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Aseguran supervivencia del cocodrilo cubano

Más de mil huevos de la especie Crocodylus rhombifer fueron incubados esta temporada en el Criadero de La Boca, en la Ciénaga de Zapata

Autor:

Juventud Rebelde

Fotos: TV Yumurí

CIÉNAGA DE ZAPATA. Matanzas.—Al llegar a Boca de Guamá el entorno nos llena de bienestar y optimismo: la prodigiosa vegetación, la múltiple fauna y también una razón especial, pues conocemos que en el Criadero de La Boca se lucha para que no se extinga el cocodrilo cubano, Crocodylus rhombifer.

Hasta ese apartado lugar del sur de la provincia llegamos para conocer de primera mano en qué forma se acomete la preservación de esta especie cuya piel presenta tonos amarillos jaspeados con puntos negros, y que fuera descrito por primera vez por George Curvier, en 1807.

El cocodrilo cubano está protegido por las normas de la Convención Internacional para el Comercio de las Especies en Peligro de Extinción (CITES), organismo que clasifica a las especies según el grado de amenaza de desaparición.

En la Ciénaga viven en estado salvaje dos especies, el cocodrilo americano (Crocodylus acutus) y el cocodrilo cubano, este último endémico de Cuba y que solo se halla en la Península de Zapata y en la Ciénaga de Lanier, en la Isla de la Juventud.

Según los especialistas, el cocodrilo cubano alcanza hasta 4 metros; es el único reptil que cuida su nido y durante cierto tiempo de su prole, y su dieta varía de acuerdo al tamaño, desde insectos hasta vertebrados, aunque todas las especies son carnívoras, por lo que despliegan habilidades de caza.

Se reportan en el mundo 23 especies de cocodrilos, tres de estas presentes en Cuba, teniendo en cuenta que el caimán fue introducido en la Isla de la Juventud, procedente de Colombia, en 1959.

En 1974 se inició la separación de esas especies confinadas en el Criadero de La Boca, lo que posibilitó preservar las condiciones que identifican a cada grupo y amparar a la especie cubana.

Desde mediados de la década del 80 se desarrollan estudios sobre las poblaciones silvestres de esos animales, lo que ha permitido estimarlos en aproximadamente 11 000 ejemplares.

INCUBAR AL COCODRILO

 "Nos gusta el trabajo con estos animales", afirma Sosa. El Criadero de La Boca no es una instalación bonita en términos estéticos. Sus corrales forman parte del enfrentamiento a la rudeza de dichos seres.

Este centro fue construido a principios de los años 60, con el objetivo de salvaguardar al cocodrilo del peligro de extinción por causa de la caza indiscriminada.

Durante el período de desove se entra diariamente a los corrales y si se nota que ya existen huevos, entonces se saca el nido y se incuba.

«Aplicamos varios métodos de incubación, preferiblemente una réplica de lo mismo que hace la cocodrila en el medio natural, con la diferencia de que se controla mediante una serie de medidas», comenta el veterinario Gustavo Sosa.

«Todos los nidos se incuban individualmente para una serie de controles, con la identificación de la madre, y después que el animal nace es medido y pesado para su seguimiento.

«A nosotros, nos gusta el trabajo con estos animales porque no es como con otras especies; en este caso tiene que gustarte», confiesa, mientras acaricia a una pequeña y fina «iguana de oro», como catalogara a la Isla de Cuba la poetisa Dulce María Loynaz, en referencia a la similitud entre el reptil y la forma geográfica del territorio nacional.

«Todos aquí vivimos enamorados de los cocodrilos cubanos o rhombifer», asiente el joven, quien especifica que lo fundamental del trabajo es lograr la buena salud de esta especie.

Sobre el peligro, insiste en que se trata de una especialidad como otra, pero que requiere ciertas medidas de seguridad, que se basan en el conocimiento y manejo de estos animales.

«Una vez que nacen se les realizan pruebas, se alimentan en los corrales, se seleccionan por tallas, y muchas veces atacan y te hacen incisiones, pero en el caso de los grandes en los últimos años no hemos presentado problemas», atestigua.

CONTEOS PELIGROSOS

La mayoría de los criadores y especialistas consideran el monitoreo de los cocodrilos en su estado natural como lo más fascinante, al ver concretado el sueño de que realmente subsisten, y debido al grado de peligrosidad que representa acercarse para manipularlos.

Para el conteo de los animales se entra por el mar en pequeñas embarcaciones. Navegando a lo largo de zanjas se localizan las zonas donde se concentran las mayores poblaciones de cocodrilos.

El Crocodylus rhombifer, endémico de la zona, posee uno de los hábitat más reducidos del mundo; su reproducción es ovípara y en cada nidada deposita unos 30 a 40 huevos.

«El conteo tiene gran importancia para ver el comportamiento de la población, si disminuye o crece; se trata de un estudio general», ahonda Mario López Mesa, director del criadero.

Añade que se capturan los animales para marcarlos, lo que viabiliza su posterior muestreo.

Esta interesante labor se realiza en los meses de julio y agosto, para aprovechar las lluvias que inundan las zanjas y las convierten en sitios navegables para poder adentrarse en los cenagales.

López dio a conocer que cuentan con 2 980 cocodrilos en las diversas categorías, de estos, 134 reproductores, a razón de 35 machos por 99 hembras.

Los nidos se incuban individualmente para una serie de controles, con la identificación de la madre. «En la etapa de la primavera y parte del verano se han obtenido 1 769 huevos, de los cuales se han perdido por diversos motivos alrededor de 600, lo que indica que en esta puesta deben nacer cerca de 1 200 cocodrilitos», nos dice.

Explica que se trata de todo un sistema, desde que el animal deposita los huevos, se colectan y se ponen en condiciones favorables para la reproducción.

Después del nacimiento, se marcan en las escamas de la cola, proceso de inscripción para controlar el crecimiento durante toda su vida.

«El objetivo principal del criadero es mantener la especie por medio de la reposición al medio natural», concluye López.

Salvar para las futuras generaciones al cocodrilo cubano significa todo un reto para el colectivo del Criadero de La Boca. Sin embargo, todo indica que ese grupo de hombres y mujeres llegaron a tiempo para preservar a estos seres vivientes expuestos a un serio riesgo de extinción.

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