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Pedagogía con rostro humano

El Doctor en Ciencias Edgar Borot Peraza, uno de los científicos más jóvenes de Cuba, conversa con JR sobre las investigaciones de las ciencias pedagógicas en nuestro país

Autor:

Lisván Lescaille Durand

GUANTÁNAMO.— Las sombras de la vanidad no encontraron resquicios en su mente ni siquiera aquella mañana del 24 de junio de 2008 cuando, en la lozanía de sus 35 años de edad, alcanzaba el título de Doctor en Ciencias Pedagógicas. De tan imbuido en las complejidades de su empeño académico, el profesor Edgar Borot Peraza, uno de los científicos más jóvenes del país, pensaba en mejores gratificaciones que «darse golpes en el pecho», confiesa.

En el centro de sus desvelos estaba ahora llevar a la práctica los postulados de su tesis doctoral: Modelo de la actividad pedagógica profesional de dirección del Jefe de Departamento de la educación preuniversitaria, con todo el arsenal de ideas vertidas en el cuerpo teórico, y las propuestas prácticas para conseguir mayores estándares de calidad en la referida enseñanza.

El joven Doctor Borot Peraza no tiene dudas de que las transformaciones que tienen lugar en la educación cubana, y en particular en ese nivel formativo, serán eficaces para corregir cualquier fisura en la preparación de los estudiantes, y graduar a un bachiller a la altura de lo que necesita la sociedad, además de, afirma, «potenciar el principio de la escuela como una microuniversidad».

—¿En qué consiste este enfoque y cuál sería su alcance práctico en medio de los ajustes que experimenta nuestra educación?

—El alcance de este principio radica en su visión para atender no solo la formación básica de los estudiantes de una determinada enseñanza, sino en su capacidad para preparar al futuro profesor universitario, ese docente en formación que desde muy temprano está en contacto directo con sus discípulos, enseñando y al mismo tiempo apropiándose de los conocimientos imprescindibles para su labor.

—¿A cuáles complejidades en el proceso docente educativo se enfrentan los profesores de la enseñanza preuniversitaria?

—Este es un docente que conduce la labor formativa de hasta 30 estudiantes, impartiendo, con el apoyo de los medios audiovisuales, más de una asignatura de su área de conocimiento; y debe hacerlo sin descuidar su autopreparación y, en muchos casos, atendiendo a la preparación de los futuros Profesores Generales Integrales.

—¿Cómo empezó su camino hacia la consecución del título de Doctor en Ciencias Pedagógicas?

—A partir del curso 2002-2003 un grupo de investigadores de la provincia empezó a evaluar el impacto de esas transformaciones en la enseñanza preuniversitaria y a proponer formas de conducir el proceso educativo en la Formación Básica, es decir, los bachilleres, la Formación Inicial, que comprende a los Profesores Generales Integrales, y la Formación Permanente, donde se insertan los docentes de más experiencia.

«De ahí surgió un proyecto de mayor envergadura que presentamos exitosamente en otras provincias y abrió las puertas a nuevas interrogantes para ampliar el conocimiento científico y encontrar respuestas a otros problemas de las ciencias pedagógicas».

—¿Cuál es el aporte de su tesis doctoral?

—Esta investigación estudia a fondo la figura del Jefe de Departamento en la en-

señanza preuniversitaria, una pieza clave en la dirección de los procesos formativos, de cuyo rol depende, en gran medida, la efectividad con que se conduzca el trabajo en las formaciones mencionadas.

«La tesis propone un modelo teórico para la actividad pedagógica profesional de esa estructura de dirección, observando la relación sistémica entre los componentes que la integran. Además, hace una propuesta metodológica para el funcionamiento de un departamento en diversas etapas del período lectivo, dígase un mes, un semestre o el curso completo».

—El curso anterior devino polígono de ensayo para sus propuestas. ¿Puede hablar de resultados concretos en la instrumentación de los resultados de su tesis?

—La investigación transita por la etapa de introducción de los resultados en varios preuniversitarios de la provincia, y se pueden señalar indicadores positivos, como la elevación del índice de preparación docente, una mayor estabilidad del personal en esta estructura de dirección, y un trabajo metodológico superior de los claustros de profesores.

—¿A su juicio van creándose las condiciones para que desaparezca totalmente en la familia cubana la preocupación por la instrucción que reciben sus hijos?

—Sin lugar a dudas. Todas las investigaciones realizadas o en curso, desde los proyectos ramales, tesis de maestrías y doctorados están encaminadas a elevar la eficacia de las prácticas pedagógicas, potenciando el papel de la pedagogía en la formación de capital humano, una premisa del sistema educacional cubano que empieza a tomarse más en cuenta en otras latitudes.

«Guantánamo no solo tiene garantizada su cobertura profesoral sino que apoya a otras provincias del centro y occidente del país; además, existen en cada escuela proyectos de investigación educativo-institucionales que integran las investigaciones e introducen sus resultados en la práctica escolar.

«Por otro lado, esta provincia ya cuenta con 22 doctores en Ciencias Pedagógicas radicados en el Instituto Superior Pedagógico Raúl Gómez García, más de 800 másteres en Ciencias de la Educación, sumado a otros 130 en otras ramas, cuyo visor está situado también en mantener y fortalecer el nivel de la educación cubana, que la ha prestigiado en el mundo».

 

 

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