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Un adolescente cuenta su primera participación en el desfile por el Primero de Mayo

Esta historia de Ángel García es similar a la de una inmensa mayoría de niños que tuvo su primer protagonismo público junto a los trabajadores. Y eso lo llevan en el corazón 

Autor:

Nelson García Santos

Foto: Roberto Meriño SANTA CLARA.— Con el paso de los años la celebración del Día Internacional de los Trabajadores se ha convertido en el acto por excelencia de la familia cubana que concurre hasta con los niños pequeños que la integran.

La tradición surgió espontánea, se impuso hace rato desde las casas y le confiere un toque de diferencia y distinción en comparación con otras marchas.

De hecho, son muchos los que recuerdan que la primera vez que caminaron junto a una multitud fue cuando festejaron con sus padres el Día de los Trabajadores.

El adolescente Ángel García evoca la primera ocasión en que vio a tanta gente junta, mucho antes de ser pionero, que resultó ser una celebración por el Primero de Mayo cuando, acompañado de sus padres, bajó desde el corazón de esta ciudad hasta la Plaza Ernesto Che Guevara.

«Claro, aquello para mí fue una verdadera diversión y la recuerdo con cariño por otro motivo muy especial: aquel día también aprecié por primera vez el Monumento al Guerrillero Heroico», confesó.

Recuerda que casi todos los años concurría al acontecimiento con su familia hasta que entró en la escuela y, entonces, comenzó a desfilar con los pioneros.

«El primer año que lo hice con la organización, hubo un reunión previa en el Destacamento para explicar los pormenores del acto, la importancia... y me sorprendieron riendo». «¿A qué viene esa risa?», inquirió el responsable: «Es que yo me conozco los desfiles de memoria», repliqué.

Razona que ahora sabe verdaderamente el significado de esa celebración, la causa de su surgimiento y cómo en la mayoría de los países constituye un día en que los trabajadores exigen sus derechos y hasta los reprimen.

Esta historia de Ángel es similar a la de una inmensa mayoría que tuvo su primer protagonismo público junto a los trabajadores. Y eso lo llevan en el corazón.

Los niños, los adolescentes y los jóvenes les imprimen esa carga de amenidad a los desfiles que sobresalen por ser un ajiaco de cubanía, que cada mayo sale a pasear un año más de éxitos.

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