Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Joaquín Borges-Triana

Los que soñamos por la oreja

¿Despega la guitarra eléctrica cubana?

En una que otra ocasión he expresado que, por razones incomprensibles para mí, entre nosotros la ejecución de la guitarra eléctrica no ha alcanzado ni por asomo un nivel cualitativo semejante, o aunque fuera cercano, al registrado en la guitarra clásica y en la de música popular. Afortunadamente, en años recientes se han publicado (dentro y fuera de Cuba) varias producciones discográficas a cargo de compatriotas guitarristas y que aportan indicios de que algo digno de ser seguido está ocurriendo en la escena de la guitarra eléctrica cubana.

Es oportuno señalar que, a partir de la pasada década de los 90, el panorama discográfico de Cuba en relación con las propuestas de jóvenes creadores ha sido testigo de numerosas antologías y compilaciones. Quien vaya a estudiar lo sucedido en el rock y el metal hecho por cubanos en los últimos 20 años, obligatoriamente tendrá que acudir a esos discos compilatorios de la obra de varios artistas. Si soy sincero, debo decir que no soy defensor de tal proceder, porque cualquier antología lleva implícito el germen de la discordia, dada la subjetividad que implica siempre la selección de los escogidos.

Empero, toda regla tiene su excepción y en ocasiones, cierto que contadas, dicha estrategia promocional ha contribuido a que se conociera la obra de los músicos recogidos en semejantes compilaciones. Ese es el caso al que nos enfrentamos hoy, con el álbum titulado Cuba Guitars Vol I, fonograma ya listo para irse a fábrica y que, según mi opinión, es de tremenda importancia histórica en el devenir del rock y el metal hecho por cubanos.

Si bien esta compilación que pronto saldrá al mercado como pequeño pero atractivo muestrario del quehacer de 14 guitarristas cubanos vinculados a diferentes estilos dentro del rock y el metal, se integra por nombres de instrumentistas que son —en su gran mayoría— desconocidos internacionalmente e incluso, en algunos casos, con poco o nulo reconocimiento dentro de la misma Isla que les viera nacer, los aquí registrados poseen méritos suficientes para figurar en Cuba Guitars Vol I o acometer por separado sus propios trabajos discográficos.

De seguro habrá quien al escuchar este disco, producido gracias a Cuba-Metal y a la gestión personal de Juan Raúl Fernández, eche de menos la no presencia de determinados nombres del actual panorama de guitarristas cubanos de rock y metal. Ciertamente, como diría una frase muy popular: «No están todos los que son, pero sí son todos los que están».

Múltiples razones pudieran alegarse para argumentar por qué sí unos y por qué no otros, mas lo importante es que estamos ante un primer intento (¡hay planes para acometer uno segundo!) por tratar de ofrecer una muestra sonora del acontecer cubano de distintas generaciones entre los ejecutantes rockeros y metaleros del instrumento de las seis cuerdas, con el valor agregado de que en la selección aparecen tanto residentes en la Isla como otros afincados allende los mares, en señal inequívoca del carácter transnacional por el que hoy pasa la cultura cubana.

Así, bajo semejante precepto ecuménico, aparecen en el fonograma Amed Medina, Ianier Muñoz, Dago Pedraja, Ionel Muñoz, Jorge Marín, Gastón González, Hansel Arrocha, Nilo Núñez, Reidal Roncourt, Mariano Garí, Juan Paz, Víctor Navarrete, Lesther Gorrin y Jorge Almarales.

Si me preguntasen cuál sería para mí el principal mérito de este disco que ahora se pone a disposición de los posibles interesados, respondería sin la menor duda que el mismo da testimonio de la riqueza musical con la que distintas generaciones de guitarristas cubanos se han proyectado en múltiples estilos del rock y el metal, abiertos como instrumentistas a las mejores influencias sonoras de su tiempo.

Cuba Guitars Vol I, compilación que, como todo lo humano, posee virtudes y defectos, clasifica en el selecto grupo de esos contados fonogramas llamados a resistir el paso del tiempo y a la vuelta de los años continuar siendo objeto de culto. Así, al arribar al último track del álbum, selección ideal como coda de la grabación, uno se da cuenta de que está ante un disco tremendo, de esos frente a los que no queda otra opción que tenerlos en casa.

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