Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Joaquín Borges-Triana

Los que soñamos por la oreja

Entre canción y world music

Afortunadamente, la escena musical cubana no deja de sorprendernos con nuevas propuestas en las que se aprecia una saludable dosis de experimentación, como expresión de los deseos de no querer transitar por lo manido. Así, somos testigos de un proceso de negociación entre expresiones de lo tradicional y lo foráneo, para dar pie a otra clase de discurso de la cubanía. Entre esos proyectos recién llegados a nuestro panorama sonoro, uno que ha captado el interés de muchos por lo que andan haciendo es la agrupación denominada Lindiana y Mantra.

Constituidos como ensemble en febrero de 2008, de inicio la banda quedó integrada por jóvenes instrumentistas con experiencias previas en los terrenos del jazz, la música tradicional, la popular urbana y la de concierto. Desde entonces, el núcleo central del proyecto lo han conformado la vocalista, compositora y arreglista cardenense Lindiana Murphy, quien fuese integrante del coro de Cámara de Matanzas y de los grupos Natura y Mestizaje, así como el saxofonista y percusionista cienfueguero Alexander Díaz, otrora miembro de Ismaelillo, Banda Tiempo, La Constelación, Iyabó y Mestizaje.

Lo primero que me llamó la atención de la agrupación al escucharlos fue el modo en que ellos incorporaban a su material elementos procedentes de la llamada world music, algo que de entrada los distingue en relación con lo demás que musicalmente acontece entre nosotros por los días que corren. Confieso que ese acercamiento del grupo a instrumentos típicos del folclor indio y africano, como por ejemplo las tablas (harto complejas de tocar), me encantó.

Ante un mundo que no siempre ve con buenos ojos la diferencia, abrirse a nuevas manifestaciones culturales y acercarse a sus conceptos, como han hecho Lindiana y Mantra en parte de su repertorio, resulta una manera de crecer y, así, no permanecer enclaustrados en un único universo musical sino abiertos a descubrir componentes rítmicos, melódicos y armónicos de las restantes culturas que habitan el planeta y que son dueñas de una tradición tanto o más antigua que la nuestra.

De lo antes expuesto, se deducirá que este ensemble es de los que apuesta por la hibridación en materia de música y por entregar a la audiencia una variedad de géneros y estilos en sus interpretaciones. Por ello, lo mismo se les puede ver ejecutar un pilón como Traga y calla, por supuesto que no en el modo exacto en que Enrique Bonne y Pacho Alonso hiciesen muy popular dicho ritmo allá por la década de los 60, sino concebido desde el punto de vista del año 2011 donde, cierto que se apela a una suerte de reconstrucción de la tradición, pero siempre desde el respeto del pasado.

Lo mismo pudiera manifestar acerca del tema denominado Tren de la vida, una muy acertada mezcla entre chachachá y aires de rock, un corte que me recuerda lo llevado a cabo hace ya muchos años —en idéntico sentido de mixtura genérica— por parte del bajista y vocalista José Antonio Acosta con la banda Los Magnéticos. En la propia cuerda de apostar por la hibridación sonora encontramos una pieza como Babel, una de mis favoritas de las interpretadas por Lindiana y Mantra en virtud de la energía que transmite la composición y que, dicho sea de paso, es algo así como un afro rock con uno que otro pasaje de rap.

Por supuesto que en el repertorio de la agrupación no se puede soslayar el rol que en el mismo desempeña la canción como tal, vía idónea para el disfrute de las potencialidades de la Murphy como vocalista. En dicho sentido yo mencionaría un par de exquisitas baladas, Ya te olvidé y Destierro, esta última también con destaque del saxofonista Alexander Díaz.

Otro aspecto que me interesa resaltar del proyecto es la calidad de los textos de sus melodías, que con elegancia y algo de didactismo nos tratan de inyectar un mensaje pletórico de optimismo. A quien desee comprobar el ingenio de estas punzantes pero no acres letras, le recomiendo escuchar con detenimiento temas como Manipulación, Catapulteando y, sobre todo, esa gozadera que responde al nombre de La cabra, composiciones que hacen de Lindiana y Mantra en el presente uno de los grupos más llamativos de la cambiante escena musical habanera.

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