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Campamento Internacional de Pioneros en Varadero acogerá a más de 1 600 niños del país

Autor:

Juventud Rebelde

Desde el 6 de julio hasta el 27 de agosto, por espacio de cinco días permanecen los estudiantes en esta instalación

Varadero, Matanzas.— Muchos pioneros pensaban en bañarse y solo bañarse en una de las playas más lindas de Cuba. La tentación de zambullirse en las cristalinas aguas de la Península de Hicacos era el sueño de más de un centenar de niños camagüeyanos que nunca antes habían visitado este balneario.

Los 135 pioneros y 12 guías de los municipios camagüeyanos de Guáimaro, Jimaguayú, Florida, Sibanicú y Santa Cruz del Sur, fueron seleccionados en los colectivos pioneriles por destacarse durante el curso y por haber sido los más afectados por el paso de los huracanes, en especial los santacruceños.

El Campamento Internacional de Pioneros Maravillas de la Infancia acogerá este año a 1 635 pioneros de todo el país. Desde el 6 de julio hasta el 27 de agosto, por espacio de cinco días permanecen los estudiantes en esta instalación. Se dice fácil, pero detrás de esa cifra florece mucho amor, sacrificio, entrega y talento de sus 39 trabajadores.

Uno de estos días departimos con este colectivo y apreciamos cuánto se puede hacer con iniciativas y deseos de encantar a los pequeños con juegos, adivinanzas, contando la historia de la localidad, visitando lugares y amándolo todo.

Encantadores de corazones

Los niños que visitan en la etapa estival este Campamento proceden de colectivos destacados del Plan Turquino-Manatí, zonas remotas de las montañas y de las regiones afectadas por los huracanes.

La Organización de Pioneros José Martí (OPJM) contrata los ómnibus Yutong para la travesía hasta la playa azul desde las provincias de Ciego de Ávila hasta Guantánamo. Todavía al marcharnos nos preguntábamos cómo se las ingenian para llenar de tantos sueños los corazones de los pioneros.

«Los trabajadores se alimentan de la sonrisa y alegría de los niños», nos dice Clara Elena González Zambrana, directora del centro, quien enfatiza que en esta institución se rescatan los juegos tradicionales y la música autóctona.

«A pesar de lo apartado de los lugares de residencia de algunos pequeños, los intereses de todos son muy parecidos», precisa Clarita, al tiempo que agrega que en el Campamento nada se les impone.

Allí se les enseña el cumplimiento de los horarios, los reglamentos, normas de convivencia, autodirección, valores como la honestidad y valentía y hábitos de conducta.

El empleo de la técnica de grupo es muy favorable y la superación de los trabajadores influye en la calidad de la atención a estos especiales visitantes. Ellos se presentan por su nombre y lugar de residencia, y tienen la oportunidad en este espacio de compartir con los demás sus raíces y las características de sus pueblos.

«Aquí nunca vemos niños con crisis de llanto; si alguno se pone triste porque extraña a su mamá, llamamos a su casa o le brindamos mayor atención, hasta que logramos reintegrarlo al grupo», añade Clarita.

Jugando en serio

Aunque la playa es la mayor rival de cualquier otra opción, el recorrido por toda la Península y las visitas a museos como el de Cárdenas constituyen otras importantes atracciones que aprovechan los pioneritos.

Los juegos de participación se sustentan en un enfoque cultural; se estimulan la lectura, la sagacidad, la inteligencia y se brindan facilidades para que ejerciten sus habilidades como exploradores.

Araís Olivera Echenique, subdirectora del centro, manifiesta que lo fundamental es que los pioneros sean los principales protagonistas de todo lo que se planifica; por eso no solo se les brinda la posibilidad de ejecutar juegos, sino que ellos mismos proponen lo que más les interesa hacer, y en ese aspecto casi se gana todo el esfuerzo.

Los instructores de arte también han aportado parte de sus vacaciones para apoyar en la etapa veraniega el trabajo del Campamento, con talleres de artes plásticas, danza y música.

Ciclones de ternura

Ivón Pérez Zapata se quedó sin casa y sin su escuela primaria Carlos Manuel de Céspedes. Su dolor duró poco allá en la localidad de La Playa, en Santa Cruz del Sur. Ya tiene nuevo hogar y escuela.

«Este viaje ha sido un gran estímulo; es la primera vez que vengo a Varadero y nos han dado muchas atenciones. Esta playa la había visto por el televisor y no me imaginaba que fuera de verdad tan linda», sonríe desde la arena.

David Zamora Ramos, estudiante de la ESBEC Juan Fidel Sifonte Álvarez, del municipio de Sibanicú, explica que fueron seleccionados mediante una asamblea de destacamento como los más integrales y después en una reunión general para ver si los demás estudiantes estaban de acuerdo.

«Estoy muy contento, con muchas actividades durante todo el día y la noche. Hasta los profesores nos montaron una obra de teatro, y ahora nos toca a nosotros representarles una a ellos».

Irelis Manso Carmenate, estudiante de la escuela Joaquín Agüero, de Guáimaro, quisiera que se repita pronto la visita: «Varadero es más linda de lo que imaginé».

Cuando conversamos con Reinel Recio Ciclet, presidente de la OPJM en Santa Cruz del Sur, destacó la aptitud de los 50 pioneros de la escuela Carlos Manuel de Céspedes, la cual luego de quedar devastada se rescató con el esfuerzo de ellos y de la comunidad.

Al traerlos a Varadero se cumple con un objetivo de trabajo de la OPJM: «Se superan las expectativas, pues la instalación no solo tiene la opción de la playa, sino la recuperación de juegos tradicionales», asegura la Subdirectora.

Experiencia enriquecedora

Magdelys Zapata Suárez, directora de la escuela Carlos Manuel de Céspedes, explica que los 50 estudiantes de cuarto a sexto grado fueron seleccionados por sus resultados en el estudio y por haber sufrido los embates del huracán Paloma, ya que sus casas y escuela quedaron devastadas.

«Fueron momentos difíciles para ellos; sin embargo, cuando preguntaban por la recuperación de lo perdido siempre les decíamos que la Revolución se encargaba, y en nueve días la escuela reabrió sus puertas», comenta.

«Como cubana y maestra en estos días he tenido experiencias maravillosas, y nos proponemos llevar estas prácticas a nuestro municipio. Tengo niños que nunca habían salido de su pueblito y están muy entusiasmados por contar allá lo que han vivido».

Cinco días es poco tiempo cuando se desperdicia. Este no es el caso. Varadero quedará en la memoria no solo por su playa, sino por la unidad y el sano disfrute.

El rescate de trabalenguas y adivinanzas; La hora del cuento, en que los niños le ponen un final a algún texto de Herminio Almendros, y La noche del talento, entre otras iniciativas, dejarán para siempre una huella en estos pequeños.

Los niños que visitan en la etapa estival este Campamento proceden de colectivos destacados del Plan Turquino-Manatí, zonas remotas de las montañas y de las regiones afectadas por los huracanes.

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