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Versión ampliada de la intervención del General de Ejército Raúl Castro Ruz, en la jornada final del VII Congreso de la FEU

Fidel es insustituible, salvo que lo sustituyamos todos juntos, sentenció Raúl al dirigirse a los universitarios cubanos reunidos en sesión plenaria

Autor:

Juventud Rebelde

 

El artista plástico Dausell Valdés entregó dos obras de su autoría a Raúl

La tarde de este histórico 20 de diciembre, día del aniversario 84 de la fundación de la Federación Estudiantil Universitaria, todos los delegados e invitados a la jornada final del VII Congreso de la FEU de Cuba esperaron ansiosos por las palabras de Raúl. Y él no los defraudó. Porque más que palabras de clausura o discursos, el Ministro de las FAR les habló desde su butaca de delegado. Incluso, hizo mucho más: les confesó cuatro o cinco de sus andanzas de niño inquieto, en una suerte de conversación entre hermanos, amigos, compañeros y, cuando fue preciso, entre padre e hijos.

Lo hizo después de escuchar atento al poeta cantor Silvio Rodríguez, quien sorprendió al plenario con su guitarra en mano para aprovechar al máximo el breve tiempo que le destinaron los organizadores. Y como era poco, «escogí una canción que hice cuando tenía la edad de ustedes», expresó, y vinieron los aplausos y después un silencio para escuchar Playa Girón. Cuando terminó todos sabíamos, y también él mismo, que difícilmente no le pediríamos otra. Raúl lo invitó. Entonces, fue cuando prefirió leer y nos regaló su hermoso poema-canción En busca de un sueño.

Tras la cerradísima ovación que nos dejó en busca de un sueño que no ha llegado todavía, llegaron las esperadas palabras de Raúl, quien visiblemente emocionado recordó que un día Nicolás Guillén, el poeta nacional, le había dicho: «Silvio es un poeta que canta».

Me voy a guiar también por las propias palabras de Silvio, agregó el Segundo Secretario del Partido, para decir unas pocas, muy poquísimas, hoy en esta tarde gloriosa y hermosa, y yo no soy muy dado a dar calificativos grandilocuentes. Pero esta es una tarde hermosa y gloriosa.

De inmediato inició un diálogo sencillo pero profundo con los presentes en la Sala Plenario del Palacio de las Convenciones. Con la experiencia que le asiste, y recogiendo el sentir de un grupo de compañeros del Buró Político y del Secretariado del Comité Central del Partido, afirmó categóricamente que «este Congreso ha sido el mejor por su contenido, por el tiempo que le han dedicado al mismo, por la profundidad de sus planteamientos, por el momento histórico en que se está realizando, digo histórico porque queramos o no ya nosotros estamos concluyendo el cumplimiento de nuestro deber».

Ahora hay que darle paso a las nuevas generaciones, seguirle abriendo paso a las nuevas generaciones, paulatinamente, desde luego, abundó.

Histórico, significó Raúl, porque la plataforma de este Congreso ha sido precisamente el discurso pronunciado por el Comandante en Jefe el 17 de noviembre del año pasado en el Aula Magna de la Universidad de La Habana.

No fue casual que Fidel escogiera ese sitio para darnos ese campanazo de alerta —reflexionó—, en un mundo tan convulso, tan complicado como este en que nos encontramos, donde ya el colmo es, como él varias veces lo ha dicho, que se ha llegado a amenazar la especie humana y no en miles de años, sino en pocos años, en siglos.

Este es el siglo —apuntó— del agotamiento de los hidrocarburos como el petróleo que mueve a todo el planeta; el siglo en que por el agua, igual que hoy por el petróleo, se librarán guerras, y se agotará en algunos países; este es el siglo en que se están derritiendo ya los casquetes polares, por lo tanto, es fácil imaginar las consecuencias.

Volviendo a lo que había escuchado en las horas de la mañana y la información que le habían ofrecido sobre el debate en comisiones y, en general, de todo el proceso preparatorio del Congreso desde hace nueve meses, Raúl expresó que ha vivido muchas emociones, de todo tipo, agradables y desagradables, pero en este instante «les confieso que una vez más nos sentimos orgullosos de nuestra Revolución, en este caso, representada por ustedes que son las nuevas generaciones».

Tras felicitarlos a todos, y en especial a los organizadores, Raúl les recomendó discutir, analizar, discrepar porque, mientras más se discuta, más se discrepe, en el lugar adecuado, en el momento oportuno y en forma correcta, de esas discrepancias siempre saldrán las mejores soluciones.

Este ha sido un congreso como para hacer historia —reiteró el Ministro de las FAR—, si somos capaces de darle continuidad y cumplir lo que hemos acordado. Porque la importancia del mismo no se puede reducir a la preparación y la ejecución, y cuando digo ejecución no estoy hablando de estos tres días finales, sino desde que comenzaron en las más de 11 000 brigadas. Han perfeccionado una buena estructura y eso puede garantizarles un buen funcionamiento.

FIDEL ES INSUSTITUIBLE

Al insinuar que él no pronunciaría las palabras de clausura del encuentro, sino más bien que transmitía las opiniones e ideas de sus compañeros, Raúl expresó que no necesariamente hay que pronunciar discursos largos como hace Fidel. Él puede hacerlo, porque tiene cosas que decir, además es una especie de profesor que parte del principio de la repetitividad, que reitera para que a nosotros se nos fije bien en la mente, y aun así ha dicho muchas cosas en repetidas ocasiones y a algunos les cuesta trabajo que se le siembren en el cerebro. Y, además, cuando alguien trata de imitar, pues fracasa, ese es un viejo refrán.

Tras esta reflexión, Raúl viajó a su niñez, a la de sus hermanos Fidel y Ramón. Contó unas cuatro o cinco anécdotas íntimas, de familia, pero que no constituyen «secretos» para nadie. Desde la vez que intentó montar un caballo sin montura y sin frenos, acción que lo llevó al suelo, por querer imitar a un muchacho mayor, hasta las que dan cuenta de que «Raúl es el muchacho más malcriado del mundo», como a cada rato decía su hermano Fidel.

Hermanos de sangre y de ideas, compañeros leales e incondicionales, soldados de primera fila en la batalla por la justicia, a pesar de que en esa etapa de la niñez «chocábamos y no siempre teníamos las mejores relaciones».

Por todo eso, porque «lo conozco desde que tengo uso de razón, Fidel es insustituible».

La anécdota sobre la tiradera de calcetines, almohadas y zapatos entre Fidel y él porque no quería hacer lo que su hermano le decía —apagar la luz de la habitación que compartía en un colegio de Santiago de Cuba; hasta la de los campanazos de Raúl que armaron tremendo revuelo en el colegio, sin olvidar aquel día en que el rector o prefecto de la institución le dio a Don Ángel, las quejas sobre el comportamiento de sus hijos, lo que provocó que «papá sin preguntarnos ni pedirnos opinión, algo que no acostumbraba, decidió que ninguno de los tres volveríamos a estudiar», fueron contadas también por Raúl, quien dijo estar entonces encantado con la noticia, mientras Fidel consideró que era una injusticia...«Si no me dejan estudiar le prendo candela a la casa», ripostó.

Raúl solo quería mostrarnos lo que ya sabemos: que Fidel es un ser excepcional, .

«Y finalmente, les reitero que Fidel es insustituible, salvo que los sustituyamos todos juntos, cada uno en su lugar, en el sitio que le corresponde. Por eso dije el 14 de junio en un aniversario del Ejército Occidental que el sustituto de Fidel solo lo puede ser el Partido Comunista de Cuba. Hoy, mañana y siempre».

DOS HOMBRES, DOS SELLOS, DOS CUADROS...

Ya lo había dicho Raúl, y nosotros así lo sentimos. La de este 20 de diciembre pasará a la historia como una tarde hermosa y gloriosa que, entre sus muchos momentos inolvidables, guardará con celo el instante en que el Comandante Faure Chomón, combatiente del Directorio Revolucionario, y Carlos Lage Cordoniú, recién electo Presidente de la Federación Estudiantil Universitaria, entregaron al General de Ejército Raúl Castro el sello conmemorativo 50 aniversario de los sucesos del 13 de marzo de 1957, y 85 aniversario de la FEU, otorgados a Fidel y a él.

El sello, constituido para entregarse a participantes en el ataque al Palacio Presidencial y la toma de Radio Reloj, así como a personalidades e instituciones que de manera incondicional han forjado la profunda y gloriosa historia de la FEU, fue entregado por acuerdo del nuevo Secretariado Nacional de la FEU, una decisión que los aplausos del plenario respaldaron por unanimidad.

«Al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz —leyó Faure—, eterno joven rebelde, inspiración perenne de nuestros sueños, comandante y guía de todas las batallas, hombre de pensamiento y acción, quien se hizo revolucionario, martiano y socialista en la universidad, demostración real de la historia y la victoria del pueblo cubano».

«Al General de Ejército, Ministro de las FAR, continuador y defensor sin límites del proceso revolucionario y exponente seguro de su invulnerabilidad, abanderado en 1952 del entierro simbólico de la Constitución, eterno centinela de la soberanía de nuestro cielo», argumentó sobre el otorgamiento a Raúl.

Y cuando pareció que ya no habría más sorpresas, el joven pintor Dausell Valdés regaló al Segundo Secretario del Partido dos hermosísimos cuadros con las imágenes de Julio Antonio Mella y de José Antonio Echeverría, construidas desde su peculiar manera de juntar rocas y árboles para crear rostros y motivos de una elevada estética.

Minutos después, el propio Raúl agradecía al Secretariado y a los delegados e invitados al Congreso «el alto honor que nos hacen al entregarnos estos hermosos sellos conmemorativos del 50 aniversario del heroico asalto a Palacio y el 85 aniversario, que ya empezamos a celebrar a partir de hoy, de la FEU nuestra, la más antigua institución revolucionaria...

«Cuando Faure Chomón y Carlitos me entregaron el Sello Conmemorativo sentí una profunda emoción y no dudo que así mismo lo experimentará Fidel».

Sobre los «dos bellos cuadros de Mella y José Antonio que hizo Dausell», Raúl confesó que el joven pintor le habló de ellos en ocasión de la entrega de la obra El Arca de la libertad, «un Granma de siete metros que juntos hicieron y obsequiaron al Comandante en Jefe, Kcho y otros 14 artistas plásticos, y que el compañero Fidel quiso que se donara al Museo Nacional de Bellas Artes para que lo disfrutara toda la población».

«Muchas gracias a Dausell, y al Secretariado Nacional de la FEU, que tomaron esa decisión de obsequiarnos al Comandante en Jefe y a mí las dos obras que, por supuesto, les voy a proponer que no se separen y estén juntas también en un museo».

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