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Joel ya puede bailar un reguetón

El matancero, que arribó hace más de cuatro meses a la capital con casi 800 libras, muestra una excelente evolución luego de la cirugía bariátrica a la que fue sometido, que le permitirá tener una vida normal

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

«Míreme bien, periodista, ¿quién se lo iba a decir? Me levanto de la cama, me siento en la butaca, camino cantidad y creo que hasta puedo correr y bailar un reguetón si usted me lo pide. Me siento ligerito y con tremendos deseos de seguir progresando».

Esas fueron las palabras de recibimiento de Joel de Jesús Peña Sterling, cuando vio aparecer a esta reportera en el cuarto del hospital Calixto García, en la capital, donde se recuperaba de la intervención quirúrgica a la que fue sometido el pasado 11 de julio.

Este matancero de 44 años, que desde el pasado 20 de febrero ingresó en el Instituto de Endocrinología para someterse a la cirugía bariátrica, única alternativa que le permitiría enfrentar sus casi 800 libras de peso e incorporarse a la vida social, no dejó de sonreír y de caminar de un lado a otro para demostrar cuán bien se siente ahora, cuando ya ha perdido bastante peso y ha sido operado.

«Más de cuatro meses han pasado desde que llegué a La Habana dispuesto a cambiar mi vida, y casi una semana después de la operación, mire qué bien estoy, sin complicaciones. Ahora solo me queda cuidar de mi salud y cumplir con mi dieta y los ejercicios. Podré llegar a Jovellanos de noche y al amanecer sorprender en el pueblo a todos los que puedan verme corriendo», así me aseguró en aquel encuentro Joel, cinco días después de la intervención.

Aunque su deseo no se pudo cumplir, pues llegó a su pueblo natal el pasado miércoles 25 de julio a las 2 de la tarde, el asombro de todos los que le vieron fue inmenso. ¡Cómo has cambiado, Joel!, le decían y me confesó, cuando hablamos por teléfono, que su casa no deja de recibir visitas de gente que lo quiere y le da ánimos para que respete las medidas posoperatorias.

Con voluntad y paciencia…

Luego de haber sido intervenido quirúrgicamente, a Joel de Jesús todo le parece más fácil, pero lo cierto es que en los cuatro meses y 21 días que permaneció ingresado, no pocas fueron las ocasiones en las que tuvo que armarse de paciencia.

«El tiempo pasaba y yo permanecía ingresado. Tenía que pesarme, hacerme muchas pruebas del corazón, de la función respiratoria, mantener estable mi presión, mi diabetes y todo eso me impacientaba. En el Instituto, donde me hice de tantos buenos amigos entre el personal que trabaja allí, decían que yo era como un medio básico de la institución.

«Mantenía una dieta rigurosa para no aumentar más de peso y llegó el momento en que toda la comida que pudiera oler o ver me repugnaba. Lo que antes me comía de un bocado, ahora demoraba horas digiriéndolo. Además, cada vez que tenía que realizarme un examen, había que pasar las de Caín, como se dice», comentó Joel.

Así recordó aquellos días en los que lo preparaban para bajarlo hasta el almacén, el único lugar donde había una pesa capaz de soportarlo, y por falta de servicio del elevador o de otras cuestiones, debía esperar, hasta que se pudo hacer.

«Para salir del hospital y realizarme las pruebas respiratorias y el ecocardiograma, del que no quiero ni acordarme porque me resultó muy incómodo, fue menester desplazarme en una ambulancia especial, y finalmente las gestiones se hicieron con la que se encuentra en la institución La Pradera, que tiene los accesorios necesarios para levantarme en el sillón y trasladarme sin problemas», añadió.

Con su buena memoria, fue capaz de relatar con lujo de detalles aquel «hecho heroico» el día en que se mudó para el hospital Calixto García, donde permanecería hasta el momento de la cirugía.

«El elevador no llegaba hasta el nivel donde me encontraba en el Instituto y tuve que bajar por las escaleras hasta el piso donde pudiera tomarlo. Imagínese el esfuerzo que hice, poco a poco, con todas las personas alrededor vigilándome, teniendo en cuenta que yo había llegado a ese lugar sin poder siquiera moverme, ponerme de pie y respirar por mí mismo, pero lo logré. «Cuando monté en el elevador, los que estaban allí se bajaron porque les dije, en broma, que cada vez que me montaba aquel aparato se rompía… Era jugando; yo solo estaba contento por haber hecho lo que desde hacía mucho tiempo no podía hacer», contó.

Sin embargo, aun cuando los resultados de las pruebas fueron satisfactorios y su estado de salud se mantenía estable, debía esperar por la confección de la mesa de cirugía que soportara su peso durante la intervención.

Los ingenieros Jorge Rivero y Lázaro Quiñones, especialistas en reparación de equipos médicos de la Empresa Mecánica Sergio Israel Echevarría, conocida como Maquimotor —encargada de la reparación, ajuste y mantenimiento del mobiliario quirúrgico de los hospitales—, estuvieron al frente del grupo de trabajo que tuvo la misión de elaborar la mesa que necesitaba Joel.

Según explicó Rivero, en el país no se contaba con una mesa de cirugía como esta, que ya ha sido probada en las tres posiciones y es capaz de soportar un peso de 400 kilogramos. Las que siempre teníamos en las instituciones hospitalarias admitían no más de 220 kilogramos.

«En la reconversión de esta mesa aumentamos su tamaño y le incluimos aditamentos especiales, reforzamos su estructura y la recubrimos con acero-níquel; le aseguramos los sistemas de fijación, traslación e hidráulico, y aunque la mayor demora estaba relacionada con la carencia de materiales y el trazado del diseño y las plantillas, al final garantizamos una mesa que se puede utilizar para cualquier otra intervención a pacientes como Joel», explicó Rivero.

Luis González, quien funge como Comercial de Maquimotor, afirmó que existe personal capacitado en la entidad para diseñar y construir este tipo de mesas y que resulta de gran utilidad aprovechar estas potencialidades, pues su costo en el mercado internacional es muy elevado y hacerlo aquí reduce en gran medida la inversión.

Como por arte de magia…

El amanecer del 11 de julio de este año sorprendió a Joel de Jesús despierto. Luego de «una espera que desespera», finalmente sería sometido ese día a la cirugía bariátrica, la que se realiza por métodos tradicionales y tiene como objetivo disminuir el peso corporal del paciente mediante la reducción de la capacidad del estómago con cortes o plicaturas, la actuación sobre la absorción de los alimentos o la combinación de ambos procederes, haciendo uso de técnicas mixtas.

El doctor Antonio Portie Félix, especialista en I y II grados de Cirugía General y jefe del Grupo Multidisciplinario de Cirugía Bariátrica del Hospital Calixto García, es quien puede decir hoy, con certeza, que el desafío de Joel ha sido superado.

«La intervención quirúrgica demoró poco más de cinco horas, como es habitual, y el paciente no tuvo ninguna complicación en ese momento. Permaneció 48 horas en los cuidados posoperatorios y teniendo en cuenta su excelente evolución, inmediatamente solicité su traslado para la Sala de Cirugía del hospital.

«Dado su elevado grado de obesidad mediante el cálculo del índice de masa corporal, es decir, dividiendo el valor de su peso corporal en kilogramos entre el valor de su estatura en centímetros, al cuadrado, Joel ameritó la técnica quirúrgica Portie 4, la que tiene un componente malabsortivo asociativo y permite la disminución de su peso con mayor rapidez», explicó el también profesor auxiliar de Cirugía de la institución capitalina.

La Portie 4 es una técnica muy compleja, explicó el especialista, que incluye alrededor de seis suturas internas. Al igual que las otras tres técnicas quirúrgicas, esta necesita para su implementación del método clínico, es decir, del interrogatorio al paciente que permita conocer las características de su personalidad y el estado de salud, las enfermedades asociadas a su obesidad, como la diabetes tipo II, la hipertensión arterial, los trastornos de las articulaciones de carga y el síndrome de apnea obstructiva del sueño, entre otras.

«Esta intervención, que por sí sola no es mágica, permitirá que Joel pueda perder entre un kilogramo y medio y dos cada día en el primer mes, y luego hasta uno en los meses posteriores, si es capaz de respetar al pie de la letra las indicaciones relacionadas con la dieta progresiva y el sistema de ejercicios que se le orientan.

«Solo así, y luego de someterse en poco más de un año a la cirugía de rescate para eliminar los excesos de piel en el cuello, brazos, piernas, muslos… que le dificulten la movilidad y el desempeño de sus actividades, Joel volverá a tener una vida normal», enfatizó Portie Félix.

Convencido de ello está el jovial matancero, quien ha recuperado paulatinamente la independencia de la movilidad que necesita, lo que le costaba mucho trabajo, al decir de Juan Luis Figueredo, el familiar que lo acompañaba en el momento de la visita de JR al hospital.

«Él asimila muy bien la dieta y los ejercicios —nos dice— y si se pone perezoso en algún momento, yo agarro el periódico del 5 de marzo de este año y le leo las palabras que él mismo dijo, cuando aseguró tener voluntad para recuperarse».

«Pero ¿cómo no voy a tener voluntad, paciencia y todo lo que haga falta? He visto a algunos pacientes que están muy bien al año o año y medio después de la operación, y a otros que por no respetar los cuidados posoperatorios han tenido muchas complicaciones. Si yo llegué hasta aquí, fue porque así lo quise y ya me siento un hombre diferente… No voy a incluirme en este último grupo», aseveró, pleno de optimismo.

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