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Reaniman poblado tunero afectado por el huracán Paloma

La pequeña comunidad el Guayabal de Las Tunas vive la alegría de las familias que habitarán las 112 casas de una confortable comarca, levantada en tiempo récord por combatientes de las FAR y el MININT, con el apoyo de fuerzas constructoras de la provincia

Autor:

Juan Morales Agüero

GUAYABAL, Las Tunas.— El viejo Calixto García blasona de su linaje mambí. Hijo de un veterano de la guerra de 1895, las señas de este guayabalero de 88 años de edad recuerdan al general insurrecto del mismo nombre, a quien la soberbia del ejército yanqui impidió en 1895 que entrara con sus tropas en la tomada ciudad de Santiago de Cuba.

Pero son diferentes los tiempos que corren. Y, como para desagraviar al criollo de la estrella en la frente, este otro Calixto traspuso sin cortapisas el portón de la justicia: le acaban de entregar una moderna vivienda en el nuevo poblado de Guayabal en reemplazo de la que le escamoteó en 2008 la insólita rapacidad del huracán Paloma.

El suceso ocurrió ayer en la pequeña comarca adscrita al municipio de Amancio, donde fueron oficialmente entregados 112 apartamentos a familias cuyos inmuebles sufrieron derrumbes totales por causa del ciclón.

El acto lo presidieron el General de Cuerpo de Ejército Ramón Espinosa, miembro del Buró Político del Partido y viceministro de las FAR; el General de División Onelio Aguilera Bermúdez, jefe del Ejército Oriental; los Generales de División José Carrillo y Romárico Sotomayor, jefes de las Direcciones Políticas de las FAR y el MININT, respectivamente; el compañero José A. Valeriano, jefe de departamento del Comité Central del Partido; Teresa Amarelles, primera secretaria del Partido en la provincia y el General de Brigada Rolando Gómez, jefe de la Región Militar en Las Tunas, entre otros dirigentes.

Una paloma agresiva

La noche del 8 de noviembre de 2008 será recordada siempre por los guayabaleros como una de las fechas más infaustas del poblado. Aunque sus habitantes fueron evacuados con tiempo suficiente por la Defensa Civil y no hubo víctimas, lo cierto es que Paloma se ensañó con su fondo habitacional, ya bastante resentido por eventos anteriores.

Las olas de hasta tres metros de altura ocasionaron los mayores estragos, principalmente entre las casas ubicadas cerca de la orilla. Penetraron 700 metros tierra adentro y esparcieron más de 20 000 metros cúbicos de arena por los alrededores. Dos kilómetros y medio de viales resultaron inutilizados por su acoso. Un auténtico drama.

Sobrevino la calma y los guayabaleros se sumaron a las tareas de recuperación, confiados en que la Revolución no los abandonaría. Su asombro se colmó el 11 de noviembre: el mismísimo General de Ejército Raúl Castro, presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, se personó en el poblado para dar aliento a los damnificados.

Aquella visita marcó una pauta en la historia de Guayabal. Surgió la idea de concebir una comunidad alejada del mar para cobijar a las 110 familias que habían perdido sus viviendas por causa de Paloma. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) asumieron el reto, y, luego de la microlocalización del área y del análisis de sus características, el 16 de noviembre de 2008 se inició el movimiento de tierra.

Constructores verde olivo

En octubre de 2009, antes de que se cumpliera su primer año de trabajo, el contingente 50 Aniversario de la Revolución, integrado por combatientes de las FAR y el MININT, concluyó las primeras 48 viviendas. Fue una labor sumamente organizada, ágil y eficiente.

«Trabajamos con racionalidad de día, de noche, sábados, domingos, en medio de la lluvia… —reconoce el teniente coronel Israel Rodríguez Palomino, segundo jefe de la brigada constructora, quien habló en nombre de sus compañeros—. Nada nos detuvo. Nos reconforta ver a los damnificados contentos con su nueva vivienda y a los niños jugar felices en sus áreas del nuevo poblado. Cumplimos la tarea».

«Con esta obra, nuestras instituciones armadas nos transmitieron una enseñanza y un ejemplo que mucho agradecemos —reconoció Teresa Amarelles, primera secretaria del Partido en Las Tunas—. Demostraron que es posible trabajar con orden, disciplina y respeto por los planes previstos. Los felicito en nombre del pueblo tunero».

En marzo de 2009 se incorporó a la obra el MICONS. Todas las fuerzas constructoras de la provincia participaron en la recta final.

Un paseo por la comunidad

Se llama Comunidad José Martí y se localiza a casi dos kilómetros de distancia del litoral más cercano. Está compuesta por seis edificios de tres apartamentos cada uno y el resto son de dos apartamentos. Las viviendas son joyitas muy confortables.

Dispone de servicios básicos tales como panadería, escuela primaria, círculo socio cultural, sala de rehabilitación, telefonía, funeraria, clínica estomatológica y consultorio del médico de la familia con consultas especializadas. También cuenta con iluminación exterior, acueducto, alcantarillado, áreas deportivas y parque infantil.

«Para la construcción se utilizó el sistema Sandino, de estructuras sólidas y resistentes a eventos climatológicos severos —dice Ramón Brizuela, del contingente Armando Mestre del MICONS, también ejecutor de la obra—. Cimentamos con las llamadas balsas, costosas en cuanto a materiales, pero necesarias en este terreno arcilloso y blando».

El cuidado del medio ambiente fue tenido en cuenta desde el momento en que se puso en práctica el proyecto habitacional. En consecuencia, fueron sembradas de árboles frutales y maderables 32 hectáreas de tierra. Un cultivo semiprotegido vende hortalizas y vegetales desde hace meses y trabaja por incrementar la variedad de su oferta.

Las organizaciones de masas no se andan por las ramas para componer sus estructuras en la Comunidad José Martí. Me encuentro con René García Castellanos, coordinador de los CDR en Amancio, quien anda en trajines de poner a funcionar la zona 93 y sus cuatro comités.

También recorre el conjunto habitacional Elisa Zaldívar, técnica de la Dirección Municipal de la Vivienda, para tomar nota de cualquier contingencia constructiva y repartir entre los inquilinos un impreso con las normas de convivencia en edificios multifamiliares.

Me detengo delante de una de las viviendas. Su propietaria, Josefa Martínez, no necesita expresar la alegría que la embarga. Su rostro la delata. Conversamos mientras limpia el arroz del almuerzo:

«Aquí somos mi esposo y yo —dice—. Siempre vivimos junto al mar. Paloma nos dejó sin techo. Estábamos viviendo provisionalmente en un colgadizo. Y ahora mire qué casa más linda nos han dado. Ya no le tememos a los ciclones ni a las inundaciones. Anoche llovió y yo ni me enteré. Mi esposo anda pescando y no se imagina que ya yo estoy mudada. Cuando regrese a tierra se va a llevar la gran sorpresa».

En nombre de los vecinos recién mudados para la nueva comunidad guayabalense habló Lidia Morales, hermana de Tiburón, el carismático cantante de Son 14. Su casa fue también engullida por el mar.

«Fui maestra muchos años —afirmó—. Enseñé y aprendí. Pero la más hermosa lección recibida es la que me acaba de dar otra vez esa gran maestra que es la Revolución con la entrega de este nuevo poblado. Constituye un símbolo de la unidad monolítica de las instituciones armadas cubanas con su pueblo. Siempre estaremos agradecidos».

La participación de las FAR en el nacimiento de este nuevo poblado en Guayabal resultó decisiva. Como dijo el general de brigada Rolando Gómez Calderón, jefe de la  Región Militar en Las Tunas, «cumplimos con rapidez, organización y gran espíritu de sacrificio, porque la tarea fue planteada por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, y tanto él como Fidel tienen toda la autoridad del mundo para plantear misiones así. Nosotros le decimos “Misión cumplida”».

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