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Sombras y penas en el camposanto

Algún mecanismo turbio se cernía sobre el camposanto de Las Calabazas, en el municipio de Calixto García, y la holguinera Iliana Pérez Vázquez, residente en el aledaño Cacocum, lo denunció aquí el 15 de octubre pasado.

Narraba entonces la remitente que por años un panteón de  aquel cementerio había pertenecido a su familia —los Aballes López—; pero que el Día de las Madres de 2014, al visitar el lugar, se percataron de que el sepulcro tenía la inscripción de otra familia: los González.

Averiguaron con el sepulturero y este no sabía nada. Más tarde, en la Dirección Municipal de Comunales de Calixto García, un funcionario se negó primero a darles información y después les propuso que convirtieran un nicho estatal en panteón, y cuando lo terminaran él les daría la propiedad. Posteriormente el mismo empleado aconsejó al padre de Iliana que esperara a que el Director de Comunales pasara a otras funciones para darles la propiedad sobre el túmulo.

Finalmente los familiares contactaron con la presunta propietaria del panteón en disputa: Olga González, residente en la ciudad de Holguín, y esta, según narraba Iliana, les dio versiones confusas de la adquisición del espacio.

A propósito de este oscuro asunto, escribe Julio Molina Ramírez, director de Comunales en Calixto García. Comienza aclarando Julio que Ileana Pérez Vázquez y su padre Félix Pérez Aballes reclamaron el panteón de marras sobre un fundamento verbal únicamente, sin presentar propiedad o documentación alguna.

Asimismo asevera el dirigente que el panteón que aquellos solicitan tiene una propietaria legal: la holguinera Olga Rosa González Domínguez. Ella, en entrevista con el Director municipal —en presencia de Iliana y Félix—, declaró que un antiguo sepulturero ya fallecido «le dio el espacio donde había un nicho muy deteriorado en el año 1984, el que inscribió a su nombre y luego realizó los trámites con la Dirección Municipal de Comunales en ese momento para la reparación de este… Una vez terminado el trabajo se le actualizó la propiedad el día 10-12-2007…».

Igualmente afirmó Olga Rosa que no compró el panteón, que los 10 000 pesos a los que aludía la carta de Iliana los utilizó en la construcción y reparación de este.

La Dirección de Comunales cometió un error —admite Julio— provocado por José Fortees González, jefe del Departamento Necrológico, quien sin realizar un trabajo investigativo se tomó facultades no conferidas y entregó un nicho estatal con el objetivo de adjudicárselo a Félix Pérez Aballes».

Esta violación —argumenta el Director municipal— fue detectada el 2 de septiembre pasado, en visita realizada al cementerio de Las Calabazas. Se citó a Félix y se le explicó que no podía seguir convirtiendo en panteón el nicho adjudicado, pues el procedimiento era ilegal.

El hecho de que Fortees mandó decir a Félix que cuando no estuviera el actual Director (Julio), «él le daría la propiedad del inmueble», es «muy cierto», sostiene el ejecutivo.

A José Fortees González, tras los análisis de su conducta violatoria de la ética, se le aplicó la medida de «democión definitiva a un cargo de inferior categoría y condiciones laborales distintas, no pudiendo recibir estímulos adicionales a su salario oficial durante un término entre seis meses y un año», aclara.

De la investigación del caso también se corroboró que «hacía mucho tiempo que los familiares de Iliana no se presentaban al lugar», pues la propiedad de Olga, con inscripción de 1984, fue incluso actualizada en 2007.

Varios de los familiares a los que alude Iliana fueron exhumados de oficio por los compañeros de Comunales hace más de cinco años. No tenían nada que los identificara y fueron trasladados a una fosa común. Por ley, las exhumaciones deben efectuarse, como máximo, a los dos años y un día, puntualiza el funcionario.

«No obstante —detalla— se verificó que tres de los familiares a los que se refiere Iliana sí tenían libro y están en esa fosa». Ileana manifestó por escrito a la Comisión Provincial de Comunales que no seguirá el litigio por un panteón del que no posee documentos. Por su parte, la Dirección Municipal que encabeza Julio Molina Ramírez ofrece disculpas a los familiares Aballes López y afirma que se han tomado medidas organizativas para que hechos como los narrados no se repitan.

Casi no tengo espacio, pero, además de agradecer la respuesta, urge comentar. ¡Cuánto sale a luz cuando se hala el hilo de las malas prácticas! Un sepulturero (ya fallecido) que cedió un espacio estatal. Un Director de Necrología que hace lo mismo y además se confabula a espaldas de sus superiores. Una familia que admite le entreguen con turbios manejos un espacio, comienza a acondicionarlo y solo cuando los mandan a parar acude a la prensa para denunciar el caso… Y todo ello, lamentablemente, hasta en el sagrado terreno donde reposan nuestros muertos. Ojo: la ética no es una camiseta: es, ante todo, una actitud de vida. Honrémosla.

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