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El Aedes aegypti continúa desafiando

Capaz de modificar sus hábitos y adaptarse al hostigamiento antivectorial, este insecto continúa en la mira de quienes lo enfrentan directamente con medios, técnicas y costosísimos productos químicos

Autor:

Lisván Lescaille Durand

GUANTÁNAMO.— En una de las más concurridas arterias de la ciudad, un hombre, relojero de oficio, increpa desaforadamente al jefe de brigada de la Campaña de vigilancia y lucha antivectorial: «ustedes acabaron con mis pececitos, le dije que en ese tanque no echaran ningún producto».

Más al norte de la urbe, otro trabajador de la mentada campaña es mirado con cara de pocos amigos cuando solicita el permiso de un morador para la inspección a los depósitos de agua y las condiciones higiénico-sanitarias del hogar. Para unos, aquel bendito humo solo trae complicaciones y no mata al mosquito ni a las cucarachas; pero, por suerte, la mayoría siente su benéfico efecto y coopera con las autoridades, en este empeño por erradicar al verdadero malo de la película: el Aedes aegypti, un vector que cuando lo hostigan demasiado cambia sus hábitos hogareños para encontrar cobija en las fragilidades de nuestro ordenamiento medioambiental.

Y todo esto lo conoce muy bien la bióloga Midelis Rivero, jefa del Programa de Erradicación del Aedes en el Centro Provincial de Vectores, quien solo esbozó una sonrisa cuando algunos celebraban el índice de 0,05 alcanzado por el municipio de Guantánamo al iniciarse (el día 16) el segundo ciclo de marzo, en esta intensiva porfía contra el agente transmisor del dengue y otras enfermedades.

«No es para festejar —opina la especialista— aun con ese índice, considerado en el límite de lo permisible, el peligro de infestación por la picadura del mosquito está latente: mientras aniquilamos una parte, otros muchos pueden estar volando en cualquiera de las 37 manzanas de alto riesgo identificadas en la ciudad.

«Arribamos a la segunda mitad del mes con positividad en todas las áreas de salud de la cabecera, excepto en el consejo popular de Paraguay, afirma Midelis; este panorama nos alerta a todos de que el Aedes dará más pelea, si no se le corta el paso sistemáticamente con acciones organizadas de todo el dispositivo multisectorial dispuesto».

—Aun cuando sabemos que hay equipos multidisciplinarios acosando al vector en las casas y las cuadras, ¿cuánto más puede elevarse la eficacia de los trabajadores de la Campaña de vigilancia y lucha antivectorial?

—Siempre hay sus fallas y más en esta labor que depende de muchos factores. Ante la emergencia, hemos reducido los ciclos de verificación a 11 días en localidades urbanas; la Campaña tiene una cadena de mando para la fiscalización y control de su actividad en los Consejos Populares; ella es responsable de que cuando algo falle en el terreno, se corrija inmediatamente.

«Si un mosquito alcanza el estadio de adulto en cualesquiera de las manzanas calificadas como reiterativas —por su secuencia de positividad en los últimos tres ciclos— eso evidencia debilidades en nuestro trabajo, puesto que en un ciclo el Aedes solo podría alcanzar el primer o segundo estadio de vida antes de que sea eliminado en una de las radiobatidas».

—Algunos problemas de procedimiento de los operarios de la Campaña en ocasiones inquietan a los vecinos.

—La capacitación es una constante aquí, no ahora en tiempos de contingencia, sino sistemáticamente, desde los cursos de superación para la cadena de mando, supervisores, jefes de brigada y biólogos, hasta la recapitulación de las actividades que debe acometer un operario de la Campaña.

«Hay que llegar a todos los depósitos de la casa, entrar a las habitaciones y comprobar si los vasos espirituales contienen abate; usar la cinta métrica para medir el tamaño del tanque y, en relación con el volumen de agua acumulada, calcular la cantidad del producto que se aplicará, así como registrar, con una crayola en las paredes exteriores del depósito, la fecha en que se abatizó.

«Ellos deben solicitar la cooperación del morador para permanecer allí el tiempo necesario —estimado en 25 o 30 minutos— para hacer su trabajo con calidad. No es un secreto que una parte de nuestro personal ingresó a la institución sin la idoneidad requerida, pero han ido formándose para estar en la primera línea de esta batalla por la vida de sus conciudadanos.»

—¿Cuales son las «culpas» que comparten con otros?

—Te diría que muchas, a veces sin deberlas. Cuando se detecta el foco, en menos de 72 horas queda eliminado; sin embargo, la mayoría no pueden certificarse como tal porque persisten los factores de riesgo: salideros de agua, zanjas fétidas sin canalizar, registros tupidos, microvertederos, enyerbamiento en áreas residenciales y de empresas… soluciones que corresponden a otros organismos que muchas veces alegan carencia de recursos.

«El asunto se torna peliagudo, pues el mosquito podría desplazarse de su hábitat más frecuente, en los tanques bajos de las viviendas, hostigado por el tratamiento intensivo, hacia nuevos refugios en alcantarillas, registros y fosas; incluso, sostenemos la hipótesis de que algunos sitios de la urbe pueden ser focos generadores que tributan a la positividad de las casas».

—Algunos trabajadores de la Campaña esgrimen que el apoyo multisectorial es solo en tiempos de contingencia. ¿Cuán solos se quedan ustedes cuando pasa la tormenta?

—Muy solos te diría. Tanto que se extraña la labor de estos meses en que se aprecia la promoción de salud, el pesquizaje de los síndromes febriles, las charlas y barrio debates, así como las tareas de higienización comunitarias.

«Basta observar el volumen de desechos sólidos y basura recogidos de patios e interiores de domicilios en los consejos populares más vulnerables, para percatarse de que no somos sistemáticos en eso. Ojalá los microvertederos desaparecieran definitivamente sin la presión de los puestos de mando y las emergencias».

—¿Se ha endurecido la mano contra los indolentes en los barrios?

—Bastante. Al principio se contabilizaba una multa por cada 816 viviendas, hoy es de una por cada 92; sancionar no es el propósito, pero la percepción del riesgo es baja todavía, y si nos desmovilizamos la situación se agrava.

—¿Cómo evalúan los costos del tratamiento antivectorial intensivamente realizado en el último trimestre?

—El gasto supera los 526 000 pesos solo en insecticidas, larvicidas y combustibles. Una tonelada del insecticida para el control del Aedes, Ficam, cuesta 13 000 dólares y tiene un efecto residual de apenas tres meses. No hay economía que lo soporte.

—¿Incluso con esa situación acompañando al mosquito es posible mantenerlo bajo control?

—Si elevamos la eficacia en el trabajo multidisciplinario y lo hacemos de manera sistemática, con seguridad lo mantenemos a raya; ahora, eliminarlo es imposible, funfamentalmente por los factores de riesgo epidemiológico latentes en la ciudad. Lo ideal fuera que los moradores redujeran al mínimo sus focos para concentrar los recursos en el saneamiento ambiental de las comunidades.

Perfil del criminal

El Aedes aegypti es de tamaño mediano, color oscuro con rayas blancas, procede de África, particularmente de Etiopía, vive en zonas tropicales y subtropicales de todo el mundo; la hembra es picadora persistente, ligera y cautelosa, se alimenta de sangre por el día, aunque puede picar en las noches y en horas crepusculares. En cada picada ingiere de 2,5 a 3 mg de sangre (casi el doble de su peso). La sangre le resulta imprescindible para madurar sus huevos. El macho se alimenta de plantas. Luego de alimentarse, la hembra descansa 72 horas en lugares oscuros y protegidos; pone de cien a 300 huevos que distribuye en reservorios distintos; los fija a la pared del depósito a nivel de la superficie líquida. Los huevos son resistentes a la desecación y cambios de temperatura, y pueden conservarse hasta 13 meses. Prefiere tener sus criaderos dentro de las casas o en las inmediaciones de estas, así como en el agua limpia, aunque cuando es perseguida modifica ese hábito. No se aleja más de cien metros del ambiente domiciliar y sus criaderos. El período de incubación de los huevos es de cinco días; la larva, también resistente a la desecación, se desarrolla en unos seis: total, 11 días. Este vector vive por un mes; prefiere picar a la persona acostada o dormida; su picada provoca, además de molestias, reacciones alérgicas, infecciones secundarias, fiebre amarilla y dengue si ha picado a un enfermo aquejado de esas patologías. Basta una sola picada en esa circunstancia para transmitir la fiebre amarilla o el dengue; después de picar a un enfermo la mosquita queda infectada para el resto de su vida.

(Datos facilitados por la Dirección provincial de Higiene y Epidemiología en Guantánamo)

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