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¿Qué hubo con la «reforma» de salud?

Para unos fue un importante doblar de la esquina, para otros al menos es un comienzo en un camino más largo, en el país más poderoso del mundo, y que sin embargo, ocupa el lugar 37 en la lista de la Organización Mundial de la Salud.

Para Michael Moore, el voto del domingo por la noche que aprobó una supuesta ley de reforma de los cuidados de salud, “salvará la vida de los republicanos”, a quienes les dedicó este lunes una carta abierta, donde les dice que a pesar de su oposición a la medida, también estarán a su amparo, aunque todavía está muy lejos de ser el cuidado universal de salud que se necesita.

Les reafirma que 15 millones de estadounidenses todavía quedan al descubierto, lo que significa que 15 000 perderán cada año la vida por no poder pagar a un médico que los atienda, o la operación quirúrgica que necesitarían; pero otros 30 000 vivirán...

«Espero que esté ok para ustedes», ironiza el cineasta, denunciante en un magnífico filme documental de la hasta ahora desastrosa e inhumana situación de este derecho humano en Estados Unidos; y acto seguido les espeta: «Si no les importa, nosotros vamos a seguir ocupados, tratando de incrementar esta ley para que todos los norteamericanos sean cubiertos» y que las «compañías de seguro de salud sean sacadas del negocio».

Realmente, la legislación que a duras penas se aprobó, establece una reforma en el seguro, pero no en todo el sistema médico, y aún así fueron bastante las concesiones hechas por los demócratas y la administración de Obama para que fuera aprobada.

Recordemos que más de

3 000 lobbystas o cabilderos de las grandes corporaciones actuaron en Washington contra la ley, y las cinco mayores compañías de seguro y su grupo America’s Health Insurance Plans, se gastaron solo en el primer trimestre de 2009, seis millones de dólares para impedir su aprobación, seguidos de los nueve millones que puso con ese propósito la farmacéutica Ppizer en los meses finales de 2008 y a comienzos de 2009. Así que esta batalla viene de lejos y tiene quintacolumnistas en el Congreso, con razones para obstaculizarla.

Por ejemplo, 30 miembros del legislativo —demócratas y republicanos— que tienen cargos claves en comités importantes, poseen inversiones en compañías del sector que totalizan entre 11 y 27 millones de dólares, y hasta el director de política de salud de Obama ha servido en las juntas directivas de varias de esas corporaciones, que han visto en la última década incrementar sus ganancias en 480 por ciento.

La nueva ley nada tiene que ver, decía un comentario, con el mayor problema que enfrentan los cuidados en salud en EE.UU.: el constante aumento del costo de los tratamientos, que hacen que la industria médica se coma un sexto de la economía de la nación. Y añadía que el precio de los medicamentos también sigue incrementándose, así que los amos del sector seguirán apoderándose del dinero de los contribuyentes.

Entonces, les queda mucho por delante para una verdadera, universal y gratuita atención, donde todos, TODOS, sean beneficiados, y no queden aún en las manos de las aseguradoras privadas, subvencionadas también por las arcas del Estado.

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