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La sempiterna compañía

Hace 15 años los agentes del FBI no pudieron entender por qué, aun usando la tortura psicológica más cruel, no consiguieron que los Cinco se doblegaran y aceptaran negociar. Quizá todavía se estén rompiendo la cabeza

Autor:

Nyliam Vázquez García

«Ustedes están solos», esa fue la frase más usada por los agentes del FBI a cargo del arresto de Gerardo, René, Antonio, Fernando y Ramón. Desde el auto hasta los primeros interrogatorios, esa fue la punta de lanza con la que intentaron lograr sus objetivos. Es fácil imaginar el tono hiriente, el disfraz de lo cierto y, al mismo tiempo, los rostros seguros de unos hombres a los que, a partir de la madrugada del 12 de septiembre de 1998, les cambió la vida.

Hace 15 años unos agentes del FBI no pudieron entender por qué, aun usando la tortura psicológica más cruel, no pudieron conseguir que los Cinco se doblegaran y aceptaran negociar. Quizá todavía se estén rompiendo la cabeza.

Los Cinco pudieron haber cedido, pudieron aceptar y haber vivido unos años bien distintos a los que cargan como parte de su historia vital; sin embargo, en el momento de las definiciones, cada uno por su cuenta supo ser el otro y convertirse en una unidad contra la que nada pudieron.

Gerardo, para sus cuatro hermanos el mejor, quiso cargar con la responsabilidad de todos, pero ellos enseguida le dejaron claro que estarían juntos hasta el final. En ese instante crucial, antes de ser presentados ante la corte, antes de dejarles claro que irían a ese juicio para decir la verdad, dos fueron los símbolos que surcaron sus mentes. René González no recuerda quién fue el primero en mencionarlo, pero lo cierto es que el espíritu del Moncada y La Historia me absolverá los acompañó desde entonces.

No por casualidad, Gerardo, primero en leer su alegato, y Tony, último en hacerlo, tuvieron frente a sí un ejemplar de ese texto esencial de Fidel.

Ha pasado demasiado tiempo desde el arresto, el juicio infame, el veredicto de culpabilidad —a pesar de que no pudieron probar los cargos más terribles—, desde la vista de sentencia donde ellos hablaron por primera vez en la corte y expusieron en alegatos brillantes las razones que todavía los agentes del FBI no alcanzan a entender.

Ha pasado demasiado tiempo desde que los sacaron del Centro Federal de Detenciones de Miami y los enviaron, con las más altas condenas posibles, a cinco prisiones bien distantes.

Han sido 15 años en los que el chantaje parece no tener fin, en los que en cada momento crucial del largo proceso de apelaciones, los Cinco han sido llevados al temible «hueco», supuestamente por razones de seguridad, en los que por largas temporadas las visitas familiares han sido obstaculizadas, en los que Olga nunca recibió visa para ver a René, ni Adriana para poder ver a Gerardo.

En unas respuestas para Russia Today, Tony contó que cuando en 2002 llegó a la prisión de máxima seguridad de Florence, una de las más violentas, algunos reclusos que llevaban muchos años allí le hablaron de ansiedades crecientes con el paso del tiempo tras las rejas: «Los efectos se empiezan a sentir cuando llegas a los diez años», le decían. Cuando llegó el año 2008 y él y los Cinco permanecían injustamente en las prisiones, aun así optimistas, firmes, entonces nuevamente los presos con más años lanzaron otra predicción: «Cuando llegas a los 15 años, ahí sí que comienza la desesperación, el desgaste y hasta la locura».

A esta altura, Antonio Guerrero Rodríguez, quien nunca debió vivir ni un solo día en prisión, como ninguno de los Cinco, puede contar su propia experiencia.

«Pues bien, ya llegué a los 15 años y estoy cada día más tranquilo, más productivo en mis creaciones, más optimista y más amante de la vida. ¿Estaré ya loco? No lo creo. La fuerza de los principios justos y la amistad pueden hacer “milagros”. Como dijera el Apóstol de nuestra independencia, José Martí: “Un principio justo desde el fondo de una cueva puede más que un ejército” y “Solo con grandes amigos se pueden hacer grandes cosas”. Tan en mis cabales y firme como me encuentro, me atrevo a decir que se encuentran mis hermanos».

Los agentes del FBI, los carceleros, aquellos quienes han presionado para mantener la injusticia nunca podrán entender de dónde sale la cordura de Tony, la capacidad de hacer chistes de Gerardo, la sonrisa bonachona de Ramón, la capacidad y tranquilidad con que Fernando se sumerge en sus lecturas, la única respuesta que dio René durante 13 años en la cárcel: I am always ok (Yo siempre estoy bien). No pueden ni podrán entender la hondura de dónde nace la razón que los sostiene: defender la vida de otros, el bien común.

Quince años es demasiado tiempo en la vida de cualquier ser humano. Quince años es toda una vida. Sin embargo, ni un solo segundo de ese tiempo atroz, los Cinco han estado solos. Ellos sabían aquel 12 de septiembre de 1998 que los captores les estaban mintiendo, ellos estaban seguros de que no era cierto. Hoy Cuba entera se viste de sol.

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