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En enero de este año, Huong Le Thi Thu subió el Pico Turquino para rendirle tributo al Apóstol. Autor: Yoelvis Lázaro Moreno Fernández Publicado: 21/09/2017 | 04:58 pm
SANTA CLARA, Villa Clara.— De no ser por esa configuración tan típica de sus ojos, el acento de quien aprendió español como segunda lengua, y esa añoranza que le aflora en nombre de los suyos, cualquiera creería que Huong Le Thi Thu es oriunda de esta Isla.
Y es que casi siete años viviendo en el Caribe, lejos de su natal Vietnam y de los rituales característicos de esa región asiática, han bastado para que esta joven, recién graduada en Farmacia en la Universidad Central de Las Villas (UCLV), y ahora cursante de un doctorado en esa misma institución académica, se autodefina, a sus 26 abriles, como «una cubana nacida en otro país».
—¿Cómo llegaste a estudiar aquí?
—Gracias a la colaboración y las buenas relaciones de Cuba y Vietnam, en 2003 recibí una beca para cursar la Licenciatura en Farmacia. En aquel entonces ya yo estaba estudiando esa especialidad en la Universidad de Hanoi, pero decidí venir porque sabía que aquí podría superarme en poco tiempo, pasar alguna maestría u otro tipo de curso y alcanzar un mayor nivel científico con mucha calidad profesional.
—Matriculaste un doctorado que de seguro te exige mucho estudio y búsqueda de información. ¿Cuál será entonces el aporte de esa investigación final que realizas?
—Estoy interesada en descubrir nuevos inhibidores de la tirosinasa, una enzima responsable de la formación de desórdenes en la pigmentación de la piel. Ese trabajo pudiera tener impacto social y ser de mucha utilidad para el país.
—Cinco años en un aula universitaria te facultan para hablar con experiencia de la realidad de Cuba…
—Esta Isla, con muchísimos obstáculos de por medio, lleva adelante uno de los proyectos sociales más justos del mundo. La educación es una de las grandes conquistas de este país. Aquí todas las personas tienen acceso a la enseñanza de forma gratuita, y cualquiera que posea la capacidad y el conocimiento puede llegar a la universidad.
—En enero de este año subiste al Pico Turquino por ser una de las pocas estudiantes extranjeras Vanguardia Nacional de la FEU. ¿Qué te motivó desde tu primer curso aquí para despuntar como dirigente de esta organización?
—Los deseos de hacer, el entusiasmo… Poco a poco se me ha ido contagiando la alegría de los cubanos y tal vez por eso no he pasado trabajo para conducir a mis compañeros de grupo. A principios yo tenía miedo de que no me respetaran o de que no hubiera buena comunicación, pero uno va superando todos esos temores y se da cuenta de que lo que más hace falta es voluntad.
«A los jóvenes de Cuba los caracterizan la solidaridad, el buen humor y el sentido humano; y uno tiene que pensar entonces en todo eso si quiere motivarlos, y al mismo tiempo mantener con ellos una buena amistad.
Con Huong Le Thi Thu, o Helena, como decidió bautizarse a su llegada a Cuba, solo basta cruzar algunas palabras para quedar sorprendido por su dominio tan diáfano del español, y sobretodo, por ese sentimiento de respeto profundo hacia Martí y Ho Chi Minh, dos figuras que, según expresa, tuvieron en común muchísimas virtudes.
«Para mí los dos conservan igual valor. El mismo cariño que siento por uno lo tengo por el otro. Ambos tienen tantos puntos de contacto: su pensamiento antiimperialista, anticolonialista, sus ideas patrióticas y de justicia social.
«Pienso que admirarlos y defender la obra de ellos son también formas de luchar hoy por el bien de la humanidad. Cuando regrese definitivamente a mi país crearé en mi cuarto un rincón cubano, con una bandera, un escudo, un retrato de Martí y varios libros sobre el Che, Fidel y la Revolución, pues ya por mucho que intente sacarla de mi mente, Cuba siempre estará conmigo».
