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¿Qué hacemos con la ciudad?

San Julio y Enamorados, San Julio y Santos Suárez, Durege y San Bernardino, Durege y Zapote, Durege y Santa Emilia... La lista de esquinas de la ciudad podría continuar hasta llenar muchos renglones. Estas son apenas algunas de las que fotografió Roberto Alejandro Oharriz Llorente (Enamorados No. 309 A, e/ San Julio y Durege, Consejo Popular Tamarindo, Diez de Octubre), y en las cuales las montañas de basura sobresalen como impúdicos monumentos a la indolencia.

«Padecemos de una invasión de moscas en nuestros hogares, (…) plaga que ha sido propiciada por la acumulación de desechos sólidos y escombros que amigablemente conviven en nuestras esquinas. Nunca en los meses de invierno se habían presentado estos indeseables insectos voladores, vectores transmisores de múltiples enfermedades, de una forma tan masiva», se duele el remitente.

«Llamo la atención al gobierno municipal, máximo responsable de la recogida de la basura y los escombros, y en ello va implícito la actuación de las direcciones de Comunales y Salud Pública». Y piensa, dice, que «lo del famoso eslogan “La limpieza, tarea de todos”» en estos casos no funciona, pues al final no es tarea de nadie», añade el capitalino.

Manifiesta su preocupación por la falta de contenedores y la no sistematicidad en la recogida de basura en su localidad, sobre todo en calles secundarias.

El asunto —añade este redactor— es bastante complejo. Como bien apunta el lector, cuando la tarea es de todos muchos veces queda en terreno de nadie; pero eso no puede conducir a que se haga responsable solo a algunos de lo que en verdad es causado y mirado «con vista gorda» por muchos.

En cualquier caso, pienso, las recetas morales y las campañas por sí solas han demostrado ineficiencia. Si no se instrumentan medidas operativas en lo inmediato y disposiciones legales que impli-quen severas sanciones a quienes violen las normas de limpieza colectiva —desde el ciudadano que debía echar la basura dentro del contenedor y no lo hace, hasta el trabajador de comunales que debía recoger y pasa de largo—; si no se toma el toro de la basura por los cuernos, digo, esta historia podría tener consecuencias dolorosas.

¿Fue idóneo el proceso?

Es tan delicado el tema del empleo de un trabajador, que los procesos de reducción de plantillas en centros laborales han de brillar por su transparencia y por su equilibrio. Esto es, en medio de la necesaria medida, hacerlo de la manera que menos afecte a quienes ya saldrán afectados.

Pienso en ello tras leer la misiva de la santiaguera Euribia María Leyva Savournin (Calle 27, Biplanta Bajos, entre 4 y 6, Reparto Pastorita, Santiago de Cuba), quien no está conforme con el procedimiento mediante el cual quedó separada de la Empresa Cubataxi, de su provincia.

En marzo del 2013, siendo trabajadora de la Unidad UEB Logística, como jefa de Departamento Económico, se informa en la entidad que se realizaría el proceso de disponibilidad y que en ese departamento solamente quedarían dos plazas, ambas con requisito de idoneidad de Licenciatura en Economía, narra.

«Este proceso no se llevó a cabo en esta fecha. La plantilla que estaba aprobada era de tres y se le incrementa una plaza de Cajera para que la ocupara una compañera que fue liberada de su cargo y sancionada», apunta la remitente.

En octubre del 2013 es citada a la Empresa y el director y subdirector económico le proponen pasar a jefa de Departamento Económico en otra UEB, exponiéndole que hacía falta y que, como quedaría disponible, se había evaluado para ayudarla.

Euribia aceptó. Laboró hasta febrero de 2014, cuando enfermó y tuvo que estar seis meses de certificado médico. «Ningún compañero me visitó en el hospital ni en mi casa para ver mi estado de salud; sin embargo, fueron para notificarme mi liberación del cargo porque necesitaban quien asumiera en la UEB, porque existían muchos problemas», evoca la trabajadora.

«Al darme el alta médica me incorporo en la unidad y se me oferta una plaza de Técnico B en Gestión Económica en la UEB de Logística, donde trabajaba anteriormente. (…) A mi regreso, en el Dpto. habían creado otra plaza, ahora teníamos cinco plazas, que se ocuparon con personal de la calle. En la Empresa Provincial existían plazas que fueron cubiertas con personal de la calle y hubo una que no fue puesta en convocatoria», señala.

Al parecer por la misiva de Euribia, no aceptó la última propuesta y quedó disponible. No obstante, los mecanismos que la llevaron a esta condición, incluido el aumento de plazas donde supuestamente se iba a reducir y la no puesta en convocatoria de alguna, no quedaron claros para esta santiaguera. ¿Qué le pueden explicar en la institución?

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