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Peligran vidas

Glenn González Baltar (San Lázaro 355, entre Manrique y San Nicolás, Centro Habana, La Habana) cuenta que hace tres años el edificio contiguo, el 357, está deshabitado y con dictamen de demolición; el último piso, en pésimas condiciones constructivas. Y se producen constantes desprendimientos de alquitrabes, columnas y paredes hacia el techo de su casa.

En este 2021, dice, ha ido en tres ocasiones al Gobierno municipal a reportar derrumbes hacia el techo de su vivienda. De las tres veces, en dos de ellas se presentaron arquitectos. Uno de ellos dijo que realizarían reporte a Secons para la demolición del último piso de San Lázaro 357.

El 4 de septiembre último hubo otro derrumbe de grandes proporciones, que perforó y rajó la placa de su morada. De nuevo hizo el reporte en el Gobierno municipal. Fueron a su vivienda la Delegada de la circunscripción, el Intendente municipal y un arquitecto. Dijeron que reportarían a Secons para que fueran entre el lunes 6 y el martes 7 a hacer una «falsa obra» y proceder con la demolición del edificio.

«Hasta hoy 13 de septiembre no ha ido nadie, añade. Continúo con los escombros sobre el techo de mi casa. El último piso del 357 sigue con peligro de derrumbarse. Y los daños serían de gran magnitud.

«El lugar hacia donde caen los escombros es el paso de entrada y salida a mi apartamento, en el cual vivo con cuatro niñas pequeñas entre cuatro y diez años, y en la planta baja mis padres, dos ancianos. Solicito la intervención lo más pronto posible de las autoridades correspondientes para así poder evitar daños mayores y hasta la posible pérdida de vidas humanas», concluye.

Primero sí, y después no

Enrique de la Torre Entenza (calle 306, No. 110, entre 1ra. B y  3ra., Santa Fe, Playa, La Habana) indica que a inicios de 2020 Etecsa informó a los clientes de su barrio del cambio de número telefónico para, con el nuevo, ofrecerles servicio de Nauta Hogar. Y ellos debían esperar por el aviso para hacer el contrato correspondiente.

En marzo pasado, un vecino, ya con el Nauta Hogar, le sugirió que no esperara más, y fuera a la oficina de Etecsa en El Náutico. Fue y le dijeron que debía hacer la solicitud  mediante carta. De no hacerse no mediaría el aviso, ni podían hacerle el contrato, como le dijo el vecino. Le facilitaron una hoja de papel e hizo la solicitud, de la cual no tiene copia. Y le dijeron que debía esperar, pues ellos la elevaban a otra instancia, que otorgaba la autorización del servicio. Y cuando estuviera otorgado, la pasaban a El Náutico.

Pasado un mes volvió allí a averiguar. Revisaron la lista de clientes autorizados, y no aparecía: debía esperar, llamarían al recibir la autorización.

Como pasaba el tiempo y sin respuesta, el 29 de mayo envió  correo al área comercial de Etecsa sobre su solicitud. No hubo respuesta. El 28 de junio envió nuevo correo, y tuvo respuesta el 6 de agosto: que su solicitud estaba procesada y debía esperar a ser contactado.

Como no llamaban, el 21 de agosto renvió. El 24 de ese mes lo llamaron de El Náutico, que se presentara al otro día con 900 pesos para hacerle el contrato del Nauta Hogar. El 25 fue allí. Quien le atendió le pidió carnet de identidad y número de teléfono; y comprobó que estaba entre los aprobados. Le mostró diferentes modalidades de contratación del Nauta Hogar. Pero algo pasaba en la computadora. Llamó a otro empleado, quien al ver lo que aparecía en pantalla, le preguntó dónde vivía. Cuando le dijo que en Santa Fe, le inquirió por qué había ido a hacer el contrato.

 Enrique explicó que el día anterior le habían llamado para que fuera allí a hacer el contrato. El empleado dijo que la llamada había sido un error, porque la planta de Santa Fe estaba saturada. Lo sentían mucho y se disculpaban por la molestia. Que estaban trabajando para poder continuar ofreciendo y ampliando el servicio.

 Como miembro del grupo Clientes de Etecsa de Facebook, ese  día él publicó en el sitio el asunto, diciendo que no aceptaba disculpas, sino soluciones. Y el 31 de agosto recibió mensaje de Etecsa: su queja se estaba tramitando, en cuanto hubiera solución le contactarían. Al día siguiente, recibió llamada de Alfredo, que se identificó como director de la Agencia Cubanacán de Etecsa, y ratificó lo mismo.

 «Como ha pasado una semana de estos avisos he decidido reiterar, afirma, para ver si se puede dar solución al caso. El servicio de Nauta Hogar me sería muy útil, pues estoy acogido a la modalidad de teletra-
bajo, como consultor de la Canec», concluye.

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