Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Hueco en la pantalla

EL habanero Regino Soris Rodríguez (calle 6ta. No. 11108, Apto. 7, entre Quintana y Central, Reparto Aldabó, Boyeros, La Habana) ha caído en uno de esos largos túneles de espera e ineficiencia que ya hemos recorrido tantas veces.

El pasado 11 de enero arribó a Cuba luego de visitar a su hija, residente en Estados Unidos. En su equipaje, según cuenta, traía un televisor de pantalla plana, marca Sharp, de 50 pulgadas. Cuando intentó recogerlo en la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional José Martí, le informaron que debía regresar al día siguiente, pues el aparato no había sido transportado en el mismo vuelo.

«Al otro día me presenté en el aeropuerto y al entregarme el equipo en el área de equipaje me encontré que la caja había sido perforada en varios lugares por un objeto punzante, y al abrir la envoltura la pantalla tenía un agujero y estaba partida…», señala Regino.

Allí se le informó que la agencia por la cual viajó —Havanatur— «era la que tenía que hacer la reclamación». Por eso el afectado se dirigió a esta el día 12 de enero. Allí le pidieron el comprobante de pago, «por lo cual tuve que volver al aeropuerto, donde me negaron la entrega de dicha documentación, alegándome que no se podía entregar a los pasajeros, por lo que tuve que hacer una reclamación al Jefe de Aduana del aeropuerto», evoca el doliente. El referido comprobante finalmente llegó a sus manos el 20 de enero.

Otra vez en la Agencia le indicaron al habanero que debía ver a la compañera Deolinda Moré Silva, encargada de gestionar y solucionar las reclamaciones. El reporte de irregularidades (PIR) correspondiente al caso, le sería suministrado a ella, por correo, desde el aeropuerto.

Dicha empleada «me manifestó que debía esperar respuesta de dos a tres meses. En el transcurso de estos (…) me mantuve pendiente de la evolución del trámite, vía telefónica y personalmente. Su respuesta siempre fue la misma: esperar de dos a tres meses», expresa el remitente.

Al cumplirse el plazo señalado, Regino acudió a la institución y, para triste sorpresa, la misma compañera que le había estado diciendo que debía aguardar le aseveró que «la empresa responsable de atender este tipo de caso es Ecasa».

«¿Tuvo que esperar tres meses para decirme esto teniendo todos mis datos personales para localizarme vía telefónica? Han transcurrido tres meses y 21 días (la carta está fechada el 4 de mayo) y mi caso no parece interesarles. Pagué como es debido mi boleto y el costo del equipaje para entrarlo a territorio nacional, según las normativas de la Aduana General de la República de Cuba; tengo en mi poder el reporte de irregularidades de las pertenencias que me dieron cuando me lo entregaron dañado, la solicitud de factura de pago emitida en Estados Unidos y evidencias fotográficas de los daños causados (...) ¿Qué trámites debo seguir para terminar con este cuento de nunca acabar?», pregunta el capitalino.

Aunque su reclamo parece tener todos los elementos que lo harían válido, más allá de si procede o no, ¿cómo es posible que a alguien se le mantenga esperando tres meses por una respuesta, referida además a un costoso equipo, y después, tranquilamente, se le pelotee hacia otra institución? ¿Qué dicen los implicados al respecto?

Pescado fresco

Lisette Trueba Domínguez (calle 82, Edificio 5C01, entre 5ta. C y 5ta. D, Cojímar, La Habana del Este) quiere agradecer públicamente «el excelente trato y la limpieza que reinan en la pescadería de Mercomar, ubicada en Calzada de 10 de Octubre, más conocida como la Pescadería de Toyo. Felicito al personal de este centro, porque siempre que he comprado pescado allí ha estado fresco».

Esto, apunta la remitente, contrasta con otras instituciones del mismo tipo en la capital, que ni en el producto que ofertan, ni en el servicio al cliente, exhiben buenos resultados. Ojalá la mencionada, de Toyo, irradie su buena onda.

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