Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Caminar con nuestro tiempo

La espesura del medio siglo vivido por la Unión de Jóvenes Comunistas, la épica de obrar un país mejor y los desafíos que se abren en la prefiguración de la Cuba futura, fueron hilos conductores del diálogo sostenido con Liudmila Álamo Dueñas, primera secretaria de esta organización

 

 

Autor:

Yailin Orta Rivera

Liudmila Álamo Dueñas, primera secretaria del Buró Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas, no reparó en las tensiones de su agenda en las jornadas previas al 4 de abril para sostener este diálogo, que pretendió abrazar el calendario de la UJC, una organización que ha vivido los días intensos de la Revolución: sus prolongaciones, alcances y limitaciones, sus renovaciones y permanencias.

La espesura de este medio siglo tejido por muchas almas intrépidas y rebeldes, la épica de obrar un país mejor y los desafíos que se abren en la prefiguración de la Cuba futura, también fueron hilos conductores de este intercambio.

Liudmila, a quien le ha correspondido liderar en los últimos años sucesos trascendentales como el IX Congreso de la UJC y la delegación al XVII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, ha tenido también la responsabilidad y el privilegio de llevar la organización a la altura de sus 50 años, y en ello ha debido emplearse a fondo con muchas horas de entrega, porque los jóvenes demandan siempre mirar la vida con ojos nuevos.

—Si la invitaran a hacer una radiografía de la UJC, ¿qué elementos enaltecería y cuáles discriminaría?

—Creo que no sería muy fácil hacer una separación total y única de estos temas, pues como toda actividad humana, nuestro trabajo tiene cosas buenas y malas, e incluso a veces aquellas tareas de mayor jerarquía llevan matices negativos que debemos atender.

«No obstante, trataré de responder a la pregunta. Creo que hoy lo que más distingue el trabajo de la organización es su compromiso con el presente y el futuro de la Revolución y su completo apego a la construcción del socialismo, como único sistema capaz de enfrentar con éxito los grandes problemas de la humanidad. Considero que es loable el trabajo que hacemos para llegar a todos los jóvenes, sean o no militantes de la UJC y la labor para que nuestros cuadros eleven su preparación integral e influencia; así como el esfuerzo que hacemos por reforzar la presencia juvenil en los principales frentes económicos del país.

«Creo que si algo tendríamos que discriminar es la autocomplacencia, la falta de iniciativa a la hora de atender las dinámicas del trabajo con los jóvenes, y la poca combatividad donde no hemos desterrado la mentira».

—La Revolución Cubana prolongó los horizontes y corrió los límites de lo posible, ¿en su opinión, a qué debe apostar la organización para mantener siempre esa cosmovisión?

—Debemos apostar a los sueños, que serán realidades si en ellos ponemos todo el conocimiento que, gracias a la Revolución, se ha acumulado, el esfuerzo y la voluntad. No desilusionarnos nunca, ni pensar que las dificultades son demasiado grandes y que será imposible vencerlas, porque ahí está la Historia de Cuba y sus enseñanzas; con sus grandes sacrificios, repleta de enormes escollos que fueron salvados por hombres, muchas veces más jóvenes que nosotros, al frente de generaciones que no se rindieron.

—Fidel y Raúl han sido enfáticos en la importancia de salvar a la nación de nuestros propios errores, ¿ante qué derroteros se ha colocado la organización comunista, como vanguardia organizada de nuestra juventud?

—Nos ha tocado una etapa trascendental, con un mundo desequilibrado y herido por las lanzas del egoísmo, la explotación, el agotamiento de sus recursos y lacerado en lo más profundo por las políticas que apuestan por hacer del hombre un autómata conducido por las leyes ciegas del mercado.

«En nuestro país, donde no es posible permanecer ajenos a tales realidades, también se han acumulado problemas que dependen de ese contexto externo, pero que se acrecientan con los errores y desaciertos de quienes aquí habitamos; ante esa realidad, a la UJC le toca un papel esencial en la formación de niños, adolescentes y jóvenes, con la responsabilidad de hacer de ellos personas íntegras, con elevadas educación y cultura, de altos valores morales, éticos y martianos.

«Es preciso que consagremos mayores esfuerzos a cimentar un verdadero amor al trabajo, revalorizado como fuente de riqueza y motivo de satisfacción; que aglutinemos a todos los que de una forma u otra puedan contribuir a la sociedad, de conjunto con la familia, para que perduren los buenos hábitos de conducta, solidaridad, respeto y educación formal, que deben caracterizar a la mayoría de los jóvenes cubanos, dotados hoy de posibilidades educativas privilegiadas en el mundo, capaces de comprender y comprometerse con las necesidades de su comunidad y su país.

«Estamos además ante la disyuntiva de salvar la historia y dar continuidad a nuestra obra revolucionaria o ser aplastados por la enorme maquinaria desestabilizadora que dirige el imperialismo contra las nuevas generaciones. Frente a este dilema lo hemos apostado todo por el socialismo».

—¿En lo estratégico, cómo la UJC interpreta y vive las necesidades, los anhelos y representaciones de los jóvenes cubanos, y los proyecta?

—Nuestras estrategias de trabajo a más largo plazo, incluso las más inmediatas, toman en cuenta las necesidades de los jóvenes desde todos los puntos de vista, ya sean materiales o espirituales, bajo la concepción de que aun cuando no todas pueden ser resueltas ahora, a pesar de ser lógicas y muy propias de sus edades, no pueden desatenderse o menospreciarse.

«Tenemos el contacto directo con los jóvenes y mecanismos e investigaciones serias de nuestro Centro de Estudios Sobre la Juventud, que nos permiten conocer con bastante certeza el universo de aspiraciones y motivaciones de los diferentes grupos de edades, y con ese conocimiento trazamos estrategias y tratamos, no siempre con éxito, de que los cuadros perfeccionen los resortes de diálogo y den su aporte al diseño de las actividades.

«Si no tomamos en cuenta lo que cada grupo piensa hoy (niños, adolescentes y jóvenes) es imposible ir readecuando el camino. No podemos obviar que existen cosas que hasta hace unos años eran efectivas a la hora de educar e interactuar, pero que hoy deben ser replanteadas, pues los códigos cambian y las influencias y espacios que no seamos capaces de ocupar con efectividad los pueden ganar los que quieren enajenar y descomprometer».

—¿En lo táctico, cómo la organización le aporta rasgos distintivos al socialismo cubano?

—Tratando de dinamizar nuestras acciones, que cada cambio necesario en la sociedad nos encuentre dispuestos a asumirlo, atemperando la labor juvenil a las prioridades del momento histórico, pues el rasgo que más nos define es el sentido de lo necesario, que permite encontrar a la juventud cubana en cada frente donde se ha identificado un reto político, económico o social. Esto nos ha llevado a lo largo de la historia a múltiples epopeyas, tanto dentro como fuera de la Isla.

—En Cuba no existe un ministerio que atienda exclusivamente los asuntos relativos a los jóvenes, ¿cómo la organización canaliza esas demandas?

—La Constitución de la República asigna a la UJC la responsabilidad para con todos los jóvenes cubanos, sean o no militantes; es por tanto nuestra obligación atender los asuntos de estos, y para ellos tenemos la misión de alertar y demandar oportunamente para que cada institución u organismo que guarde relación con las demandas, preocupaciones o tareas relativas a la juventud, asuma su rol en ese sentido.

«No conducimos administrativamente los recursos destinados a estos fines, pues cada entidad es responsable institucionalmente de ellos y de su uso, pero sí participamos de una forma u otra en la definición de políticas a seguir y nuestros criterios son tenidos en cuenta a la hora de tomar decisiones».

—En la Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba se reconoció la necesidad de acentuar el liderazgo de las organizaciones estudiantiles y de la UJC, ¿qué se está haciendo hoy para alcanzar ese propósito?

—Los análisis realizados desde el IX Congreso de la UJC nos han permitido, con una mirada crítica, evaluar integralmente el trabajo de la organización, nuestra atención a las organizaciones estudiantiles y la vida orgánica de ellas.

«Comprender nuestra responsabilidad y el papel a desempeñar en cada organismo, institución o entidad es necesario para que nuestros debates y tareas respondan a las exigencias de cada lugar y aporten a la solución de los problemas que hoy limitan la calidad de las clases y del aprendizaje en general, de los servicios, de los resultados productivos, y que los jóvenes asuman que su función es crear, transformar y aportar.

«Conocer sus preocupaciones, colegiarlas, responder a sus planteamientos y escuchar sus propuestas nos obliga a estar mejor informados, a vincularnos de manera más sistemática a sus análisis y tareas en los colectivos, pues es allí donde se aprende, se orienta y se comprueba cuán efectiva es la participación juvenil. Para ello es una necesidad contar con dirigentes bien preparados, y estos tenemos que identificarlos donde se forman todos los días, donde adquieren experiencias, vivencias y son reconocidos por los colectivos estudiantiles y laborales sobre la base de su ejemplo.

«Nutrir las filas de nuestra organización con jóvenes de vanguardia presupone calidad, aspecto en el que tenemos que seguir insistiendo desde el trabajo en el comité de base. El liderazgo se gana si se está en el centro de los problemas, buscando soluciones, con mucho trabajo y siempre sobre la base del ejemplo».

—¿Cómo asumen el reto de que los jóvenes pasen de la participación formal a la activa y consciente en los procesos que vive el país?

—En este sentido no creo que estemos partiendo desde cero; pues la participación de los jóvenes, aunque ciertamente ha estado afectada por formalismos, ha sido relevante en muchos escenarios y en numerosas tareas a lo largo de los años. Eso nos da una ventaja, y es que la juventud tiene entrenamiento para enrolarse en los procesos nuevos que se generan.

«El momento actual se caracteriza por un dinamismo mayor en la economía y una cultura del debate más acentuada, lo cual ha sido garantizado por las decisiones tomadas por el Partido para que se generen discusiones y aportes acerca de documentos y cuestiones vitales para la vida de la nación, espacios donde miles de jóvenes se han sentido protagonistas y sus opiniones han sido tenidas en cuenta.

«Nuestro reto en ese sentido es preparar a cada joven para que sea más audaz y propositivo, más efectivo a la hora de hacer sus aportes, que tengan dominio de los temas de actualidad y que sepan aprovechar los momentos y lugares adecuados para exponer sus argumentos».

—Para la UJC, anteriormente movilizar era convocar a marchas, trabajos voluntarios…, en las circunstancias actuales, ¿qué significa movilizar para la organización?

—Creo que la juventud ha hecho en cada momento lo que se ha precisado y en gran medida es por eso que hoy estamos aquí y que cumplimos ya nuestros primeros 50 años.

«Movilizar hoy es ante todo hacer conciencia, hacerlos parte del trabajo a realizar, escuchar las propuestas e involucrarlos plenamente. Hoy se necesita movilizar las fuerzas con racionalidad y sentido de la urgencia, con efectividad y mucha productividad, logrando altas dosis de heroicidad cotidiana con protagonistas muchas veces anónimos que, desde sus puestos, resultan indispensables para el desarrollo del país. Hasta allí debemos llegar y reconocerlos, divulgar su ejemplo y atenderlos. Es por esa razón que hemos concentrado el homenaje por este aniversario 50 a nivel de base, para que en cada lugar donde estén los jóvenes trabajando, estudiando o en la defensa, se produzca el acto más importante por esta fecha.

«Lo anterior no quiere decir que no estemos preparados para acudir masivamente cuando la Revolución lo necesite, coherente y organizadamente».

—¿Cómo la UJC interpreta el desafío de que los jóvenes encaucen sus sueños y aspiraciones en la Cuba de la actualización?

—Nos parece que la Revolución será más fuerte en la medida en que muchos más jóvenes se consagren en una u otra tarea de las que hoy desarrolla el país, eso los convierte en partícipes y en constructores de sus propios sueños, los que esperan ver realizados en su patria.

«Cuando usted recorre el país y ve los miles de jóvenes que hoy trabajan con entusiasmo en la tierra, en las industrias o los servicios, sean o no estatales, se percata de que ellos tienen sus aspiraciones puestas en el modelo de sociedad que estamos construyendo.

«Esta realidad nos impone múltiples desafíos, pues tenemos que acompañarlos y escucharlos atentamente para ir perfeccionando nuestra labor y no distanciar el discurso político de la realidad y de nuestra actuación».

—Le propongo hacer un viaje al futuro, hacia el año 2062, ¿qué cree usted que nunca le perdonarían los jóvenes de mañana a los de hoy?

—Nunca nos perdonarían que perdiéramos la Revolución, que perdiéramos el socialismo, que olvidáramos la historia o que dejáramos de ser fieles al Partido, a nuestros líderes, que hayamos sido ingratos y que traicionáramos la responsabilidad extraordinaria que hoy tenemos de forjar al hombre nuevo, distante de la banalidad, la desidia y el egoísmo.

«No nos perdonarían que la patria soberana e independiente se borrara de nuestras ideas. Pero tengo la completa convicción de que, aunque nuestra obra no sea perfecta, las generaciones del futuro no sentirán vergüenza de los jóvenes cubanos de estos tiempos».

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