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No hay boleto para la influenza

El control y vigilancia epidemiológica no se descuidan ni un instante en el aeropuerto de Varadero, sobre todo en esta época invernal, en la que el A (H1N1) puede viajar y querer instalarse como en casa

Autor:

Hugo García

VARADERO, Matanzas.— La turista canadiense sintió cierta preocupación cuando enfiló sus pasos por un corredor del aeropuerto de este territorio, al percatarse de que la separaban del grupo de vacacionistas recién llegados a tierra cubana.

«Por favor no se asuste; el escáner de temperatura reporta que usted tiene fiebre de 38 grados», le explicó la doctora Mayda Alfonso Saladrigas a la pasajera recién llegada a Cuba.

Luego le enseña la pantalla con el resultado y le insiste en que se relaje y se desabrigue. A los cinco minutos, al volver a pasar, a la mujer le volvió el alma al cuerpo cuando comprobó que su temperatura estaba normal.

Así puede transcurrir cualquier día en el aeropuerto internacional Juan Gualberto Gómez, donde sus trabajadores mantienen estándares mundiales de calidad en el control y vigilancia epidemiológica para prevenir la posible entrada de diferentes pandemias, como la influenza A (H1N1), que se ha expandido por los cinco continentes.

Tomando la temperatura

El pesquisaje al llegar cada avión trasciende la rutina: se entrevista a la tripulación de las aeronaves y se revisan las declaraciones sanitarias de los pasajeros para detectar cualquier sintomatología de alguna enfermedad respiratoria u otro tipo de patología.

La doctora María Dolores Bravo Pérez, jefa de la Unidad de Control Sanitario Internacional, señala que en los casos de pasajeros con fiebre, estos se interrogan, se les pide que se desabriguen y se vuelven a pasar por el equipo: «Si continúa con temperatura alta se le pone el termómetro: y si aún persiste, se lleva a un local donde le practicamos un examen físico completo; en dependencia de ese reconocimiento, se llama al Sistema Integrado de Urgencias Médicas (SIUM) o se envía a la persona para su hospedaje con recomendaciones al personal médico del hotel».

Casi unánimemente los turistas aprueban la preocupación por ellos: «Siempre les explicamos y ellos entienden y agradecen el proceso», añade Dolores.

En otra ocasión un turista se alarmó luego de pasar por segunda vez frente al escáner y seguir con idéntica temperatura de 37,6 grados. Al percatarse el personal de que masticaba chicle, todo se desenmarañó en un instante: «Si no le es molestia podría botar el chicle», le dijeron, y la temperatura disminuyó.

También realizan el control de viajeros a cubanos que arriban al país, a quienes se les anota el nombre y dirección, al igual que al turista que se hospedará en casas particulares.

En Varadero en esta temporada alta del turismo internacional aterrizan hasta 23 vuelos diariamente, procedentes de varias naciones. Ahora que arreció el frío en el hemisferio norte, con nevadas frecuentes, los vuelos llegan continuamente y es más fuerte el trabajo de control y vigilancia por parte de los médicos, enfermeras y personal paramédico, además de los trabajadores del aeropuerto, de la Aduana e Inmigración, sin cuya colaboración sería difícil la labor.

Calores indiscretos

«Cuando empezó el brote de la influenza A (H1N1) estuvimos temerosos; no sabíamos mucho de aquello, pero seguimos en nuestros puestos», confirma Milaine Artiz Scull, licenciada en Enfermería.

Ella labora en el aeropuerto desde 2002 y considera significativa esta experiencia. Precisa que recibieron seminarios y otros cursos de preparación para dominar la moderna tecnología del escáner y toda la sintomatología relacionada con la influenza.

Desde el 25 de abril de 2009 se arreció el control para evitar la entrada al país de ese flagelo y este aeropuerto ha logrado un sostenido control, que redunda en una fortaleza para el país.

La pantalla del escáner está dividida en cuatro cuadros (dos fijos y dos móviles), unos en infrarrojo y otros como fotos normales, y señala al paciente con más de 37,5 grados de temperatura.

En épocas como este mes de enero a la terminal aérea matancera pueden arribar más de 2 000 turistas diariamente, a veces en unos 20 vuelos.

Esta unidad de control sanitario, al cierre de diciembre de 2009 diagnosticó a 2 508 turistas extranjeros como falsos positivos de padecer la influenza A (H1N1), de esa cifra tres fueron remitidos a un hospital de la provincia y dos de ellos fueron ingresados, aunque finalmente se reportaron como negativos.

Muchas son las causas que motivan que el escáner identifique a personas con temperaturas por encima de los 37,5 grados y las convierta en falsos positivos. A veces el pelo largo, abrigos, cigarrillos, gorros, chicle, o que hayan bebido vino u otras bebidas alcohólicas, son situaciones que cambian la temperatura de las personas.

«Les brindamos confianza al saber que están en manos de especialistas y eso relaja a los visitantes», asiente Mayda. Los pasajeros pasan por el equipo sin sufrir ninguna afectación: no se tocan ni se les interrumpe su tránsito, al menos en los casos de quienes sean sospechosos de padecer alguna enfermedad.

Cero casos

«De hecho por este aeropuerto no ha entrado ningún caso de la influenza A (H1N1); ninguno que después se haya diagnosticado entró por aquí», asegura Mayda.

El control general se hace desde el avión: cada pasajero trae una declaración sanitaria en la que manifiesta si tiene algún síntoma, si han estado en contacto con pacientes que hayan tenido la enfermedad o síntomas de la misma.

La licenciada en Enfermería Ramona Espinosa sabe que existe siempre un riesgo, pero afirma que es una labor bonita, que le ha abierto nuevos horizontes profesionales: «Los turistas a veces nos preguntan si nosotros estamos enfermos, porque al vernos con ropa blanca y nasobuco se extrañan; sin embargo a la vez agradecen tanta preocupación por su salud, ya que según manifiestan, en otros aeropuertos muchas veces solo les hacen algunas preguntas de rutina».

Además de la labor en esa área, esta unidad de control sanitario se encarga a su vez de la atención a trabajadores del aeropuerto y población cercana, y vela por el control de los desechos acumulados en las travesías de los aviones. Para enfrentar dichos retos cuentan con dos camas para preingresos y todo el personal preparado.

El control y vigilancia epidemiológica no se descuida ni un instante en la terminal aérea de Varadero, sobre todo en esta época invernal, en que la influenza A (H1N1) puede viajar y querer instalarse como en casa.

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