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Reclamo desde Calixto, Majibacoa

Ana Rodríguez Peña (Calle 4taA, No.9 Altos, Calixto) no escribe para reclamar un asunto propio, lo hace animada por el civismo que implica luchar por el bienestar colectivo. Esta tunera no entiende cómo el poblado de Calixto, cabecera de Majibacoa, «con más de 8 000 habitantes, no tiene un hogar materno, (ni) acueducto, seminternado, óptica, una sede universitaria, un politécnico, (…) base de ómnibus, que la construyeron en Vivienda, a ocho kilómetros»...

Asimismo, añade la remitente, carecen allí de un hogar de ancianos, de un servicentro de abastecimiento de gasolina (que fue construido en Las Parras, a diez kilómetros), como ahora mismo se hallan edificando un hogar de ancianos en Omaja, a 14 kilómetros.

Señala igualmente la lugareña que poblados como Gastón, Vivienda, Las Parras, Omaja, La Posta y Providencia tienen un ómnibus fijo que por lo general no falla, pero el de Calixto «trabaja 15 días y se pasa seis meses que no trabaja».

Y no es que la majibacoense desee que los territorios aledaños no cuenten con los servicios e instituciones referidas, sino que los habitantes de Calixto también puedan disfrutar cercanamente de las prestaciones aludidas.

Estas demandas —apunta— se han tramitado en diversas ocasiones con las entidades administrativas y políticas del municipio y las justificativas respuestas van desde la carencia de espacios donde edificar hasta la rotura reiterada de los medios de transporte.

¿Qué tienen que decir al respecto las autoridades de Las Tunas? ¿Qué alternativas y proyectos de desarrollo se han buscado para esta localidad en los últimos años? ¿Han implicado la participación y control de la propia ciudadanía?

Responden por el pollo faltante

Lo dijo aquí el 3 de febrero de este año la capitalina Carmen Sáez Sánchez (Cervantes No. 61, e/ Guasimal y Nueva Gerona, Párraga, Arroyo Naranjo): en su carnicería y municipio se reiteraban preocupantemente los faltantes de pollo. A ella, trabajadora que suele llegar tarde cada jornada cuando regresa del Vedado (Plaza de la Revolución) a Arroyo Naranjo, en muchas ocasiones le había tocado esa respuesta en la carnicería: No hay, existe faltante. Y las deudas (hacia ella) y el malestar, y el congelador de la casa afectado, se repetían una y otra vez.

A propósito contesta Teresa Mora Marichal, directora de Organización y Sistema de la Unión de Empresas de Comercio y Gastronomía. Apunta Teresa que, según Humberto Cardoso Veliz, el asunto fue tramitado por la Técnica de protección al consumidor de la unidad básica de Comercio de Arroyo Naranjo, quien se entrevistó con la afectada y corroboró que le debían el alimento, así como que la respuesta ofrecida por el carnicero de la unidad correspondiente no fue la más adecuada.

En el consejo popular donde reside la consumidora (Callejas), «existió una afectación de 1 065,9 libras de pollo de población, y en la carnicería No. 1288, donde adquiere los productos (…), faltaron 115 libras», expone la directora. Y añade que con fecha 3 de febrero la unidad recibió el producto para su entrega a los pendientes del mes anterior.

«En el Consejo de Dirección de la unidad básica de comercio Arroyo Naranjo, efectuado el 1ro. de marzo de 2018, se analizó críticamente la forma incorrecta de informar al consumidor por el compañero (…) administrador, quien (también) funge como carnicero de la Unidad 1288».

Se procedió entonces a responder a la reclamante; se le repuso, como a los demás pendientes, el producto cárnico y esta se manifestó conforme con las atenciones brindadas.

«Informa Marcos Aguirre Carvajal, subdirector de Productos Alimenticios de la Empresa Provincial de Comercio de La Habana, que desde el mes de febrero de este propio año, se entrega a la red de comercio el producto pollo normado con el incremento del porciento de merma permisible, con el objetivo de eliminar las afectaciones a la población, por lo que cada unidad recibe las cifras que debe vender al consumidor», finaliza la misiva.

Agradezco la respuesta que llegó a JR el pasado 26 de junio, es decir, más de cuatro meses después de aparecida la demanda pública. En este, como en casos similares, no se trata de resolver un problema puntual, sino de garantizar los mecanismos y procedimientos de trabajo y gestión para que las soluciones sean duraderas.

Esperemos entonces que nuestras aves no sigan llegando con ese órgano de la ineficiencia llamado «faltante».

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