Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

«Esa tarde perdimos a un amigo»

Trabajadores del hotel Copacabana rinden tributo a las víctimas del terrorismo de Estado, y muy especialmente al joven italiano Fabio di Celmo

Autor:

Patricia Cáceres

Julia Hautrive, secretaria de la dirección del capitalino hotel Copacabana, recuerda el cuatro de septiembre de 1997 con evidente tristeza. No es para menos. Ella, como el resto de los trabajadores, ese día quedó aturdida al sentir una explosión proveniente lobby del recinto, que sobresaltó a vecinos de hasta varias cuadras de distancia.

«Había llegado al hotel un poco nerviosa, con un mal presentimiento. Incluso me había tomado una pastilla para calmarme. Fui al baño un momento y al salir sentí el estruendo. Me dirigí a mi puesto de trabajo por una cuestión de de seguridad cuando me llamaron por teléfono y me dijeron: «Fabio está tirado en el suelo».

Así recuerda Julia aquella tarde fatal en que el mercenario salvadoreño Ernesto Cruz León arrancó de golpe la vida del joven italiano Fabio di Celmo y sembró el pánico, con menos de 30 minutos de intervalo, en los hoteles habaneros Tritón y Chateau Miramar.

«Verlo así, ensangrentado, sin vida, fue muy doloroso para todos los que lo conocimos. Era un joven llevo de vida, muy querido debido a su dulzura, su amabilidad para tratar a todo el personal. Esa tarde perdimos a un amigo.

«Yo especialmente me identifiqué mucho con él porque, al ser secretaria del director, le hacía muchos trabajos de mecanografía. También cuando viajaba le guardaba los periódicos nacionales porque siempre quería estar actualizado de lo que sucedía en Cuba», comentó.

Como una terrible casualidad del destino define Julia la tragedia sucedida aquel día en que los cristales se hicieron añicos, el falso techo se vino abajo y un grueso fragmento de metálico de un cenicero penetró violentamente en la parte izquierda del cuello del joven italiano.

«Recibió una llamada y, al dirigirse al teléfono en una esquina del lobby, ocurrió la explosión. De no estar en ese instante en ese lugar exacto, probablemente estaría vivo».

Pero Julia también atesora con especial amargura el recuerdo del atentado contra el avión de Cubana de Aviación perpetrado el 6 de octubre de 1976, ya que, según confiesa pudo ser una de las víctimas.

«Pertenecí a la Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético en esgrima. Conocí a muchos de los deportistas que murieron ese día. Incluso compartí habitación con Nancy Uranga, campeona juvenil del Centroamericano y del Caribe de esgrima. No estuve en ese avión porque presenté problemas de diabetes y no clasifiqué para los juegos», explicó.

«También recuerdo con mucho sentimiento a mi padre, fallecido hace tres años, quien siempre decía que no podía morirse sin ver que se hacía justicia con Posada Carriles.

«Porque él fue compañero de escuela de Carriles en Cienfuegos y siempre nos decía que fue muy malo, incluso desde niño. Mi padre murió, y sin embargo ese terrorista sigue libre paseándose por las calles de Miami», concluyó.

Julia, como el resto de los trabajadores del hotel Copacabana, con la presencia de representantes de centros laborales aledaños y algunos vecinos, este jueves rindieron merecido tributo a Fabio y a todas las víctimas del terrorismo de Estado, lanzado contra nuestro país por sucesivos gobiernos de Estados Unidos.

Como parte de la ceremonia, los presentes exigieron la excarcelación inmediata de cinco antiterroristas cubanos presos en Estados Unidos hace 13 años y rechazaron la injusta decisión de mantener tres años más en Miami a René González bajo libertad supervisada.

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