Para Rodrigo, el piano es «el instrumento más completo». Autor: Cortesía del artista Publicado: 01/07/2025 | 09:48 pm
A sus 27 años, Rodrigo García Ameneiro, ya logra amalgamar tradición, innovación y virtuosismo con gran maestría. Este pianista, compositor y productor ha tejido una carrera que no solo refleja su excelencia técnica, sino también un profundo compromiso con la cultura cubana y su evolución. Heredero de una rica tradición familiar y formado bajo la égida de grandes maestros, este joven emerge como un faro de la música contemporánea, capaz de dialogar con lo clásico y lo popular, lo local y lo universal.
Raíces y formación: la música como destino
Rodrigo nació en un entorno donde la música era más que un arte: era un modo de vida. Hijo de la cantautora Rochy Ameneiro y el productor Josué García, creció rodeado de estímulos artísticos. Sin embargo, su camino no estuvo exento de decisiones difíciles. En su niñez, alternó entre el béisbol —como tercera base en el equipo del municipio capitalino Plaza de la Revolución— y el piano. Finalmente, optó por las teclas, movido por una pasión que definió como «innata».
Su formación académica fue rigurosa: desde los talleres infantiles con su tía Daiana García hasta el Conservatorio Manuel Saumell, bajo la tutela de Hortensia Upmann, y luego el Amadeo Roldán con Aldo López-Gavilán, su mentor y a quien también le unen estrechos lazos familiares. Más tarde, en la Universidad de las Artes, consolidó su estilo bajo la guía de Liana Fernández. Esta trayectoria refleja no solo disciplina, sino también una búsqueda constante de excelencia.
Para Rodrigo, el piano es «el instrumento más completo de la música». Asegura que abarca registros rítmicos, armónicos y genéricos, lo que lo convierte en un desafío y una pasión. Su conexión con el instrumento trasciende lo técnico: «Con el piano he podido sentir todas las emociones. Es increíble llorar con lo que haces», confesó en una entrevista.
Esta devoción se traduce en una rigurosa rutina. Rodrigo se compara con un «atleta de alto rendimiento», enfatizando la necesidad de entrenar diariamente
el músculo y la mente. Su ética de trabajo es incuestionable: no hay día sin tocar el piano, ya sea estudiando tediosas partituras o disfrutando la recompensa del escenario.
Una carrera en ascenso
Rodrigo ha acumulado una impresionante lista de premios y distinciones, tanto nacionales como internacionales. Entre ellos destacan el primer premio en el Concurso VIVO International Competition, que le permitió tocar en el Carnegie Hall; premios en concursos como Musicalia, Villahermosa y Medici International Competition, junto a su dúo Espiral con la violinista Tania Haase; gran premio en el Rocky-Mountain Music Competition y el premio Batuta a la joven promesa.
En este 2025, fue el artista más nominado en los Premios Cubadisco y obtuvo el premio al Productor Musical Novel, reconociendo su versatilidad más allá de la interpretación.
Uniendo generaciones
Este joven pianista ha demostrado una habilidad excepcional para crear puentes entre épocas y estilos. Sus últimos proyectos discográficos son testimonio de ello, en Los días de gloria hace un homenaje a la Nueva Trova cubana, con versiones de temas icónicos de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Gerardo Alfonso, entre otros. Rodrigo describe este trabajo como «un diálogo con canciones que aún resuenan en el imaginario colectivo»; Confluencia de pianos II reúne a 11 leyendas del piano cubano, desde Frank Fernández hasta Harold López-Nussa.
Mirando al futuro
Se autodefine como un «pianista polivalente», abierto a explorar todos los géneros. Actualmente, trabaja en la banda sonora de una película y presentó en mayo último el nuevo álbum En busca de un espacio con el grupo Espirales, bajo el sello Colibrí y El Cerrito Records. Su meta es clara: «Trazar objetivos por encima de lo logrado y dejar una huella auténtica».
Rodrigo encarna lo mejor de la nueva generación musical cubana: talento, humildad y un profundo respeto por la tradición. Su carrera, aún en ascenso, promete seguir enriqueciendo el patrimonio cultural de la Isla. Como él mismo dice: «El arte es una carrera de hermandad». Y en esa carrera, él ya es un maestro.