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El proyecto del país para disminuir las importaciones de arroz está bien definido

Autor:

Marianela Martín González

Alcanzar esta meta requerirá cubrir el déficit de secaderos y otros recursos para la postcosecha, además de la degradación de los suelos y la escasa aplicación de las Ciencias Sociales para organizar los procesos productivos

Segisberto Santos se pregunta por qué el país importa, a precios que rondan los 1 100 dólares la tonelada, más del 80 por ciento del arroz que consumimos, mientras en lugares de la zona norte de Villa Clara no se recoge la totalidad de este cereal, y una parte termina en las cochiqueras como alimento animal.

«Se muele arroz cosechado en el sector no especializado para alimentar cerdos, porque a veces no hay quien lo compre. Es paradójico que esto ocurra con todas las dificultades que existen para alimentar a nuestra población, que consume más de 600 000 toneladas anuales», asevera este campesino de la Cooperativa de Créditos y Servicios Damián Cabrera, en el municipio de Placetas, en Villa Clara, quien está considerado como uno de los mejores productores de semilla de arroz en el país.

Una indagación periodística de este diario constató que el mayor escollo para la producción arrocera es la obtención de semilla. Para lograrla bien seca y sana se cuenta con pocos medios; y por eso hay quienes para salir del arroz húmedo, se lo venden al primero que lo compre, aunque sea para alimentar animales.

La investigación de JR constató que, aunque una parte de las cosechas campesinas son usadas tradicionalmente para ese propósito, mejores fórmulas de contratación y compra a los productores, que realizan enormes esfuerzos para lograr sus cosechas a pesar de las carencias de recursos, contribuiría a regular esta tendencia.

Los estimulantes precios del programa porcino, unido a las fallas en el suministro de alimentos necesarios para el mismo, favorecen esta situación, que no todos ven con iguales ojos.

El programa arrocero nacional hasta el 2013 está bien definido, pero alcanzarlo demanda sortear no pocos escollos financieros y organizativos, pese a la voluntad de superarlos entre los campesinos y sus representantes, y los encargados de liderar este proyecto.

«No existen mantas para el secado. En caso de que lo sequemos de manera alternativa, en orillas de autopistas, luego no tenemos bolsas para recogerlo, pues no se las venden a los campesinos», advierte Segisberto.

Aunque el suministro de simiente, a través de las instituciones especializadas del Instituto de Investigaciones del Arroz, ha surtido una gran cantidad de líneas y variedades, la producción de semilla es un desafío tanto para productores especializados como para productores independientes, considera Jorge Hermes Bárcenas, presidente de la CCS 9 de Abril, en Batabanó, La Habana.

«Gracias al apoyo del Instituto de Investigaciones del Arroz en la obtención de variedades mejoradas, no somos tan atacados por el ácaro, el acamado o el complejo del manchado, pero debemos seguir trabajando mucho más en la producción de semillas. Un gran porcentaje del rendimiento del arroz se debe al empleo de una buena simiente», enfatiza.

Segisberto estima que los bancos de semilla no satisfacen la demanda nacional, que deben incrementarse las áreas para este fin, y aprovecharse más las variedades que están probadas contra plagas y enfermedades.

Arroceros consultados en varias provincias del país reconocen que en el sector no especializado la producción de semilla se enfrenta a problemas serios, como el corte, la trilla, el secado y conservación de la semilla.

«Sale demasiado caro y engorroso el proceso, y se mezclan las variedades que cultivamos al tener que secarlas en las orillas de las carreteras. Ocurre lo mismo si lo hacemos en las trilladoras tradicionales de tracción mecánica», agrega Alberto Broche, un productor pinareño.

El reclamo de la capacitación postcosecha y el aseguramiento de algunos medios imprescindibles para que estas variedades se mantengan puras y se siembren con todo el vigor necesario, es tema constante de quienes se dedican a la obtención de semilla.

«La producción de simiente se diferencia en algunos aspectos de la destinada al consumo. Lleva una distancia de siembra mucho más amplia, cuidados especiales; debe salir libre de plagas y enfermedades, por lo que necesita un mínimo de insecticidas y fungicidas», señala el campesino villaclareño José Bonachea.

«En condiciones de almacenamiento necesita atenciones especiales para garantizar un alto poder germinativo. Hay variedades, como el INCA LP5, que están afrontando problemas de germinación a partir de los seis meses de almacenaje», afirma el arrocero espirituano René Martínez, quien le concede gran importancia a las labores de rotación y barbecho, para lograr la pureza varietal de la semilla.

Conservar la simiente

Segisberto sepregunta por qué existen lugares en los que no se recoge el arroz húmedo,y este termina en las cochiqueras.Foto: Roberto Morejón El arroz no admite sequía, ni errorestécnicos, porque sale muy costoso,afirma Gladys López. Foto: Roberto Morejón El Dr. Luis Alemán precisa que muchos productores conservan su propia simiente,pero eso tiene que generalizarse.Foto: Roberto Meriño El Doctor en Ciencias Luis Alemán, responsable del Grupo de Arroz no Especializado del Ministerio de la Agricultura (MINAGRI), precisa que muchos productores conservan su propia simiente, pero eso tiene que generalizarse y a los responsables del Grupo les corresponde ayudarlos para que la calidad de esa semilla sea óptima.

«Debemos producir semilla en las granjas del sector especializado, para venderle a productores no especializados selectos.

«También tenemos que identificar a los productores de semilla líderes, como Segisberto, que con su estilo de trabajo obtiene rendimientos de 5,5 y hasta 7 toneladas por hectáreas, en variedades como las INCA LP5, LP7, entre otras.

Alemán agrega que es muy importante que como medida de seguridad en cada municipio se disponga de por lo menos tres o cuatro variedades, cuyas fuentes genéticas sean distintas.

«Eso es para prevenir la aparición de plagas. Hemos comprobado que el comportamiento de una buena estructura varietal, basada en distintas fuentes genéticas, hace imposible que ante la aparición de una plaga todas las variedades desaparezcan».

El funcionario del MINAGRI afirma que en los lugares donde existen posibilidades de secado industrial se está comprando el arroz húmedo a los productores. Eso permite el almacenamiento prolongado, para que cuando se moline la calidad del grano sea óptima.

«Esa política está implementada desde hace años y es beneficiosa para el productor, quien se quita de encima una serie de inconvenientes relacionados con el corte, el transporte y el llevarlo a orilla de una carretera para secarlo y moverlo, menesteres en los que ellos incurren y que les encarecen la producción del cultivo.

«Eso se ha hecho de manera muy limitada, porque hay un déficit de secaderos. Tenemos cerca de 34 municipios que no se pueden beneficiar con este servicio, entre otras razones por estar muy distantes de estos recintos.

«En estos momentos realizamos estudios de factibilidad en esos lugares para ubicar secaderos, pero realmente son inversiones muy caras. Estamos priorizando el arroz que destinamos para sustituir importaciones. Se trabaja además en la reparación y aumento de las capacidades tecnológicas de los existentes».

Planes promisorios

En el presente año el país estima que producirán 223 000 toneladas de arroz, una cifra que no abarca la mitad de la demanda nacional. Pero según Nelson González, responsable del Programa de Arroz del MINAGRI, se aprobó un plan de producción con vista a sustituir importaciones del cereal, que comenzará a implementarse a partir del 2009.

Actualmente entre los dos sistemas —el especializado y el no especializado— se producen alrededor de 220 000 toneladas y el programa prevé, en el 2013, obtener cerca de 485 000 toneladas, lo que permitirá disminuir más del 50 por ciento de las importaciones de arroz que realiza la nación.

«A partir del año venidero con nuestras producciones sustituiremos el 29 por ciento de las importaciones arroceras, luego continuaremos trabajando hasta llegar a sustituir el 56 por ciento en el 2013, que es cuando concluirá la primera etapa de este plan».

Nelson explica que con la reanimación productiva de forma intensiva de las empresas que la Revolución creó será posible lograr los propósitos de este programa, pues cerca de 90 000 hectáreas están comprendidas en estas áreas.

«Se hizo un análisis de todas aquellas limitantes que hemos tenido en los últimos años, desde los sistemas de riego, las presas vinculadas al programa, los servicios de aviación agrícola, el completamiento del balance de maquinaria e implementos de las empresas estatales hasta la situación actual de la industria, tanto en molinos como en secaderos.

«A partir de ese diagnóstico se conformaron las fichas de costo y se montó un plan de inversiones, con el objetivo de ir trabajando a partir de 2009. Comenzaremos ejecutando más de 70 millones de pesos, para beneficiar tanto al arroz especializado como al no especializado.

«Incluiremos alrededor de 50 millones para el capital de trabajo, y el resto en inversiones dirigidas a la mecanización, riego y al servicio de aviación que apoya distintas atenciones culturales que debemos ofrecerle a este cultivo».

El objetivo de la primera etapa, según Nelson, es incrementar principalmente las áreas de siembra y mejorar los rendimientos. Pero en el momento inicial van a existir reservas que en una segunda fase se aprovecharán, cuando se inicie la transformación de los sistemas que obedecen a la nivelación de los suelos, la reanimación del riego, el arreglo de caminos y otras acciones.

«Cuando eso ocurra los rendimientos ascenderán de 3,8 toneladas por hectárea a cinco o un poco más», asegura.

Antes del período especial

José Martínez Grillo, investigador del Instituto de Investigaciones del Arroz, sostiene que los mayores problemas que limitan la producción del cereal en nuestro país se deben a la pérdida de la infraestructura que teníamos en el arroz especializado.

Grillo subraya que actualmente el promedio de rendimiento agrícola en el sector no especializado es de 3,5 toneladas por hectárea, y donde se aplica el transplante manual llega a cuatro, pues con este medio se garantiza una mayor población, pero esta forma de siembra tiene el inconveniente de que demanda mucha fuerza de trabajo.

Recuerda que en 1967 el país inició un programa arrocero que contaba de 150 000 hectáreas, muchas de estas no cultivables, y se hizo una inversión de infraestructura, valorada en más de mil millones de dólares, la cual vino a tener los resultados más importantes en la década del 80, cuando se cosechó como promedio alrededor de 225 000 toneladas.

«Los rendimientos fueron ascendiendo y llegamos a alcanzar las 3,3 toneladas por hectárea, e incluso hubo años de 3,6 toneladas por hectárea. Después de consolidarse este programa vino el período especial, y eso trajo como consecuencia que el mantenimiento de esa infraestructura se perjudicara; y llegó el momento en que esta se deterioró y en algunos casos se perdió».

Disciplina tecnológica

El responsable del Grupo de Arroz no Especializado, Luis Alemán, advierte que para el futuro cobrará más importancia el aumento de los rendimientos, porque así no crecerá la producción sobre la base extensiva, sino sobre la base del cumplimiento de la disciplina tecnológica, y el suministro de los insumos que necesitan los productores.

«Hoy tenemos 37 variedades, de ellas 28 son mejoradas. La Reforma y LP5 son las más reconocidas. Hemos tratado de buscar una diversificación de la estructura varietal e implementar el transplante que evita el uso de herbicidas.

«El cultivo del arroz se ha extendido a 152 municipios. Hay varias provincias con mayor potencial productivo, Pinar del Río, La Habana, Matanzas, Villa Clara, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Camagüey y Granma».

Precisa que tanto el arroz especializado como el no especializado cobran importancia, pese a que hay defensores de la siembra a pequeña escala que anteponen esa modalidad, aduciendo que en algunas provincias aporta más volúmenes que las grandes arroceras.

Remarcó que ambos sistemas se complementan, por lo que el MINAGRI está creando condiciones en muchas empresas, para poder apoyar a los productores no especializados en servicios como la cosecha.

«También está el caso de que los productores tienen sus medios y el CAI arrocero tiene que ayudar a mejorarlos o prestarles servicio de reparación de los mismos. Luego esos medios pueden servir para el uso de ambos sistemas».

Cultivo sediento

Una leyenda arábiga dice que el arroz proviene de una gota de sudor de Mahoma, caída del Paraíso. En Madagascar, África, otro mito afirma que fue fecundado a partir de la sangre del primer hombre. Tales metáforas llevan intrínsecas una realidad: el arroz requiere de mucho sacrificio y no puede faltarle el agua, un fluido tan vital como la sangre y el sudor.

Por esa razón Gladys López, productora de la CCS Armando Perera, en Santo Domingo, Villa Clara, afirma que «el arroz no admite la sequía, ni errores técnicos, porque sale muy costoso al final, por los bajos rendimientos que reporta».

A través de especialistas del Programa de Arroz del MINAGRI supimos que las relaciones de trabajo del sistema no especializado con Recursos Hidráulicos, para garantizar el agua, se establecen fundamentalmente a través de los CAI y cada vez será mayor ese nexo.

«Hemos desarrollado un estudio que queremos perfeccionar con el Instituto de Recursos Hidráulicos, para poder saber fuera de las áreas del arroz especializado cómo podemos aprovechar mejor las aguas», asegura Luis Alemán, quien reconoce que hay un grupo de presas que están subutilizadas en lugares como la Isla de la Juventud.

«No se trata solamente del agua, sino de su distribución y el mantenimiento de estas obras hidráulicas. Ya ha habido que hacer algunas reparaciones en varios embalses, y los propios productores han contribuido a solucionar los problemas.

«En lugares aledaños al trasvase que se construye en Holguín hemos contactado con Recursos Hidráulicos, para tener en cuenta el potencial de tierras aptas en esa zona que están si explotar, para beneficiarnos de esa obra. Eso está planificado para no improvisar luego de que la inversión esté concluida.

«En ese estudio, que se extiende a todos los lugares del país donde se edifican o transforman obras hidráulicas, participan también el Instituto de Suelos, la Empresa Nacional de Proyectos Agropecuarios y la Empresa de Aprovechamiento Hidráulico de las distintas provincias», apunta.

Los pies en la tierra

Miguel Soca, especialista del Instituto de Suelos, asegura que hace unos cuatro años se terminó el noveno ciclo agroquímico en el sector especializado del arroz, y se observó que había déficit de fósforo en los suelos de este cultivo, y que cerca del 75 por ciento de estos son deficitarios de materia orgánica.

A partir de esos estudios, según refirió, pudieron calcular las dosis de fertilizantes, principalmente de fósforo y potasio, y la situación que tiene el pH del suelo.

«En Cuba por los cambios climáticos que se vaticinan se plantea que vamos a tener alternancia de humedad y sequía. Eso quiere decir que en momentos de altas precipitaciones pueden lavarse las sales solubles totales en determinadas áreas que estén bordeando la costa hasta la cuota cinco; y en período de sequía, simplemente por capilaridad, subirá la salinidad.

«En lugares afectados por la salinidad, como la zona de Río Cauto, hemos propuesto montar un método llamado de transversa, que consiste en líneas georreferenciadas dirigidas de terrenos no salinos a salinos. De ahí tomamos muestras cada cien metros, a razón de cuatro y cinco metros de profundidad».

Soca enfatiza que las proyecciones de las zonas arroceras tienen que tener presente el soporte suelo, porque un grado de salinidad que pase de un suelo salino a uno medianamente salino afecta el 25 por ciento de los rendimientos.

«Eso quiere decir que para obtener lo que se prevé, específicamente en el arroz especializado, necesariamente hay que trabajar con los suelos, porque tienen algunas deficiencias nutricionales, originadas por la falta de fertilizantes en estos años. No olvidemos que este cereal es muy exigente con la consabida fórmula NPK, que no es otra cosa que los elementos nutricionales del suelo».

El especialista aclara que las áreas afectadas por la salinidad tienen dos soluciones: una que responde a las afectaciones por sales solubles totales, y se resuelve con lavado y drenaje, y otra, provocada por el cloruro de sodio, que es más compleja de enmendar, porque requiere de mejoradores químicos, como el yeso agrícola.

Olegario Muñiz, otro especialista del propio Instituto de Suelos, y miembro del Consejo Científico del Arroz, afirma que se trabaja en la búsqueda de variedades de arroz tolerantes al sodio, de hecho ya el Instituto de Investigaciones del Arroz reporta una.

Dijo que en el caso del arroz no especializado, que se cultiva en una serie amplia de suelos, tanto de textura arcillosa como arenosa, debe existir una capa de arcilla que impida que el agua se pierda.

«Eso no puede dejarse de la mano, pues en Cuba el arroz se cultiva en condiciones de aniego, que es lo que se llama arroz irrigado, el cual requiere del fangueo que destruye la estructura del suelo».

Muñiz alega que el arroz no especializado se cultiva en todo tipo de suelo, incluso en algunos que no debería hacerse, porque el monocultivo de arroz sobre arroz afecta la estructura del terreno, destruye sus arcillas y acentúa la mineralización de la materia orgánica.

«Cuando hablamos de materia orgánica no puede confundirse con la que se aplica muchas veces en forma de abonos, porque esa en su mayor parte se mineraliza y se pierde.

«Para nosotros ese término es lo que llamamos la materia orgánica estable del suelo, integrada por ácidos húmicos y púlvicos, y es la que le permite al suelo mantener sus estructuras, pues es donde están los microorganismos que le dan vida».

Sin retrocesos

José A. Díaz Luque, viceministro de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), afirma que cuando encaminemos nuevamente la producción agrícola como lo estamos haciendo, debemos tener en cuenta no retroceder al uso intensivo de los agrotóxicos, cuestión que superamos y ganamos en el período especial, cuando adquirimos mucha cultura con la agricultura orgánica.

«Debemos apelar a los biofertilizantes, al biocompost. Tenemos que seguir produciendo, seguir creciendo, pero sin olvidarnos de lo que hemos ganado en materia de seguridad ambiental.

«Tenemos variedades de arroz que se han desarrollado por la genética tradicional y son resistentes a la sequía y la salinidad del suelo.

«Hay que ver los problemas organizativos sin darles la espalda a los científicos. Hoy para desarrollar todo, especialmente la agricultura, las Ciencias Sociales más que nunca juegan un papel esencial.

«El modo de producción, el de organizar las fuerzas y pagarles, y la estimulación son aspectos tan importantes como los relacionados con la biotecnología para mejorar variedades».

Díaz Luque considera sustancial hacer estudios de carácter organizativo y económico de las interacciones que se producen en nuestra sociedad, porque hay precios que hoy no se justifican en el mercado agropecuario, como por ejemplo el de la carne de cerdo, que aunque creció su producción los importes son estáticos.

«Para producir más no podemos perder de vista la salud de los suelos y el agua. Hay que ver el comportamiento del clima, los procesos de sequía, ver cómo nos adaptamos al aumento de las temperaturas.

«Tenemos centros de investigaciones con mucha experiencia para enfrentar todas estas problemáticas, con importantes resultados que se aplican y que pudieran aplicarse mucho más todavía».

Un S.O.S. para manejar con responsabilidad los suelos lanzó Díaz Luque, al reconocer que buena parte de los terrenos son muy pocos productivos por su composición orgánica, pues han sido explotados muchos años con técnicas inapropiadas. «Cuando digo mucho tiempo me remonto a la colonia. Hoy el suelo es el recurso natural más degradado y es clave para obtener alimentos. En un suelo degradado no se puede obtener más del 60 por ciento del potencial genético de la variedad, aunque se le ponga todo el conocimiento, incluso la biotecnología.

«Si el suelo es malo se pierde el 40 por ciento del rendimiento. ¿De qué nos vale tener una variedad muy potente si el suelo está degradado o no la acompañamos del riego?».

Finalmente expresó que la recuperación alimentaria, entre esta la de los volúmenes de arroz, transita por la recuperación de la vitalidad de los suelos. Por eso existe un programa que anualmente rescata medio millón de hectáreas maltratadas por la indolencia de los malos manejos.

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