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PNR responde ante reventa de entradas

La Policía Nacional Revolucionaria del municipio capitalino de La Habana Vieja nos ha enviado una respuesta en cuanto a la denuncia hecha aquí el pasado 6 de enero por la lectora Ileana M. Rodríguez, acerca de la impune reventa a diez y 15 CUC por especuladores, de las entradas que cuestan 30 CUP para la platea del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, luego de la acuciosa reparación a que fue sometido ese coliseo durante tres años.

Precisa la nota que, una vez conocida la denuncia, el 7 de enero, ese cuerpo, de conjunto con inspectores de la Dirección Integral de Supervisión y Control (DISC), implementó un grupo de acciones para sanear el área de ciudadanos inescrupulosos, que se dedican a esos actos ilícitos.

Refiere que fueron multados dos transgresores de la legalidad, en correspondencia con lo establecido en el Decreto-Ley 315: se le aplicó a cada uno una cuantía ascendente a 1 500 pesos. Y a una ciudadana reincidente, que radica en el entorno del Gran Teatro, se le advirtió que de volver a infringir la legalidad, será procesada por actividad económica ilícita, y será puesta a disposición de los Tribunales.

Añade la PNR de La Habana Vieja que, en coordinación de trabajo con la administración del Gran Teatro, se establecieron las medidas correspondientes de acuerdo con el cronograma de funciones, «las que han permitido mantener, en ese escenario, un clima de orden y tranquilidad, en beneficio de la cultura y el disfrute de nuestro pueblo».

Dichas ilegalidades, apunta, u otras que afectan a la sociedad, no se corresponden con los principios éticos y morales de nuestra Revolución, motivo por el que se hace un llamado a enfrentar estas actividades e informar de inmediato a las autoridades competentes, con el fin de ofrecer una respuesta efectiva y oportuna como se merece nuestra ciudadanía.

Agradezco la respuesta de la PNR de La Habana Vieja y la resolución con que ha enfrentado el problema. Y hago votos porque esta práctica se sistematice como un estilo de trabajo permanente y saneador, de conjunto con la administración del teatro, la cual, por cierto, hasta el momento no ha respondido.

¿Quién compra lo inservible?

Alfredo Manuel Lorenzo Mejides (calle 13 s/n, Pueblo Viejo, Jesús Menéndez, Las Tunas) es técnico de equipos electrodomésticos en un taller del Programa de Ahorro Energético. Y como tal, sufre y le duelen ciertos absurdos que no están en sus manos resolver ni enmendar: la falta de calidad y de surtido de las juntas de cocción para la reparación de las ollas multipropósito conocidas como Reina.

Es algo desesperante tanto para el cliente como para el técnico que las repara, apunta. Según cuenta en su misiva Alfredo, el Divep, la entidad importadora de esos componentes a nivel nacional, ha hecho una compra de miles de juntas a una firma española, que no cumplen con su cometido.

Alfredo pregunta: «¿Quién importa y gasta tanto dinero en moneda dura en algo que no sirve, si hasta ahora se adquirían en la República Popular China y tenían buena calidad? ¿Cambiamos de proveedor y de calidad a la vez? ¿Ese dinero mal invertido quién lo paga? ¿Los responsables de adquirirlas no hacen un muestreo probándolas en una olla Reina, o se dejan engañar?».

El técnico vindica al maltrecho cliente cubano, que debe invertir un capital para la reparación de la olla, y al final sale decepcionado, porque la misma nunca alcanza presión para elaborar los alimentos.

Así sucede, según Alfredo, con otros componentes de fabricación nacional, como los recipientes marca Novalum para las ollas arroceras modelo CFXB: se han fabricado miles y uno cuesta 60 CUP. Pero no le sirven al equipo, afirma el técnico.

Y señala que los compradores que Divep designa para importar los juegos de cables de interconexión de las cocinas chinas de resistencia, no adquieren los terminales para el cableado de las mismas. En consecuencia, hay que «pelar» más de lo normal el cable, el cual queda tenso. Y, por consiguiente, dura menos la reparación. Eso mismo, apunta, sucede con los cables de alimentación de dichas cocinas: los clientes se quejan de lo cortos que vienen de fábrica.

Y para colmo, añade, el cliente lleva la olla al taller para cambiarle la cubierta interior, y nunca aparecen los tornillos M-4 y M-5. «Ya celebramos una década de la Revolución Energética, manifiesta, y cada mes, cada año que pasa, nos dicen que se está tratando de solucionar el suministro de los mismos. Pero al final los deseados e imprescindibles tornillos no aparecen en nuestros talleres».

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