Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La edad de la imaginación y el ímpetu

Cómo garantizar para los jóvenes los derechos elementales, qué sociedad se requiere para implementarlos, y cuán importante es este sector para la continuidad y desarrollo de cada país, son algunas de las problemáticas que matizan el Día Internacional de la Juventud

Autor:

Mayte María Jiménez

¿Qué significa ser joven? La interrogante parecería pecar de ingenuidad, mas no es esa la intención. Hago la pregunta con el anhelo de provocar el pensamiento, el recuerdo, la nostalgia, el sueño y el deseo que acompañan este momento de la vida, cuando no existen metas imposibles, la creatividad tiene riendas sueltas y la frescura de los años «mozos» evade todos los obstáculos.

Desde pequeños escuchamos a los abuelos describir a un joven como símbolo de generosidad, alegría, fuerza, con el valor suficiente para asumir los desafíos, a pesar de las circunstancias, y enfrentar los miedos. Para ellos la juventud es capaz de amar sin limitaciones.

Quienes han vivido varias décadas reconocen en ella el tesoro de la vida, y se aferran al espíritu de esos años, porque la juventud está en el alma y el corazón. Dijo José Martí que esta es la edad del crecimiento y del desarrollo, de la actividad, y de la viveza, la imaginación y el ímpetu.

Desde estos años llegan las primeras experiencias y se forman los ideales de hombres y mujeres que serán los protagonistas, desde todos los sectores, de una sociedad en constante cambio y renovación.

Sin embargo, si bien este es un período marcado por la fortaleza y el deseo, no son pocos los desafíos que han de superar los jóvenes, marcados por las circunstancias históricas. De ahí que sea imperativo crear, desde la sociedad, los mecanismos y vías necesarias que les garanticen la posibilidad de una vida plena y feliz.

Estaríamos hablando de un reto mayor, si concientizamos hoy que, a diferencia de los índices de Cuba, que como otras naciones sufre un proceso de envejecimiento poblacional, el mundo asiste a la mayor concentración de jóvenes de la historia, con una de cada cuatro personas en esta edad, lo cual sumará para 2025 unos 72 millones de hombres y mujeres más que en la actualidad.

Cómo garantizar para ellos los derechos elementales como seres humanos; qué sociedad se requiere para implementarlos y cuán importantes son los jóvenes para la continuidad y el desarrollo de cada país, son algunas de las problemáticas que matizan este 12 de agosto, cuando se celebra el Día Internacional de la Juventud, una fecha que fue proclamada el 17 de diciembre de 1999 por la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Experiencias y desafíos

Proveniente del latín iuventus, la juventud es la etapa que se sitúa entre la infancia y la edad adulta. Según la Organización de las Naciones Unidas, esta comprende a los que se cuentan entre los 15 a 19 años, contando la adolescencia tardía; y la juventud plena, a quienes están entre los 20 y 24 años.

Reconoce este organismo mundial que los jóvenes son un factor determinante en el cambio social, así como en el desarrollo económico y el progreso técnico, dado su poder de imaginación, sus ideales, perspectivas y la energía con que interactúan.

Se considera que los individuos en la juventud, por sus peculiaridades formativas y epistemológicas marcadas por la tradición y nuevos rasgos conceptuales, poseen una capacidad mayor para realizar y materializar propuestas creativas, radicalmente novedosas en todos los campos, desde las artes, las ciencias teóricas y aplicadas, y el sector productivo y tecnológico.

Las investigaciones sociales han demostrado que el comportamiento colectivo de los jóvenes tiene importantes efectos sobre la cultura de las sociedades y las transformaciones de los valores y las costumbres.

Frecuentemente, los movimientos juveniles asumen formas revolucionarias en aspectos morales, sociales e incluso políticos, cuestionando activamente los valores sostenidos por sus padres, y generando críticas constructivas que pueden derivar en transformaciones progresivas.

Los jóvenes deben ser ciudadanos activos y protagónicos de una sociedad. El gran reto es cómo hacerlos partícipes y que sientan que son también responsables de su desarrollo, que pueden aportar porque se sienten comprometidos con esa sociedad, afirmó Fernando Brugman Álvarez, coordinador del Equipo de Cultura de la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

En diálogo con nuestro diario, el funcionario de este organismo internacional valoró como muy positivo el papel de Cuba y la actitud del Estado para con sus jóvenes, en sectores como la educación y la salud.

—¿Cuáles son los derechos elementales de los jóvenes hoy en el mundo?

—Los principales son la educación, la salud y el acceso a un trabajo, que les permitan desarrollarse y aplicar sus conocimientos, pues los jóvenes deben ser actores esenciales en la construcción de su sociedad.

—¿Cómo la sociedad puede armonizar mejor esta cultura de la integración desde las edades más tempranas?

—La cultura se desarrolla en la medida en que se crece. No existe una única forma. Por eso es tan importante dar a la juventud esa libertad de expresión creativa, donde exponga sus formas de ver y sentir la realidad que le rodea, desde un análisis crítico, pero constructivo.

«Pienso que los Gobiernos de todo el mundo deben apoyar más la iniciativa de estas jóvenes generaciones de hombres y mujeres. Ese espíritu creativo es muy propio en esa edad y no se debe limitar. La juventud tiene mucho que decir y que dar».

Salud para todos

Las estadísticas mundiales reflejan que la juventud, en su inmensa mayoría, procede de las clases trabajadoras, y se compone en las mismas, ya sea de forma inmediata, o al terminar la escuela y la educación superior.

Sin embargo, en el mundo es una de las primeras víctimas de fenómenos como la globalización, y la discriminación y la exclusión social que genera el sistema capitalista, además de sufrir las secuelas de las crisis económicas, marcadas por el desempleo.

La Organización Mundial de la Salud indica que más de una quinta parte de las mujeres en las regiones más pobres son madres antes de los 18 años, con una iniciación sexual cada vez más adelantada, incluso antes del matrimonio.

Entre los principales problemas de salud que afectan a este grupo están los embarazos no deseados, violencia de género, explotación sexual, infecciones de transmisión sexual, nutrición deficiente, falta de servicios bucodentales, falta de actividad física, obesidad y trastornos de los hábitos alimentarios, trastornos de salud mental, accidentes de tránsito y el abuso de sustancias como el alcohol y el tabaquismo.

Ante estas realidades, la salud de los adolescentes y jóvenes constituye una de las prioridades internacionales de desarrollo, desde la necesidad de formular políticas innovadoras y eficaces en el nivel regional como el fomento de una mayor sensibilización para una participación más activa de los adolescentes y los jóvenes, sus familias y sus comunidades en el ámbito local.

El doctor José Luis Di Fabio, representante de la Organización Panamericana de la Salud en Cuba, dijo a JR que la salud es uno de los derechos elementales de todo ser humano, y por supuesto de los jóvenes.

«Es perentorio evitar trastornos en la salud sexual y reproductiva, así como situaciones mentales y depresiones que pueden ser muy peligrosas en esta etapa», apuntó.

Para el funcionario, la educación es esencial en esta batalla, pues incide en diversos comportamientos de riesgo, como las adicciones: alcoholismo y tabaquismo, el embarazo en la adolescencia, la violencia y enfermedades de transmisión sexual.

A diferencia de muchos países en el mundo —aseguró el doctor Di Fabio—, en Cuba existe todo un mecanismo de atención de salud, con áreas dispensarizadas, que permite articular la asistencia médica, la prevención y la educación desde los niveles más primarios.

«Esto posibilita que el Estado pueda mantener un control sobre los grupos poblacionales, las enfermedades de mayor incidencia en ellos y por consiguiente una atención de calidad», apuntó.

Señaló lo oportuno de involucrar a los mismos actores jóvenes en esa preparación de la labor educativa y preventiva, para que los mensajes lleguen sin problema.

Por ejemplo, en el caso de la salud sexual y reproductiva, la Isla despliega todo un programa educativo que involucra a los jóvenes y adolescentes, desde las escuelas hasta las comunidades, para evitar adicciones que comienzan a edades cada vez más tempranas, añadió.

El especialista comentó que en cualquier nación, la salud no puede verse solo como responsabilidad de un ministerio, sino desde la integración de todos los actores de una sociedad, que accione desde la labor preventiva hasta la asistencia hospitalaria.

«Considero que en Cuba los derechos de los jóvenes a la salud están protegidos desde los mecanismos establecidos para ello desde el Estado, como parte del propio desarrollo, empezando por la niñez hasta la adultez», significó.

El doctor Di Fabio advirtió que además de la responsabilidad social de un Estado y sus políticas, los ciudadanos, y dentro de ellos los jóvenes, también deben ser responsables de su salud.

«El derecho pasa además por la responsabilidad. Es muy común que en esta edad las personas dejen la salud de lado y se despreocupen, y luego vienen las consecuencias. Por eso es tan importante la educación desde las edades más tempranas, que les prepare para ello», alertó.

La juventud es el futuro

El derecho más importante que puede tener un ser humano es la vida, y en la sociedad cubana, amén de las dificultades que experimentemos, este es un logro con elevados indicadores, al igual que la salud, la educación y los años vividos, aseguró a JR Ana Isabel Peñate Leyva, subdirectora del Centro de Estudios de la Juventud.

La especialista explicó que en Cuba, a diferencia de no pocas naciones, se tiene un enfoque de derecho de los diferentes grupos poblacionales que va más allá de un ser individual como garantía universal de sus necesidades.

Haciendo un recuento argumentó que las políticas públicas sobre juventud en Cuba han estado marcadas por las transformaciones y los primeros cambios que se realizan en el país a partir del año 1959, cuando triunfó la Revolución.

«Desde entonces se han implementado una serie de normativas jurídicas para la protección de los derechos de este grupo poblacional, como el Código de la Niñez y la Juventud (1978), la Constitución de la República (1976), el Código de Familia (1975), la Comisión Permanente de Atención a la Niñez, la Mujer y la Juventud, junto al Código Civil y Código Penal, entre otros mecanismos», señaló.

La experta caracterizó a la sociedad cubana como garante de los derechos de su juventud, que ya comprende a 2 296 282 hombres y mujeres entre 15 y 29 años de edad (según datos de la Oficina Nacional de Estadística e Información, 2011), en ámbitos que van desde la familia y la escuela, hasta la comunidad, y los relacionados con el espacio laboral o escolar.

—La juventud es un período caracterizado por el espíritu de creatividad y de descubrimiento. ¿Cómo articular los mecanismos para que este grupo poblacional se encuentre en armonía con los procesos de cambios de su sociedad?

—Es esencial creer en los jóvenes. Estos son los sujetos que a lo largo de la historia han demostrado que en cualquier circunstancia son los que llevarán a cabo las grandes transformaciones.

«Jóvenes fueron todos los que integraron la Generación del Centenario. Darles el papel que deben desempeñar en cada momento es fundamental, y en especial que sientan que son entes activos de las diferentes etapas», apuntó.

Ana Isabel advirtió que los jóvenes no deben esperar a que las cosas les sean dirigidas: deben imponerse y saber decir: «Estoy aquí, pueden contar conmigo; soy capaz de hacer y decidir».

«De ahí que sea esencial ese diálogo intergeneracional que logre una confluencia entre las ideologías de todos, y permita crear, desde el conocimiento y el pensamiento de los diferentes actores de una sociedad, en aras de un objetivo común.

«Creo que Cuba es un país que ha trazado sus políticas y acciones en pos de esta integración y de sus generaciones más jóvenes. Pero aún debe crear mecanismos para que en la práctica los jóvenes se sientan más protagonistas de este proyecto».

—¿Cómo desarrollar una cultura con enfoque de derecho en la sociedad, vista desde sus jóvenes?

—Una sociedad que promueva una cultura con enfoque de derecho consiste justamente en la participación de todos, en el compromiso político que establecen los Estados y los Gobiernos con sus poblaciones, sin perder de vista el marco ético y jurídico que complementa eso.

«Se trata de lograr que todos los ciudadanos de un país logren implicarse, y que no sea un enfoque asistencialista de pequeños grupos, algo que sucede con frecuencia en no pocas regiones del mundo».

—¿Qué importancia tienen entonces los jóvenes para el funcionamiento armónico de una nación?

—Ante todo, ellos son la garantía que tiene la sociedad de poderse mantener y dar continuidad a determinados valores que influyen en la formación moral.

«Lograr una identificación de los jóvenes con el proyecto que se defiende y con los valores que lo han caracterizado es la única forma de garantizar esa continuidad».

—¿Cuál es el mayor reto que enfrenta el mundo para con sus juventudes?

—Creo que el mayor desafío es tratar de dar respuesta, en la medida de lo posible, a algunas de las necesidades más apremiantes.

«Como tendencia mundial somos una sociedad que tiende a ser verticalista con las generaciones más jóvenes y no siempre se les reconoce como sujetos plenos de derechos», argumentó.

La investigadora insistió en que no se puede pensar a los jóvenes en el futuro, sino en el presente, porque tienen que ir transformando su sociedad desde el conocimiento de sus derechos.

«La educación debe comenzar en edades tempranas, atemperada a las condiciones psicológicas de cada una de las edades de los grupos poblacionales.

«El derecho se ejerce en cada acción, y respetar el del prójimo te compromete como individuo con tu grupo, con tu sociedad, tu nación y como ciudadano del mundo».

—¿Cómo valora las posiciones asumidas por los jóvenes en diferentes regiones?

—Hoy vemos que la situación mundial de los jóvenes es complicada, con una presencia de grupos progresistas y movimientos huelguísticos y estudiantiles, como es el caso de España y Chile, donde los jóvenes sufren elevados índices de desempleo.

«A ello se suma la situación en el plano de la salud, con altos niveles de infestación por VIH/sida, discriminación y violencia contra la mujer.

«Un elemento importante a tener en cuenta es que estamos frente a la generación de jóvenes más grande de la historia, por lo que tendríamos que preguntarnos qué situación y qué vida están vivenciando, cuáles son su presente y sus problemáticas.

«La juventud tiene una marcada influencia en la sociedad, ya que esos jóvenes que necesitan proyectar su futuro en lo personal, familiar, laboral y  pareja se encontrarán en situaciones muy adversas», concluyó.

Por qué el Día Internacional de la Juventud

A raíz de la primera sesión del Foro Mundial de la Juventud, en 1996,  la Organización de las Naciones Unidas declaró en 1999, mediante la Resolución 54/120 I, el 12 de agosto como Día Internacional de la Juventud.

Fue el 17 de diciembre de 1999 cuando la Asamblea General aprobó la recomendación de la Conferencia Mundial de Ministros de Asuntos de la Juventud (Lisboa, 8-12 de agosto de 1998).

En 2011 se seleccionó «Cambiemos nuestro mundo» como tema, ya que no solo expresa la repercusión que la juventud trata de lograr, sino refleja el concepto de una comunidad mundial, que es el principio básico de las Naciones Unidas.

Se recomendó que durante ese día se organizaran actividades de información pública, que sirvieran para promover una mayor toma de conciencia sobre los principios del Programa de Acción Mundial para los Jóvenes, creado en 1995.

Los jóvenes enfrentan desafíos más complejos que suelen asumirse desde las políticas de organizaciones internacionales (Unesco, OMS,  Unicef) y de los Estados.  Problemas como la salud de la juventud —que contempla tanto los problemas físicos o psíquicos del desarrollo como la salud reproductiva, la salud sexual, trastornos psíquicos o la drogadicción y el alcoholismo—, el primer empleo, desempleo juvenil, criminalidad juvenil, embarazo adolescente, control de la natalidad y educación sexual, son aspectos a los que los jóvenes se tienen que enfrentar.

El más reciente Informe Mundial sobre la Juventud, del año 2011, publicado oficialmente el 6 de febrero, exploraba la transición de los jóvenes de las escuelas e instituciones de formación al mercado laboral, una fase que marca un período crítico en el ciclo de vida.

En este punto describía que el escenario actual del empleo para los jóvenes, agravado por la crisis económica mundial, plantea un desafío urgente con implicaciones a largo plazo tanto para los jóvenes como para la sociedad en su conjunto.

Entre los desafíos principales apuntados es que el mundo necesita crear más de 600 millones de empleos en la próxima década para generar un desarrollo sostenible y prevenir una crisis más profunda, que afectaría notoriamente a los jóvenes.

Una de las visiones halagüeñas estaría descrita para las economías en América Latina, las cuales han impulsado la creación de más empleos, por encima del crecimiento de la fuerza laboral.

Una Cuba para niños y jóvenes

Más del 50 por ciento de los gastos presupuestados en Cuba se destinan a asegurar la salud, la educación, la seguridad social, el acceso a la cultura, el deporte, sectores a los que tienen derecho todos los jóvenes.

En el país se han graduado más de un millón de personas de nivel universitario. A los estudiantes se les garantiza un empleo durante el período de adiestramiento y servicio social, que tiene una duración entre dos y tres años.

La ubicación de los recién graduados se efectúa a partir de asambleas realizadas en sus respectivos centros cuando se avecina el fin de curso. De acuerdo con la evaluación de integralidad y las notas de cada uno, se les asignan las plazas en los diferentes organismos.

Actualmente, el país tiene  unos dos millones de estudiantes —sin contar la enseñanza superior—.

Datos del Ministerio de Educación indican que en el curso 2011-2012 los niveles más representativos mostraron más de 130 000 niños en preescolar;  más de 40 000 en la enseñanza especial; más de 700 000 en la primaria; más de 47 000 en la secundaria; más de 162 000 en preuniversitario y más de 70 000 ingresaron en 2011 en la enseñanza técnica profesional.

Los jóvenes vinculados al sector laboral no estatal tienen derecho a adscribirse a un Seguro de Asistencia y Seguridad Social, a partir de la contribución que realicen desde sus escenarios de trabajo.

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