Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Ciudadano de Kazajstán constata que Cuba conserva restos de uno de sus hermanos

Els Mujatov murió en nuestro país mientras prestaba servicio como combatiente internacionalista soviético

Autor:

Juventud Rebelde

Mausoleo al soldado internacionalista soviético, donde encontró el sitio sagrado que buscaba.Foto: Franklin Reyes El ingeniero kazajo Mujatov rindió tributo a su hermano Els en La Habana. Foto: Calixto N. Llanes El ingeniero Kuanish Mujatov vino de una lejana región de Asia, con el fin de satisfacer una ansiedad inseparable de su espíritu. Aquí está en Cuba, frente a nosotros, con cierto hálito de tristeza, y nos cuenta que después de más de 40 años pudo pararse al fin frente a la tumba de su hermano Els.

«Mi hermano estuvo aquí en La Habana durante dos años y medio, entre las tropas soviéticas que prestaron ayuda militar a vuestra Isla de la Libertad, cuando más lo necesitaba, pero falleció y yo no había tenido la oportunidad de venir a rendirle el honor que se merece», nos dice con los ojos brillosos.

«A principios de la década de los 60 recibimos desde Moscú la noticia de su muerte. Sabíamos que estaba apoyando con mucho entusiasmo a los cubanos en su lucha, porque nos escribió varias cartas donde lo enfatizaba.

«Mi madre guardaba esas cartas íntimas como algo muy sagrado, pero cuando se sintió muy enferma y comprendió que iba a morir, me las dio y me dijo que tratara algún día de ver dónde estaba enterrado.

«Me dijo: “Búscalo sin descanso, que cuando uno busca las cosas con verdadero afán siempre aparecen, por más ocultas que se encuentren”».

Recuerda Kuanish que en esas misivas decía que muy pronto regresaría a la casa, pero la vida le jugó una mala pasada, tuvo un accidente y nunca regresó.

«Nos explicó que era feliz por contribuir en algo a la resistencia de los cubanos frente a las agresiones y amenazas imperialistas. Y comentaba que había terminado de cumplir su servicio militar en la Isla, aunque tenía que quedarse un tiempo más en el último grupo soviético, para concluir la enseñanza de un destacamento de compañeros cubanos.

«Ya nos estábamos preparando para recibirlo cuando llegó la mala noticia. Nuestro padre, que era un gran luchador y viejo comunista, lo primero que hizo fue pasarle un telegrama urgente al ministro de Defensa de la URSS, Rodión Malinovski, pidiéndole autorización para viajar a Cuba, aunque fuera con el fin de ver el cadáver de su hijo».

Nuestro padre no pudo venir

«Las tropas soviéticas cumplían actividades militares secretas y por esa razón le respondieron a mi padre que no podía realizar por ahora ese viaje. Le sugirieron que algún día podría hacerlo, que era preciso esperar un poco y el poco se volvió cuatro décadas de angustia.

«Tuvimos que conformarnos con esa decisión, aunque por la tradición de nuestro pueblo kazajo, lo velamos simbólicamente durante cuarenta días. Y lo recordamos durante 40 años.

«Nuestra madre no quería creer esa trágica noticia y le tranquilizaba la idea de que pudiera ser una simple equivocación, como se han visto en las historias de las guerras. Incluso decía que tal vez lo habían enviado hacia algún otro lugar y no se podía decir a dónde, ni cuánto tiempo, ni para qué.

«Recordábamos en aquellos días que en medio de la hambruna del pueblo soviético, bloqueado por muchos países, cuando solo teníamos pan duro y negro, Lenin enviaba trenes repletos de alimento hacia los obreros alemanes hambrientos, en gesto solidario. ¡Aprendimos en esa tradición de hermanos! Lo que ocurre es que son más duras las cosas que nos tocan en la propia carne. En verdad se soporta con más paciencia el cólico del prójimo.

«Con el paso de los años mi madre tuvo que creer en su muerte, pues regresaron a la patria los compañeros y nos llevaron sus pertenencias y las fotos que se había tomado con nuevos amigos en La Habana.

«Recuerdo una foto de Els con el entonces primer secretario de la UJC, el comandante rebelde cubano Joel Iglesias y con varios jóvenes de la antigua URSS. Yo se las enseñé ahora al general de brigada Rafael Moracén Limonta, de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC).

«Conocí que por Cuba, durante todo el período revolucionario, pasaron muchos soldados soviéticos.

«Relativamente pronto se podrán ver muchas gráficas, pues se trabaja arduamente para montar una exposición, creo que en el Mausoleo al soldado internacionalista soviético. Por eso voy a dejar aquí las fotos y las cartas a la compañera Natalia Voroshova, quien se está ocupando de esa labor de búsqueda de nuestros coterráneos fallecidos durante su estancia y su servicio militar en Cuba. Ella tiene un grupo al que precisamente se le llama Búsqueda, que logró encontrar el sitio exacto donde estaban los restos de mi hermano.

«Ella enseguida nos localizó en Kazajstán y nos envió una foto del Memorial y de la tumba de Els. Fue algo maravilloso saber que se habían conservado sus restos mortales. Tan pronto lo supimos, iniciamos las gestiones del viaje, para llevarle un montoncito de tierra kazaja y hacerle la ceremonia ante su tumba, según nuestras tradiciones, y leerle una oración musulmana para la tranquilidad de su alma, extensiva a la de todos los compañeros sepultados en el mismo lugar.

«Acabados de llegar a La Habana, al otro día fuimos al Mausoleo, que simboliza el tributo del Gobierno, las FAR y el pueblo de Cuba a la ayuda que les prestó la Unión Soviética. Por supuesto que el primer día de nuestra llegada fue difícil... y cuando hablo de este tema me resulta casi imposible contener las lágrimas».

Ceremonia oficial y privada

«El primer día que visitamos el Mausoleo, donde reposan 67 soldados soviéticos, hicimos una oración, pero como se trataba de una concurrida ceremonia de diferentes representantes, yo no podía estar allí mucho tiempo, ni interrumpir con mi caso particular aquello tan solemne. Al día siguiente pedí que me llevaran de nuevo allí.

«Ya más tranquilo, en privado, le llevé una corona de flores. Entonces, solo ante el nicho, le “hablé” a mi modo. Por mi mente pasaron los días que vivimos juntos, los recuerdos de nuestra infancia, las travesuras de niños y las aventuras de adolescentes.

«También evoqué la costumbre que teníamos de peinarnos en aquella época, nuestras maldades de muchachos traviesos... recuerdos que no se han borrado en mi cabeza, pese a que han pasado más de cuatro décadas de su fallecimiento.

«Es lógico que yo tenga un sentimiento de amor reprimido por este hecho, y por eso estoy tan emocionado y en mi mente he revivido su cara, su sonrisa, sus gestos, he oído su voz y he visto sus pasos.

«Fue un komsomol consecuente, disciplinado, entusiasta, que se vestía de una forma muy conservadora. Antes de entrar al Servicio Militar era tornero. Él mismo se construía diferentes equipos, cosas y hasta las pesas que utilizaba para hacer ejercicios y ponerse fuerte. Fue quien nos enseñó a todos a practicar deporte para mantenernos en forma saludable y atlética.

«Gracias a él ahora yo, a mis 62 años, me mantengo saludable, porque me inclino hacia la práctica de ejercicios constantes. De él aprendí también que había que entrenar igualmente los músculos del cuerpo y los del alma.

«A mí me alistaron como paracaidista de las Tropas Especiales. Él era para nosotros un ejemplo en todo y lo seguimos. Su ideal, después de su muerte a tan temprana edad, fue para nosotros un paradigma. Creo que le debemos lo que somos como personas. Esas son mis impresiones y las que quería compartir con ustedes los cubanos aquí en La Habana.

«En mi tierra nos esperan casi todos nuestros familiares para saber con detalles el resultado de este viaje. Mis padres tienen 21 nietos y 18 bisnietos. Y yo tengo 21 sobrinos y 18 sobrinos-nietos. Todos son ya mayores. Éramos ocho niños en la familia. Los mayores eran dos hombres y después seguían seis hermanos.

«Después de Els vino Jeniek, quien nació en 1943. En kazajo significa Victoria. Jeniek se llama así porque nació el mismo día en que las tropas soviéticas derrotaron en Stalingrado a los fascistas alemanes. A mí me pusieron Kuanish, que significa Alegría, pues nací en 1945, cuando el pueblo soviético sentía la enorme felicidad del triunfo cercano. Els debe su nombre a las iniciales de Engels, Lenin y Stalin».

Kazajstán fue una gran fábrica

«Durante la guerra Kazajastán era un territorio donde se producía prácticamente todo lo necesario para nuestras tropas. Hacia allí se trasladaron las principales fábricas. Era una república que producía municiones, minas, tanques, cañones...

«En Kazajastán había unos caballos vigorosos, donde estaban las granjas de ganado vacuno; muchos millones de cabeza de ganado de distintos tipos. Era una república de la URSS que abastecía de carne, pan, mantequilla, grasa y ropa a los frentes de guerra. Y el kazajo, al igual que todo el pueblo soviético, trabajaba en diferentes jornadas, día y noche en esas fábricas para lograr la victoria.

«Creo que gracias a eso la URSS venció a la Alemania de Hitler. Aprovecho para decir que por el trabajo rápido y la ayuda del alcalde de Karaganda: Nurlán Yasmaturev (su padre participó en la Gran Guerra Patria) y el apoyo de la embajadora cubana, Teresita Capote, he podido llegar hasta la tumba de Els».

Kuanish vino a Cuba con dos periodistas kazajos, Alien Koirat y Shaigapien, para reportar esta gran experiencia que de seguro se multiplicará en beneficio de otras familias de la antigua Unión Soviética.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.