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Hay que ocupar los espacios de debate, asegura la nueva presidenta de la FEEM

Jennifer Bello afirma que rescatar la disposición de ser útiles cuando el país nos necesite y no cuando convenga  individualmente, es parte del trabajo de la organización

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Juventud Rebelde

Cuando comience el venidero curso escolar las cosas serán muy diferentes para esta jovencita que tengo frente a mí. Tendrá que transitar por una senda de algún modo conocida, solo que más ancha y compleja. Pero ella lo sabe y eso puede ayudarla a ver menos piedras en el camino.

Jennifer Bello Martínez, la recién electa presidenta de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM) anda por Ciudad de La Habana, y tiene la pretensión de encontrarle el tamaño exacto a la «bola caliente» que le han puesto en sus manos.

Justo a la hora fijada, con pocos papeles y una infantil sonrisa, llega a la redacción de JR. Me recuerda a una generación de muchachas que realmente creí extinguida. La saya, la blusa, las medias y los zapatos que la visten no resaltan su verdadera anatomía. Su uniforme poco ajustado al cuerpo contribuye —y embellece— la estampa colegial de esta matancera de 17 años de edad que acaba de concluir el segundo año de la enseñanza preuniversitaria.

—Dirigir, al menos en la práctica cubana, es dedicar una buena parte del tiempo a reuniones, ¿te agrada eso?

—Bueno... a una no le gusta estar tanto tiempo encerrada, ¿te das cuenta? También cada reunión tiene las características de quien la conduce o de quienes participan. Su utilidad depende del sentido que le demos a nuestra presencia allí. Por ejemplo, si el presidente de la FEEM, digamos de un «pre» en el campo asiste al consejo de dirección y deja que lo tengan sentado ahí solo para escuchar, lo más probable es que se aburra y sienta que pierde el tiempo. Y efectivamente, si no aprovecha esa posibilidad para transmitir las inquietudes de sus compañeros, las cosas que les preocupan, entonces pierde el tiempo.

«Precisamente una de las batallas que hay que seguir librando es que los estudiantes que tengan responsabilidades como dirigentes a cualquier nivel, ocupen esos espacios de debate de sus centros para analizar, además, los casos de estudiantes que más incumplen con sus deberes escolares, pero a tiempo, de manera constructiva. Y también que lleven a discusión el tema de las indisciplinas en los centros internos; propuestas de qué hacer para evitar desórdenes en las escuelas. En todos esos centros existen brigadas para apoyar el trabajo con los estudiantes que se ausentan. Eso puede ser un tema para analizar, por ejemplo, en un consejo de dirección, ¿y quién mejor que un estudiante para hablar de ello?».

—Pero también los estudiantes se quejan de que los planteamientos se quedan «encerrados»...

—Sí, eso también sucede, sobre todo cuando son demandas de tipo material o que tienen que ver con la reparación de los centros. Eso hay que discutirlo y tratar de resolverlo, pero yo creo que hay que insistir más en los problemas que afectan la calidad de la enseñanza...

—Claro, porque de nada vale que logremos, por ejemplo, un aula con persianas metálicas o de cristal y piso de granito, y que quienes estudien en ella al final no sepan si persiana se escribe con «s» o con «c», ¿verdad?

—Así es. La organización tiene que incidir más para lograr que los estudiantes asuman como una responsabilidad individual, no solo aprobar los exámenes, sino resolver las lagunas en las que nadan sin poca suerte la caligrafía, la ortografía y la redacción de algunos. La FEEM, a todos los niveles, puede ayudar a motivar más a los estudiantes para que participen en los cursos de verano, que no siempre aprovechan bien.

«Una arista importante de la batalla por la calidad, es rescatar la responsabilidad; que el estudiante se dé cuenta de que ser buen alumno a quien más beneficia es a él mismo; y al revés, si es malo como estudiante se está tronchando los caminos él mismo; de manera que si el profesor tiene compromiso, ya a nuestras edades y niveles de instrucción, la calidad de nuestros conocimientos depende también de nuestra responsabilidad».

—¿Y los problemas de educación formal, la pérdida de algunos valores que hacen que a veces algunos jóvenes, por suerte no la mayoría, no sientan mucho comprometimiento con participar en tareas importantes...?

—Es cierto que existe una pérdida de determinados valores que afecta incluso la incondicionalidad de algunos jóvenes para participar en importantes tareas. Lograr rescatar esa disposición a ser útiles cuando el país nos necesite y no cuando convenga individualmente, es parte del trabajo de la organización. Pero hay otros retos muy importantes para el próximo curso...

—¿Cómo cuáles?

—Estimular la responsabilidad de los estudiantes con el desarrollo socioeconómico del país. Para el próximo curso el propósito es que en todos los centros de nuestra enseñanza donde existan condiciones, se cree un área de autoabastecimiento que ayude a mejorar la alimentación a partir del esfuerzo de los estudiantes. Donde no tengan posibilidad de tener un área para producir algunos alimentos, cada centro debe valorar si existe en el lugar donde está enclavado el plantel, un organopónico u otra forma de producción a la que puedan contribuir.

«Puede ser que en una escuela participen 20 o 30 estudiantes en trabajos voluntarios en un organopónico del área donde está la escuela. Lo más importante en este sentido no es la masividad, las cifras de participantes, etcétera, lo esencial es la utilidad del aporte que dan».

—A veces uno aprecia que algunos jóvenes no están suficientemente informados de los cambios que se experimentan en la enseñanza, ¿cómo crees que puede la FEEM ayudar en tal sentido?

—Ciertamente hay que continuar la labor de esclarecimiento a los estudiantes, fundamentalmente de la enseñanza técnica y profesional que ahora terminan sus estudios como técnicos u obreros calificados, no como bachilleres. Tenemos que instrumentar formas que contribuyan a que comprendan las necesidades que tiene el país de técnicos y obreros calificados; que eso no les troncha el camino, pues tienen múltiples posibilidades de continuar estudiando después de cumplir su servicio social por dos años.

«El ingreso a las carreras pedagógicas seguirá siendo otra prioridad en el trabajo de los dirigentes estudiantiles. Y el tema de la preparación para la defensa.

«Tenemos la necesidad de incrementar la presencia de las muchachas en el Servicio Militar Voluntario. Se hizo una prueba piloto, por seis meses, a partir del 12mo. grado y hay muy buenas experiencias en cuanto a lo que les aporta a las muchachas en su formación. El propósito es que se incorporen por un año para hacer más completa la preparación. Hay que llevar esas experiencias a las escuelas».

—Has utilizado durante la entrevista los términos «incondicionalidad» y «hacer Revolución», ¿cómo debe ser, en tu criterio, un joven de la FEEM que sea incondicional y haga revolución?

—Un buen estudiante, en mi criterio, es aquel que no sea finalista, que profundice en los conocimientos que recibe en el aula, que sea disciplinado, educado y amable y ayude a sus compañeros. Si a esas cualidades le suma que responda con su aporte cuando la escuela, la provincia o el país los convoque a una tarea de importancia para su centro, su territorio o su nación, y que además sea apegado a los valores y a la historia que nos han legado diferentes generaciones de cubanos revolucionarios, entonces hablo de un estudiante de la FEEM que hace Revolución.

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