Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

En Cuba la Medicina no es un negocio

Afirmó uno de los ocho estudiantes norteamericanos que se graduaron de Medicina en nuestro país al ver materializados sus sueños

Autor:

Yailé Balloqui Bonzón

Foto: Albert Perera Castro Vestidos con sus batas blancas, llenos de orgullo, emoción y gratitud, escoltaban al reverendo Lucius Walker los ocho médicos norteamericanos titulados en Cuba, durante una conferencia de prensa efectuada este martes, poco antes de su acto de graduación.

Como una experiencia maravillosa desde el punto de vista académico y humano calificaron sus estudios en Cuba el grupo de galenos estadounidenses, mientras el también director de la Fundación Interreligiosa de la Organización Comunitaria Pastores por la Paz, reconoció los esfuerzos del Ministerio de Salud Pública cubano y la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) por formar a jóvenes de más una veintena de países de América Latina, el Caribe, África y Asia.

El religioso norteamericano subrayó el fin social de estas graduaciones por encima de las inevitables consideraciones políticas. Si el sistema educativo de Estados Unidos diera cabida a los jóvenes negros o pobres, ellos no tuvieran que venir a estudiar a Cuba, resaltó Lucius Walker.

Una vez de regreso a su nación los nuevos médicos deberán pasar las tres pruebas correspondientes para convalidar sus títulos y obtener la residencia para luego integrarse al sistema de salud de esa nación, donde generalmente son muy bien recibidos por el alto nivel profesional alcanzado en la Isla, reveló el reverendo estadounidense.

«Luego de superados estos rigurosos exámenes, habrá muchos hospitales tocando a sus puertas para incluirlos en sus equipos», adelantó Ellen Bernstein, portavoz de Pastores por la Paz, y agregó que existe interés especial de varios centros médicos estadounidenses en los recién graduados, debido a los conocimientos que sobre medicina preventiva llevan desde Cuba y por su preparación académica bilingüe, aspecto importante en un país con 30 millones de hispanohablantes.

«Tengo confianza total en que todos vamos a estar en una residencia en dos o tres años máximo», dijo Carmen Landau, una de las tituladas que viene desde California. Mientras, Kenya Bingham no descarta que en su bregar deban enfrentarse a una gran cantidad de prejuicios, pero —dice— con la preparación que llevan, estos se desvanecerán enseguida.

Acompañados por algunos de sus padres, el grupo de nuevos doctores cuenta que han visto materializado su sueño de servir a las personas que, como ellos, son de origen humilde y no cuentan con los recursos suficientes para acceder a un sistema de salud muy costoso, en un país que gasta millones de dólares en armas para segar otras vidas inocentes.

Para Theresa Thomas ser médico ha sido un anhelo de toda la vida, pero sabe que en Estados Unidos sería algo muy difícil de hacer realidad, pues «el costo de la matrícula es extremadamente alto», podría alcanzar los 200 000 dólares, sentenció.

«En Cuba he aprendido que la medicina no es un negocio, es social, es humana», dice Toussaint Reynolds, de Nueva York, «me voy lleno de experiencias sociales que implementaré cuando comience a trabajar en mi nación».

Algo parecido siente Wing Wu, descendiente china que viene desde Minnesota: el hecho de estudiar en Cuba junto a jóvenes de otros 24 países ha sido una de las mejores experiencias de su vida. «Regreso a Estados Unidos como mejor ser humano», puntualizó.

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