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Estudiantes protegen ecosistema en la Sierra del Rosario

Jóvenes de las facultades de Geografía, Biología y Química de la Universidad de La Habana se pronunciaron por reforestar el sitio y devolverle la belleza de sus años de esplendor

Autor:

Yuniel Labacena Romero

San Cristóbal, Artemisa.— Estudiantes de la Universidad de La Habana, junto al grupo de espeleología Ernesto Tabío, realizaron una expedición hasta la comunidad de Aspiro, al pie de la Sierra del Rosario, en su afán por restaurar, proteger y conservar el ecosistema de esta zona, víctima de  fenómenos climatológicos.

Con overoles de trabajo, luces, planos y cámaras fotográficas, los muchachos de las facultades de Geografía, Biología y Química se pronunciaron por reforestar el sitio y devolverle la belleza de sus años de esplendor. Muchos de ellos realizan allí sus tesis de grado en coordinación con la Universidad.

En ese sitio, cerca del campismo popular Jardín de Aspiro, identificaron cómo se ha afectado la diversidad biológica, la flora endémica y los ecosistemas frágiles, y constataron la perjudicial actuación del hombre.

Eduardo Carbó Orta, presidente del grupo espeleológico, dijo que desarrollarán un campamento integral que no solo servirá para temas espeleológicos, pues pretenden que ese espacio se convierta en lugar de visita asidua con el objetivo de brindar conferencias y enseñar a los campesinos y a todos los visitantes cómo proteger mejor el ecosistema.

También adelantó que el grupo, que por años ha realizando estudios en las cuevas y parajes de la zona, donde han descubierto asentamientos arqueológicos y de cimarrones, celebrará allí el venidero diciembre la jornada científica por el aniversario 31 de su creación y los 15 del fallecimiento de Antonio Núñez Jiménez.

Aspiro es un espacio geográfico de valiosa importancia patrimonial por su rica historia y su peculiar naturaleza. En esa región estuvo el Jardín Botánico que los expertos consideran el más completo de Cuba en el siglo XIX, creado por el naturalista José Blain y Cervantes.

La finca Balestena, ubicada en Aspiro, fue propiedad del revolucionario Carlos Sauvalle y Blain, gran amigo de José Martí, al que conocía desde las labores conspirativas en La Habana, fue visitada por el Apóstol en mayo y septiembre de 1879, en gestiones conspirativas para la Guerra Necesaria.

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