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Céspedes otea el horizonte desde la cima del pico La Bayamesa. Céspedes alzó nuevamente la mirada de padre redentor, como si nada lo hubiese detenido en San Lorenzo aquel fatídico 27 de febrero de 1874. «Los que me quieran seguir, que me sigan», invocaba desde una altura de 1 730 metros sobre el nivel del mar, con aquellas palabras libertarias pronunciadas el 10 de octubre de 1868 en La Demajagua.
En la cima del Pico La Bayamesa, mayor elevación de la provincia de Granma, un grupo de excursionistas concluía la obra: un monumento al Padre de la Patria, que incluía un busto con el rostro del iniciador de nuestras luchas por la independencia. Bajo el busto, allí donde termina el pecho que anidó a Cuba, la frase con que Carlos Manuel se dirigió a los esclavos de su ingenio.
Mal Nombre suma rostros nuevos con el entusiasmo del primer día. El grupo de excursionismo Mal Nombre —debe su denominación a una zona muy intrincada de la cuenca del río Toa— dejaba así su tercera huella monumentaria en la serranía oriental. En ruta hacia el oeste, a la altura de la Loma del Hombrito, el Che observa su zona de operaciones en la Sierra Maestra y anuncia entrañablemente: «Hasta la victoria siempre». Más allá, el Pico Caracas alza al Libertador Simón Bolívar con su sentencia: «Es de grandes emprender lo heroico».
En esta ocasión fue el escultor Odarés Pujol Velázquez quien hizo brotar de sus manos la figura del primer Presidente de la República en Armas. Anteriormente, Andrés González González, a través de su arte, había producido las figuras del Che y Bolívar.
Hoy el Parque Nacional Pico La Bayamesa, en pleno proceso de consolidación, cuenta con un nuevo atractivo salido de la historia para invitar a ascender sus empinadas alturas.
