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La fuerza invisible que modela el mundo

Lejos de ocupar planos secundarios en los destinos de Cuba y del planeta, la subjetividad adquiere hoy una importancia estratégica, decía hace unos años a Juventud Rebelde el miembro de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba, Juan Luis Martín. Como homenaje a quien falleciera en diciembre último y a las puertas de un año que necesita de la armonía de los seres humanos, volvemos a esta entrevista publicada el 25 de septiembre de 2011, en la cual sentenció la relevancia de atender la subjetividad

Autores:

Marianela Martín González
Alina Perera Robbio

Percibiendo que la subjetividad es como el aire —está en todo cuanto hacemos—, quisimos indagar sobre el término y su importancia para la Cuba de ahora. Por eso fuimos al encuentro de un interlocutor autorizado y apasionado del tema, quien abrió el asunto con una definición rotunda: «Ese concepto es estratégico».

Juan Luis Martín, miembro de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba, quien entre sus condecoraciones ostenta la Medalla de Trabajador Internacionalista, la Orden Carlos Juan Finlay y la Orden Juan Tomás Roig, abrió paso a sus reflexiones que trascendieron al archipiélago nuestro, porque inevitablemente conciernen a la especie humana.

El diálogo fue la confirmación de que solo atendiendo con fino cuidado la dimensión subjetiva de cada paso nuestro, podremos salir adelante.

—¿Qué entender por subjetividad?

—Es, simultáneamente, el reflejo de la realidad objetiva en la conciencia de los sujetos, y el elemento que guía sus acciones sobre esa realidad. Está condicionada por el lugar y el papel del individuo en el conjunto de las relaciones socioeconómicas.

«En el materialismo premarxista no se reconocía la interacción entre la subjetividad y la realidad objetiva. La primera era vista como elemento pasivo que solo refljaba la objetividad; no se reconocía en ella su capacidad para transformarla. El marxismo modifica esa concepción. Entre sus grandes aportes está el de señalar la interacción entre realidad objetiva y subjetividad, y la capacidad de esta última para transformar la realidad».

—¿Cómo esa propuesta se aplicó en las sociedades que vivieron experiencias socialistas?

—Es una pregunta muy amplia, que nos remite, en primer lugar, a la idea de que el socialismo, a diferencia de todas las formaciones económico-sociales anteriores, no es un resultado espontáneo de la historia. No surgió como la comunidad primitiva, el feudalismo o el capitalismo. La diferencia cualitativa es que el socialismo debe ser construido; y eso, sobre dos bases: la ética y la razón. Esto hace que la subjetividad social desempeñe en su construcción un papel mucho mayor que en cualquier formación económico-social anterior.

«Lamentablemente, en algunos países donde hubo experiencias socialistas no se supo comprender y enfrentar adecuadamente el desafío que implica atender la subjetividad, con lo cual predominó la idea de que el desarrollo de las fuerzas productivas generaba, automáticamente, el desarrollo de la conciencia social».

—¿Acaso la ética y la razón no son términos muy relativos en el momento de ser asumidos por cada ser humano?

—A nivel individual, ética y razón presentan una elevada relatividad; a escala social no son monolíticos, pero su heterogeneidad se reduce y configura tendencias por grupos sociales o predominantes en el conjunto de la sociedad.

Juan Luis Martín aseguró que el socialismo hay que construirlo a través del diálogo y la evaluación permanente entre teoría y práctica. Foto: Roberto Suárez 

«Esto incrementa la importancia de ambos elementos, pues uno y otro actúan como fundamento del sistema de normas y valores que orienta la conducta de los miembros de toda sociedad. Su fortaleza y desarrollo están condicionados por factores como el consenso, la participación real, los métodos democráticos. Ellos permiten construir una subjetividad social caracterizada por la unidad de pensamiento y acción basada en convicciones».

—Algunos pudieron pensar que con mejorar condiciones materiales la conciencia cambiaría automáticamente, como un simple reflejo…

—El asunto es complejo. Existen necesidades materiales cuya satisfacción es indispensable, y existen otras de carácter superfluo. Los códigos culturales predominantes a escala mundial tienden a promover el incremento del consumo material superfluo, más como vía de obtención de ganancias que como medio de satisfacer necesidades reales.

«El consumo material de nuestra especie no puede crecer indefinidamente, pues los recursos naturales del planeta tienen un límite. Esto no ocurre con la producción intelectual; ella sí puede crecer de manera infinita.

«El mejoramiento de las condiciones materiales contribuye a desarrollar la conciencia social cuando se obtiene como resultado del cumplimiento de normas de conductas y valores éticos acordes con los intereses de la sociedad; cuando se obtiene como resultado de la simulación y la “picardía” provoca un “efecto de demostración” que deforma tanto la subjetividad social como la individual.

«Todas las sociedades, a lo largo de la historia, desde la comunidad primitiva hasta la actualidad, socializan a sus integrantes dentro de un conjunto de valores y normas, los cuales hacen posible la coherencia y la interacción entre sus miembros, generan sentido de identidad y permiten que las relaciones se mantengan como unidad, ya sea como nación, clan o cualquier otra forma de comunidad social.

«Todas las sociedades modelan la subjetividad de sus miembros a través de mecanismos que varían a lo largo de la historia, pero que básicamente, en la sociedad moderna, son la familia, las instituciones educacionales, la religión, los medios de comunicación, los sistemas jurídicos, el arte, las organizaciones políticas y sociales, la comunidad.

«Y está el factor más importante de todos: las relaciones económicas, y dentro de estas las relaciones de distribución, las cuales actúan de manera indirecta como una especie de mecanismo de estímulo-sanción.

«En el capitalismo, la relación de distribución se basa en la acumulación de ganancias por medio de la explotación. En el socialismo, las relaciones de distribución deben producirse sobre la base de que reciba más quien más produce. Como decía Marx: de cada cual según su capacidad; a cada cual según su trabajo.

«¿Cuál es uno de los problemas del proceso de socialización en el socialismo? Que se empiezan a bifurcar esas relaciones de distribución, y se crea una formal y otra informal. Se crea la que está reconocida (a cada cual según su trabajo), y se va creando otra sumergida (a cada cual según su picardía), como dice la canción Catalejo, del grupo Buena Fe. Cuando vienes a ver, hay dos relaciones de distribución, paralelas y contrapuestas, actuando en la misma sociedad.

«Así se crean dos pedagogías invisibles, y eso provoca incoherencias dentro de la conciencia social, que pueden conducir al debilitamiento del sistema. Eso fue lo que pasó en el campo socialista europeo: fue surgiendo un mecanismo de privatización sumergida de la propiedad social que se extendió y llegó a crear poderes paralelos.

«En nuestro país es necesario detener a tiempo manifestaciones similares que erosionan la integridad y estimulan la simulación, conducta con la cual se aparenta estar de acuerdo con las normas establecidas y cumplirlas, pero en realidad es un disfraz para violarlas en función de satisfacer intereses personales.

«No se debe olvidar que las relaciones de distribución tienen una pedagogía oculta de fuerza extraordinaria. Generalmente son más fuertes que las palabras. Y las palabras pueden ir por un lado, y las relaciones socioeconómicas por otro. Es necesario atajar y eliminar esa incoherencia.

«Sin socialismo se va a la barbarie, pero a su vez el socialismo requiere una actualización de su teoría y sus métodos, atemperado a las condiciones históricas actuales.

«La alternativa de la humanidad continúa siendo la que señaló Rosa Luxemburgo en el pasado siglo: “Socialismo o barbarie”. Tenemos por delante un camino sin recetas establecidas. Hay que construirlo a través del diálogo y la evaluación permanente entre teoría y práctica».

—Tarea inmensa para un país pequeño…

—El desafío no es solo para nuestro país. Los países no son cápsulas, sino piezas de un gran rompecabezas donde todo está interconectado.

«La humanidad ha llegado a una etapa de la historia caracterizada por el efecto acumulativo de sucesivas formaciones económico-sociales basadas en la explotación de la naturaleza y de unos seres humanos por otros. Su continuidad en el tiempo puede que no haga desaparecer a la especie humana, pero tampoco le permitirá seguir existiendo tal como hoy la conocemos.

«En estas circunstancias, el problema cardinal es construir una forma de organización socioeconómica eficiente y eficaz, orientada a desarrollar relaciones armónicas de los seres humanos entre sí y con la naturaleza. Esto no será un resultado espontáneo de la historia, sino fruto de la ética y la razón, dos elementos básicos de la conciencia social».

—Tal vez hace 500 años éramos más inteligentes en nuestra relación con la naturaleza… Aunque es justo decir que no contábamos con la tecnología actual…

—Es muy interesante saber que muchos de los problemas que la humanidad enfrenta no estaban presentes en las culturas indígenas de América. La relación de esas civilizaciones con la naturaleza era absolutamente distinta.

«Esas culturas sufrieron una dominación por las metrópolis europeas, que impuso códigos culturales antropocéntricos, los cuales están en la vida cotidiana de muchos. Hoy se intenta recuperar conceptos sobre la sostenibilidad, los cuales corroboran muchos de los preceptos presentes en aquellas culturas».

—¿En medio de una batalla del hombre contra el mismo hombre, y del hombre contra la naturaleza, no le parece que se ha vuelto más utópico construir el socialismo?

—Todo lo contrario. El socialismo, en su esencia, sería la única manera de enfrentar el problema con racionalidad, porque el capitalismo funciona a base de acumulación de ganancias, y eso necesariamente crea un efecto concentrador y excluyente, cuyas consecuencias son cada vez más letales en el orden económico y social, y también ambiental. En esas circunstancias, la única alternativa posible es el desarrollo de formas de organización social socialistas atemperadas a las actuales condiciones históricas.

—Cuba actualiza su modelo económico; busca el uso más racional de sus recursos materiales y humanos; con una mirada que en la revisión matemática de los asuntos no debe soslayar nada subjetivo…

—La subjetividad condiciona hasta el análisis matemático. La subjetividad es simultáneamente medio y fin. La revisión matemática, como ustedes le llaman, es solo un medio. En la subjetividad social se sintetiza lo racional y lo emocional. Si se analizan las cosas en términos solamente de racionalidad económica y no se ven los impactos sociales, políticos, ambientales y culturales, se está dejando fuera una parte de la realidad.

«Los análisis deben abarcar lo organizativo, lo técnico, y también la dimensión ideológica, ética, humana y ambiental. Son distintas dimensiones de un mismo sistema. No están desconectadas, sino todo lo contrario; cada vez estarán más unidas.

«Los enfoques no pueden irse a los extremos: ni ser tecnocráticos, burocráticos; ni ser voluntaristas. Hay que ver las cosas en su integralidad, que es como realmente existen. Eso no es fácil. A todos nos cuesta trabajo ver los procesos en su dinámica y su integralidad.

«Solemos ver la realidad en sus manifestaciones inmediatas y en pedacitos. Eso es parte de la huella cultural del positivismo europeo. Si se quiere buscar una solución real hay que hacerlo con enfoques integrales. El socialismo puede lograrlo porque el predominio de la propiedad social y el carácter planificado de su economía —aunque utilice el mercado de manera regulada— favorece su alcance».

—¿Qué instante histórico, a su modo de ver, resultó más difícil para los cubanos: los días de la caída del muro de Berlín o estos que corren?

—Aquel fue el momento más difícil. Este y los de los próximos años resultarán más complejos, lo cual hace más apremiante la necesidad del proceso de actualización que se está llevando a cabo bajo la dirección de nuestro Partido, el cual deberá ser perfeccionado progresivamente a través de la evaluación sistemática de su ejecución práctica.

«En el plano de la subjetividad social esta etapa presenta nuevas complejidades. En las décadas de los 60, los 70 y hasta de los 90, para la mayor parte de la sociedad los horrores del capitalismo —el desempleo, los desalojos, los desahucios, la experiencias del asesinato, desaparición y muerte por tortura de familiares y amigos— no eran relatos ni algo que se leía en un libro, sino una vivencia imborrable.

«Estos elementos contribuyeron al desarrollo de una subjetividad social en la que predominaba la idea de salir de toda la corrupción, la explotación y la opresión existente y construir una sociedad nueva y distinta. El rechazo a lo vivido y la confianza en la sociedad que se podía construir constituyó un factor aglutinador y movilizador de la conciencia social durante toda la primera etapa de construcción del socialismo.

«En la medida en que transcurre el tiempo, para las nuevas generaciones que no experimentaron los problemas del capitalismo, estos horrores se tornan en relatos, mientras los problemas que debe enfrentar la construcción del socialismo (manifestaciones de burocratismo, ineficiencia, indisciplina) se convierten en vivencias.

«Estos elementos, unidos a otros como la creciente internacionalización de los medios de comunicación social y el contenido enajenante que muchos de estos difunden, hacen de la subjetividad social uno de los frentes de batalla más importantes y complejos de la etapa actual y futura de nuestra sociedad, al tiempo que reclaman la acción integrada y sistémica de los distintos mecanismos que componen los procesos de socialización.

«Dos procesos irán incrementando gradualmente sus efectos sobre el escenario socioeconómico y requerirán la preparación de la subjetividad social para su asimilación y enfrentamiento. Uno es el envejecimiento poblacional. Es el más acelerado de la región, e irá incrementando sus impactos sobre la economía, la salud, la institución familiar y las relaciones sociales en general.

«El segundo es el incremento de los efectos de la crisis ambiental. Según análisis internacionalmente reconocidos, las dos zonas del planeta más afectadas serán el mar Caribe y el océano Índico. Entre sus principales consecuencias estará cierta elevación del nivel del mar y la consiguiente reducción de zonas costeras, de reservas de agua dulce y de superficie cultivable. A ello se une el incremento de las temperaturas y de la probabilidad de fenómenos atmosféricos.

«Uno de los principales componentes de las estrategias de enfrentamiento de estos procesos debe ser la preparación de la subjetividad social para contrarrestarlos».

—¿Del ámbito subjetivo en Cuba, a qué aspecto deberíamos prestar especial atención?

—Existen tres elementos a los cuales es necesario prestar una especial atención: el primero es elevar el grado de integración y apoyo recíproco de los distintos componentes del proceso de socialización. En la medida en que se incremente su coherencia, su efectividad será mayor.

«El segundo es elevar el carácter diferenciado de las acciones que realizan las diferentes instituciones socializadoras. Estas deben adecuar el contenido y la forma de sus mensajes a las características específicas de los grupos sociales a las que van dirigidas.

«El tercer elemento es el de precisar y fortalecer el funcionamiento de los canales de ascenso social, entendiendo por ello las vías por las cuales los individuos pueden incrementar su bienestar económico y social. Este es uno de los factores que actúa con mayor fuerza sobre la subjetividad social.

«A lo largo de la historia todos los sistemas sociales han configurado sus canales de ascenso. En el feudalismo fue la obtención de títulos nobiliarios. En el capitalismo, la acumulación de capital. En nuestra sociedad —hasta el período especial, originado por el derrumbe del campo socialista y el recrudecimiento del bloqueo imperialista— la superación profesional constituía el canal de ascenso claramente definido: el estudio garantizaba el acceso a puestos de trabajo con mayor retribución, y esto permitía la elevación del nivel de vida individual y familiar.

En las nuevas generaciones hay una fuerza imprescindible para salir adelante. Foto: Roberto Suárez 

«El período especial tuvo entre sus impactos una mayor diversidad y complejidad de las relaciones de distribución originada por la aparición de elementos como la doble moneda, la inversión extranjera, la diversificación de las formas de propiedad y el incremento de las remesas, entre otros.

«Todo esto, a su vez, repercutió sobre los canales de ascenso socioeconómico, y generó así cierto grado de dualidades en los mismos: al estudio se añadió la picardía, las relaciones con el extranjero, y otros.

«El funcionamiento de las relaciones de distribución constituye uno de los elementos de impacto sobre la subjetividad social. En la medida en que estas retribuyan adecuadamente conductas coherentes con los intereses de la sociedad, producirán unidad y fortalecerán valores morales.

«Las personas siempre querrán vivir mejor; eso es inherente a la especie humana; lo importante es que lo logren de manera proporcional a su aporte a la sociedad. Los mecanismos socializadores, de los que anteriormente hablamos, deben proponer y fundamentar ese modelo para que esté claro en la subjetividad social».

—En sus análisis usted ha ido de Cuba al mundo y viceversa. Es evidente que las buenas personas de todas las latitudes tienen por delante mucho trabajo. Sin duda, como expresara Marx, todavía vivimos en la prehistoria…

—Quienes tienen posibilidades de seguir el camino de la historia y enfrentar con efectividad los problemas del mundo actual son las sociedades que emprendan la construcción del socialismo. Cada día es mayor la conciencia de que el capitalismo conduce a la humanidad a un callejón sin salida.

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