempo, para no tener que buscar culpables al final en una especie de disección del cadáver, y entonces reciclar y reciclar cuadros y responsables —o irresponsables— que no son más que el reflejo, no la causa.

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