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Hermanos de mártir cubano relatan bestialidad de la tiranía batistiana

El luchador clandestino Otto Barroso fue asesinado el 20 de diciembre de 1958. Aunque los sicarios de Batista le aplastaron los testículos, no delató a ningún compañero

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Juventud Rebelde

Otto Barroso. Los tres hermanos carnales de Otto Barroso de la Cruz tienen suficientes razones para sentirse orgullosos, sin alarde ni jactancia, de ese joven nacido en Oriente, pero caído el 20 de diciembre de 1958 en territorio de La Palma, en Pinar del Río, tras sufrir toda la bestialidad de los sicarios de la dictadura batistiana.

En la Palma se le recuerda fielmente, año tras año, entre otros compañeros asesinados por el ejército batistiano cerca de un aserrío que antes no aparecía ni en los mapas locales.

En la casa de Idalia se reunieron todos los hermanos de Otto, sentados alrededor de una mesa repleta de fotos, recortes de periódicos, manuscritos del Diario que llevaba y con un montón de recuerdos en carne viva.

Los cuatro nacieron en Mejías, cerca del poblado de San German, en la actual provincia de Holguín. El primero fue Otto, quien nació el 17 de octubre de 1934.

«Cuando yo tenía tres años, nos mudamos para Santiago de Cuba, y en 1944 para San Luis, también territorio santiaguero; posteriormente nos establecimos en Guantánamo. Nuestra madre, Celeste, era ama de casa y nuestro padre, Ignacio, jefe de la Estación del Ferrocarril», rememora Dania.

«Estuvo preso varias veces en Oriente, por ser antibatistiano, pero también cayó en manos de los mayores esbirros de La Habana, como Ventura, Carratalá y Laurent», explica Idalia.

José, que andaba siempre con Otto, evoca que ante el sufrimiento de los padres —en particular de la madre— por el riesgo que estaban corriendo constantemente debido a las amenazas de los verdugos del régimen, hicieron un pacto: que (Otto) se alzara primero, para que no fuera tan duro el golpe de la separación de los dos varones al mismo tiempo.

«Nuestro hermano —recalca Idalia— está incluido entre los mártires de La Palma, en Pinar del Río, un grupo de detenidos que fueron todos asesinados. Los otros son Ambrosio (Celso), Francisco Cruz Caballero, Joaquín Pérez González, Sergio Dopico, Pedro Zamora Hernández, Ángel Ramírez Pedroso y Leoncio Sánchez González».

¡Mi hermano no habla!

Dania, José e Idalia, los tres hermanos del mártir Otto Barroso. Foto: Roberto Morejón «En La Habana, donde primero caímos presos, fue en la decimoquinta Estación de Policía, que estaba en Miramar. Su jefe era el sanguinario Comandante Diéguez. De allí pasaron a Otto para el Servicio de Inteligencia Naval (SIN), en el último piso de la jefatura de la Marina, en la Avenida del Puerto. Allí, además de Laurent, compartía sala de tortura Masferrer», recuerda José.

«Al otro día —reafirma— me llevaron a mí, a empujones. Durante el traslado me dijeron con enorme cinismo: “Habla, coño, que ya tu hermano dijo todo lo que sabe”. Y yo le contesté al verdugo: “Mi hermano no habla. Tendría que verlo y oírlo”. Lo hice para saber si estaba vivo.

«Entonces me llevaron para el mismo local donde lo tenían y enseguida lo vi». (A José se le aguan los ojos recordando la escena). «Otto estaba en calzoncillos, golpeado salvajemente, con las esposas puestas y las piernas amarradas. Desde que nos miramos, nos dijimos un montón de cosas sin abrir la boca. Cuando él me miró, sabía que le estaba preguntando si había hablado. Y cuando yo lo miré, reafirmé que no había pronunciado ni una sola sílaba. Enseguida me di cuenta de que no había dicho absolutamente nada, a pesar de los golpes que le habían propinado. ¡Y tanto que él conocía!

«Me sentaron allí en una silla, me pusieron las esposas, y entonces me pidieron que dijera todo lo que sabía. Nosotros teníamos un tío político, esposo de una tía materna, que era también revolucionario. Entonces yo dije lo que Otto me pidió que dijera si algún día me torturaban.

«Él y yo tenemos un tío que se llama Oscar Perdomo, que está alzado en Bartony, en las montañas de Oriente. Si quieren verlo, pueden ir allá, solo que no podrán torturarlo, porque tienen que cazarlo a tiros, y él no está desarmado como nosotros. Si quieren preguntarle algo, vayan a buscarlo, que él los está esperando.

«Y así cumplí lo que mi hermano me había orientado, cuando me dijo: “Dices eso de Oscar, pero de ahí no te salgas, aunque te maten a palos”. Si él no se había aflojado, yo tampoco podía hacerlo. Primero muerto antes que delatar a un solo compañero».

Según cuentan sus tres hermanos, Otto era jefe de Acción y sabotaje de una célula del Movimiento 26 de Julio en Arroyo Arenas. Y de ese grupo capturaron a varios compañeros, uno de los cuales delató a Otto.

«Mi hermano había sido enviado por el Movimiento a matricular en la Escuela Naval del Mariel, donde era cadete cuando fueron enseguida a cogerlo preso. Fue Laurent personalmente a capturarlo.

«A mí me sorprendieron esa noche en mi casa, en la calle Medina número 20, en Rancho Boyeros, que era donde vivíamos en ese momento».

Sus tres hermanos recalcan que aunque le aplastaron los testículos, estando consciente, no delató a ningún compañero. En el sitio del crimen, al año de asesinado, se colocó una tarja para que perpetuara el recuerdo de un joven bravo de verdad. El 8 de enero su cadáver fue velado en la Logia Mazónica 28 de Enero, de Rancho Boyeros. Sus restos descansan en el cementerio de Calabazar, en ese municipio capitalino.

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