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Por respeto a los muertos... y a los vivos

El pasado 24 de enero, y desde Corralillo, Villa Clara, Eneido Negrón Vázquez narraba la triste historia en torno a la muerte de su hermano Francisco Negrón Vázquez, el 4 de enero pasado, para que no se repita con otra familia.

Contaba que a raíz del deceso, no había féretros en  Corralillo, y hubo que mandarlo a buscar a Sagua la Grande, a más de 65 kilómetros, con el consiguiente retraso de varias horas. Para colmo, el ataúd traído tenía pésima confección: en el fondo había una separación entre las tablas, por donde cabían los dedos de la mano, estaba sin vestir en su interior y las puntillas tenían las puntas hacia afuera.

Además, el féretro no tenía cristal protector. Ante la protesta de la familia, decía Eneido, de la funeraria mandaron a buscar uno ya usado en el cementerio local para fijarlo después de lavarlo.

Al respecto, respondió el pasado 9 de abril Gregorio Israel Yervilla Díaz, director provincial de Servicios Comunales en Villa Clara. Y en la carta informa que se creó una comisión, integrada por él, la subdirectora provincial de Higiene y Necrología, el director de Servicios Comunales de Corralillo, el jefe del departamento de Higiene, la administradora de la funeraria y la técnica de Necrología de esa localidad. Se entrevistó a los dolientes, y «se reconocieron las insuficiencias del servicio necrológico».

Informa que «se buscó el ataúd en Sagua la Grande por falta de disponibilidad en Corralillo, motivado por la carencia de madera en las fábricas de ataúdes de la provincia, específicamente en la que radica en Quemado de Güines, que suministra al municipio de Corralillo».

Y refiere que «se realizó un análisis en la fábrica de ataúdes de Santa Clara con el objetivo de evitar chapucerías en un servicio tan respetado, aunque no tengamos los insumos necesarios, sobre todo la puntilla establecida por normas».

Sobre el vestimento interior, precisa que, según la norma, cubre hasta la mitad del ataúd, el cual, confirma, se recogió sin cristal en Sagua. Al respecto, faltó comunicación del chofer del carro fúnebre con la dirección del municipio para dar solución al asunto. No obstante, se resolvió el problema, pero no con un cristal del cementerio.

En cuanto a las medidas adoptadas, informa que  se le hizo un señalamiento al director, al jefe del departamento de Higiene y Necrología y a la administradora de la funeraria, «por no tener un eficiente control en lo legislado en la actividad, lo cual involucró a otros trabajadores del sector en el municipio».

Y el consejo de dirección de Comunales en Corralillo determinó aplicar al chofer del carro fúnebre amonestación pública, de acuerdo con el artículo 149, inciso a, del Código del Trabajo.

«Aunque se reconoció la falta de ética y de respeto, sabemos que no es suficiente ante un hecho tan doloroso», afirma, y acto seguido manifiesta que «la familia reconoce el buen servicio prestado tanto en la funeraria como en el cementerio municipal de Corralillo, y refiere conformidad con lo planteado en la respuesta».

Como siempre, agradezco la respuesta, aunque, para ser sincero, esta es bastante pálida con respecto a la gravedad de los hechos. Y explico:

Primeramente, no comprendo por qué parte de la comisión investigadora estaba integrada por directivos que, o son parte del problema, o al menos tenían conocimiento de la chapucería y el maltrato, y debían haber ejercido su labor de control y fiscalización ante esos problemas. No se puede ser juez y parte ante casos tan sensibles. Y el asunto no es solo reconocer los problemas y chapucerías en un servicio tan delicado, sino resolverlos de raíz, aunque fuera con medidas drásticas.

No se explica qué medidas se adoptan ante la falta de madera. Esa no puede ser la justificación, porque por ley natural de la vida las personas mueren, y merecen toda la dignidad del mundo en esa despedida. Y debe preverse de antemano lo imprescindible al menos para el viaje final. En cuanto a la pésima calidad de los ataúdes no es motivo de análisis para un día, sino debe ser celo y exigencia de siempre.

En caso de que la provincia carezca de madera, como puede estar sucediendo en otras regiones del país, entonces centralmente debe buscarse solución a un asunto tan espinoso. Por respeto a los muertos... y a los vivos.

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