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Desde la hondura de un inédito Malecón

A los pies del majestuoso teatro La Caridad, espacio bautizado con el nombre de Malecón, acuden muchachas y muchachos que van a compartir sus sueños, a conversar sobre lo divino y terrenal o, simplemente, a flirtear en un ambiente sosegado

Autor:

Nelson García Santos

SANTA CLARA, Villa Clara.— Mucha imaginación y añoranza hubo para que a esta ciudad le naciera un buen día, en su mismísimo centro, un espacio bautizado con el nombre de Malecón. Y la palabra se ha expandido rápidamente entre los jóvenes para designar ese espacio exterior del teatro La Caridad.

Desconozco los nombres específicos de a quién o a quiénes se les ocurrió ese nombre, evocador inequívocamente de la nostalgia por ese bello y atrayente mar que quisiéramos tener aquí frente a nuestros ojos.

Lo seguro es que fueron jóvenes los autores del patronímico, los mismos que le imprimen desde allí a la urbe esa imagen diferente y atrayente por el brío y lozanía de los concurrentes.

Ahora, al menos, metafóricamente nos acompaña el mar, aunque no corra este Malecón paralelo a la orilla de ningún océano, sino a la vera del Parque Vidal y la calle Lorda, de palpitar numerosísimo y bañada por la brisa refrescante de la Loma del Capiro.

Allí, a los pies del majestuoso teatro, símbolo indiscutible de la ciudad, acuden muchachas y muchachos que van a compartir sus sueños, a conversar sobre lo divino y terrenal o, simplemente, a flirtear en un ambiente sosegado.

Para el poeta Arístides Vega Chapú, en este mítico lugar que los jóvenes marcaron como su territorio, no podía faltar la Feria Internacional del Libro.

Ir al encuentro de ellos resultó una idea perspicaz que, además, inserta y reconoce a ese espacio como conveniente para promover la cultura.

Este acontecimiento, que puede parecer hasta intrascendente en la superficie, en su hondura, viene a confirmar lo valedero de aprovechar las plazas u otros sitios, donde concurren espontáneamente las personas para organizar algún tipo de recreación. Ocurre que a veces se desperdician estos lugares y se ponderan otros menos agraciados en el fervor popular.

Bienvenidas, entonces, estas Tardes en el Malecón, como las bautizó el escritor Vega Chapú, que facilitará el encuentro con prestigiosos narradores y poetas, incluido el premio nacional de Literatura Pablo Armando Fernández.

Ojalá, esa idea surgida a la sombra de la Feria, se mantenga más allá de estos días de apasionamiento por los libros. Y siempre se acompañe allí a los jóvenes con la presencia tangible de la cultura.

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